1. Introducción
2. Aporte de proteínas
3. Valor energético y calidad de la alfalfa
1. Introducción
La alfalfa es un cultivo forrajero, cuyo uso principal es la alimentación del ganado, especialmente el destinado a obtener leche.
La ingesta de esta planta leguminosa (Medicago sativa) supone una serie de beneficios alimenticios, destacando su alto contenido proteico, además de una diversidad en vitaminas (grupos B, A, C y E) y minerales (calcio, magnesio, hierro, cobre, cromo, selenio y zinc), lo que le confiere una alta calidad en la alimentación animal.
Por lo tanto, el aporte de alfalfa supone una ventaja en los sistemas de producción, al suministrar, de forma barata, una amplia gama de nutrientes de manera natural, sin la necesidad de incorporar suplementos y aditivos de origen sintético.
2. Aporte de proteínas
En cuanto al valor nutritivo, la alfalfa está considerada como una excelente especie forrajera, ya que proporciona elevados niveles de proteínas, vitaminas y minerales de calidad (Klopfenstein, 1991; Garrett, 1994). Sin embargo, hay que tener presente que una gran parte de su proteína es fácilmente degradable en el rumen del animal, lo que dificulta el cálculo de la ración e impide la completa satisfacción de las necesidades proteicas de las vacas lecheras de alta producción, las cuales requieren importantes aportes de proteína digestible en el intestino delgado (proteína 'by-pass') (Cherney, 1995).
Es importante tener en cuenta que los niveles de proteína 'by-pass' de la alfalfa pueden ser incrementados de forma relativamente fácil mediante procesos térmicos, como es el caso del deshidratado, que permite disminuir el nivel de degradación de la proteína en el rumen, mejorando así su valor nutritivo para los rumiantes de alta producción (Klopfenstein, 1991; Garrett, 1994).
También hay que tener presente que la citada proteína 'by-pass' es el tipo de proteína más cara y que suele ser aportada mediante suplementos proteicos como, por ejemplo, torta de soja, harina de carne, harina de pescado, etc. (Klopfenstein, 1991).
Según Undersander et al. (1993), se puede considerar una alfalfa de alta calidad a aquella cuyos niveles de proteína oscilan entre el 19 y el 24 %, además de unos valores de fibra neutro detergente (FND) comprendidos entre el 38 y el 42%.
Para tener una idea del valor proteico de la alfalfa, se muestran en la tabla 1, los valores nitrogenados del cultivo en distintos cortes, según el sistema PDI (Proteína Digestible en el Intestino). Este sistema francés es usado para valorar, en general, la calidad nutritiva de los alimentos en zootecnia, y de la alfalfa en particular (Lloveras, 1999).
Los parámetros mostrados son:
Es preciso reseñar que los valores correspondientes a PDIN son más elevados que los valores PDIE. Esto se debe a que la alfalfa es más rica en nitrógeno que en energía. De este modo, los microorganismos del rumen sintetizan más proteína al disponer de nitrógeno abundante (Lloveras, 1999). Además, la proteína digestible en el intestino delgado de las leguminosas, y de la alfalfa en particular, que atraviesa el rumen sin verse alterada, es superior al resto de los forrajes, permitiendo cubrir el déficit de cultivos forrajeros altamente energéticos como el ensilado de maíz (Journet, 1992).
Otro aspecto que se analiza normalmente es la producción de proteína por unidad de energía empleada. En este sentido, Heichel (1976), en un estudio realizado en Estados Unidos, indica que el sorgo y el ensilado de maíz proporcionan una mayor cantidad de energía por unidad de energía utilizada, mientras que la alfalfa es, con diferencia, el alimento que proporciona la mayor cantidad de proteína por unidad de energía introducida en el sistema. Asimismo, Pimentel y Cruze (1977), obtuvieron resultados similares, que señalaban a la alfalfa como el cultivo más eficiente en la producción proteica, en proporción a la unidad de energía utilizada.
Por otro lado, y reforzando el gran aporte proteínico de las leguminosas, éstas proporcionan niveles bastante superiores a los de origen animal. Así, las leguminosas producen 60 veces más proteína, por Mcal, que la ternera y el cerdo, y 15 veces más que el pollo (Heichel, 1976; Speddingetal., 1981). Sin duda, se trata de un alimento que ofrece una alta capacidad proteica.
3. Valor energético y calidad
La alfalfa presenta un bajo nivel energético, aunque, debido a su elevada ingestibilidad, cuando pasa a través del rumen con mayor rapidez que otros forrajes, sobre todo en estado vegetativo, aumenta la apetencia en los rumiantes, equilibrando parcialmente su escaso valor de energía (Garrett, 1994).
A este respecto, la tabla 2 muestra el valor energético de la alfalfa en verde, expresado en unidades forrajeras de leche (UFL) y de carne (UFC). Dichos valores han sido calculados en Francia, en distintos estados fisiológicos y ciclos de producción, a partir de la composición química del forraje.
Además del aporte energético y proteico, la calidad de la alfalfa viene determinada por otros aspectos, como son: el contenido en fibra (ADF, ácido detergente, y NDF, neutro detergente), la digestibilidad de la materia seca (DMS) o el valor relativo alimenticio (RFV).
Estudios realizados en Estados Unidos por Undersander et al. (1993), en los que se analizaba la calidad del heno de alfalfa, en función de su composición química, se establecieron 6 niveles de calidad (excelente, muy buena, buena, pasable, mala y muy mala), dependiendo de los parámetros citados anteriormente.
Por otra parte, la calidad de la alfalfa no depende solamente del estado fenológico en el momento del corte, sino que también está muy influenciada por los métodos de conservación y las inclemencias meteorológicas en el momento del secado. La tabla 3 muestra, en tal sentido, los niveles de materia seca, energía y proteína, considerando el valor 100 el forraje verde en el corte.
También es preciso recordar en su calidad nutricional, los altos niveles de b-carotenos (precursores de la vitamina A) y xantofilas que proporciona la alfalfa. Asimismo, es reconocida como una excelente fuente de minerales como son: calcio, fósforo, potasio, magnesio o azufre, entre otros, siendo muy conveniente emplearla como complemento enriquecedor de las raciones (Journet, 1992; Undersander et al., 1993).
Finalmente, se puede concluir, alegando que la alfalfa es un excelente alimento natural para el ganado, que proporciona un forraje de gran calidad como fuente de proteína, vitaminas y minerales, utilizables, tanto en forma de forraje verde como en otras, variando su valor nutritivo en función de éstas. Por último, al ser su proteína fácilmente degradable en el rumen, se verá dificultada su utilización como única fuente proteica para animales de alto rendimiento, debiendo ser complementada con otras fuentes menos degradables.
Autor: Dpto. Agronomía Infoagro.com
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