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Control biológico en berenjena

La integración del control biológico en las estrategias de lucha frente a plagas va adquiriendo una mayor aceptación y es empleada por un mayor número de productores y técnicos agrícolas.

Hortícolas

icono foto control biologico en berenjena

1. Introducción
2. El control biológico como medida de protección
3. Principales organismos utilizados en el cultivo


1. Introducción

El uso de estrategias de control biológico en diferentes cultivos y, más especialmente en berenjena, dado lo apetecible que resulta este cultivo para los insectos plaga, supone una buena herramienta de control fitosanitario, así como de protección de los cultivos, ya que ofrece algunos beneficios, tanto al productor como al consumidor. Existen numerosos organismos que pueden emplearse en la lucha biológica, algunos de los cuales resultan ciertamente eficaces contra determinadas plagas. Por tanto, si la aplicación del control biológico va en aumento, puede suponer un cambio de tendencia en las medidas de protección vegetal.

Cultivo de berenjena. Foto: Infoagro
foto cultivo de berenjena  foto  infoagro
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2. El control biológico en berenjena como medida de protección

Actualmente, el control químico suele ser la primera medida de defensa empleada en cuanto se detecta alguna plaga en el cultivo. Sin embargo, los insectos que se quiere eliminar, desarrollan, cada vez con mayor rapidez y facilidad, resistencia a los productos fitosanitarios aplicados. Esta situación termina en un círculo vicioso, ya que implica un mayor uso de los mismos, obteniendo, al contrario de lo que se pretende, un peor control de las plagas.

El aumento de las aplicaciones realizadas a los cultivos responde, principalmente, a estos tres motivos:

  • Se elevan las dosis utilizadas, buscando un mayor efecto. Sin embargo, lo único que se consigue es superar los valores recomendados, dejando un mayor nivel de residuos en las plantas y frutos.
  • Se dan más aplicaciones fitosanitarias, pensando que la siguiente será más efectiva, lo que conlleva una mayor capacidad de resistencia por parte de los insectos supervivientes.
  • Se utilizan productos más tóxicos, buscando igualmente un mejor resultado. Estos productos son poco respetuosos con el medio ambiente y la fauna auxiliar, más bien bastante contaminantes.

A este respecto, el pensamiento tradicional, instaurado en el campo desde siempre, es que no puede existir ninguna presencia de insectos plaga en los cultivos: “En cuanto se observa algún individuo, debe recurrirse a los tratamientos con plaguicidas”. A menudo, no se es consciente de la responsabilidad que supone un mal uso de algunos de estos productos. Principalmente, por estas razones:

  • Potencial capacidad de contaminación ambiental (fuentes de agua, zonas naturales, fauna autóctona, etc.).
  • Riesgo de contaminación de los alimentos, con niveles superiores a los permitidos.
  • Imposibilidad de cumplir con los clientes, ya que éstos exigen alimentos vegetales inocuos, a su vez, demandados por los consumidores.
  • Disminución de la calidad de los productos ofertados, lo que supone para el comercializador agrícola una posible pérdida de compradores.

Esta es una realidad que algunos productores no ven, no siendo conscientes de los graves perjuicios que pueden provocar al enviar su cosecha “contaminada”. Afortunadamente, la integración del control biológico en las estrategias de lucha frente a plagas va adquiriendo, poco a poco, una mayor aceptación en el sector, siendo empleado, cada vez más, por un mayor número de productores y técnicos agrícolas.

El control biológico se fundamenta en el hecho de que toda plaga, en su lugar de origen, tiene enemigos naturales, por lo que el agricultor debe intervenir para restablecer nuevamente la armonía ecológica propia de los ecosistemas naturales (Tapia et al., 2015). Sin embargo, según las condiciones específicas de cada región, en su situación de equilibrio, la población de las plagas puede superar ampliamente a la de los enemigos naturales, en cuyo caso se hace necesario recurrir a medidas complementarias que garanticen un control efectivo.

A este respecto, algunas acciones que resultan fundamentales a la hora de realizar un control biológico correcto son las siguientes:

  • Medidas preventivas, como estructuras herméticas que dificulten su entrada (plásticos y mallas, principalmente), eliminación de restos vegetales y malas hierbas del entorno del cultivo.
  • Inspección visual periódica de las plantas, detectando la presencia de alguna plaga.
  • Identificación acertada de la especie concreta de los insectos perjudiciales para el cultivo.
  • Instalación de sistemas de monitoreo para cuantificar el nivel de plaga, si lo hubiera, como pueden ser la colocación de placas adhesivas de colores, trampas de feromonas, etc.
  • Preparación previa a las sueltas de los insectos auxiliares, como implantación de setos para una mejor instalación posterior.
  • Elección de los organismos de control biológico más eficaces para la plaga concreta y que actúen bien en berenjena (en este caso).
  • Adecuación del entorno del cultivo, intentando mantener las condiciones ambientales (humedad, temperatura, luminosidad) óptimas para la fauna auxiliar.

Con el empleo de insectos beneficiosos para los cultivos que combaten las plagas se consigue reducir la utilización de los plaguicidas, con las consecuencias correspondientes. Por tanto, es muy recomendable el uso de los enemigos naturales como primera línea de defensa en el marco del control integrado de plagas, ofreciendo una serie de beneficios, como son:

  • Obtener una cosecha de alta calidad, sin efectos secundarios provocados por los tratamientos (quemaduras, manchados, etc.).
  • Ofrecer un entorno de trabajo limpio y seguro para los trabajadores del campo.
  • Proteger y respetar el medio ambiente.
  • Lograr una producción segura, con alimentos inocuos y libres de residuos.
  • Ofrecer al mercado alimentos saludables, acorde con las demandas de los consumidores.

De este modo, si se lleva a cabo una buena estrategia de control integrado de plagas, donde el control biológico sea una parte fundamental, la producción agrícola puede convertirse en una importante herramienta de marketing, ofreciendo así los alimentos que el mercado está solicitando.

3. Principales organismos utilizados en el cultivo de la berenjena

En función de la plaga que ataque el cultivo de berenjena, se utilizarán unos individuos u otros, existiendo en el mercado diversas especies de insectos que ejercen de enemigos naturales. Entre las principales plagas, destacan las siguientes: araña roja (Tetranychus urticae), araña blanca (Polygophagotarsonemus latus), mosquita blanca (Trialeurodes vaporariorum, Bemisia tabaci) y pulgones (Myzus persicae, Aphis gossypii, Macrosiphum euphorbiae, etc.), entre otras.

Los organismos de control biológico utilizados para cada una de estas plagas son:

- Araña roja. Es un ácaro que puede ocasionar graves daños al cultivo, causando una desecación foliar, así como daños en el fruto y en el pedúnculo del mismo. Resulta especialmente activo en los periodos cálidos.

Para combatirlo se emplean los ácaros depredadores:

  • Phytoseiulus persimilis. Las sueltas deben realizarse con la aparición de los primeros focos de araña roja, ya que únicamente se alimenta de esta plaga. Suele poner los huevos entre las colonias de la araña roja para que cuando eclosionen las ninfas encuentren comida de forma rápida. Se alimenta de todos los estados, aunque muestra especial preferencia por los huevos. Las larvas no comen, pero las ninfas pueden alimentarse de huevos, larvas y protoninfas de araña roja. La cantidad consumida depende de varios factores como la relación presa-depredador, edad o condiciones ambientales. Necesita una humedad relativa por encima del 60 % para un buen desarrollo. Su éxito radica en la capacidad de desarrollarse más rápido que la plaga.
  • Amblyseius californicus. Puede introducirse de modo preventivo, ya que permanece en la planta en ausencia de presas. Normalmente, se localiza en colonias de araña roja o en flores, alimentándose de polen. Si hay presencia de araña roja, puede alimentarse de todos los estados, aunque tiene preferencia por las fases de larva y ninfa. El consumo depende de varios factores, como en el caso anterior. En ausencia de alimento puede sobrevivir a base de otros ácaros, trips, hongos y polen de las flores, incluso sin alimentarse, esperando a que aparezca alguna presa.
Yemas florales y hojas de berenjena. Foto: Infoagro
foto yemas florales y hojas de berenjena  foto  infoagro
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- Araña blanca. Es un ácaro polífago, cuyos daños al cultivo los originan las larvas y adultos mediante su alimentación, extrayendo la savia de la planta. Algunos son: enanismo general, abortos florales, daños en frutos y deformaciones en hojas, entre otros.

Se utiliza, de forma general, el ácaro depredador Amblyseius swirskii, cuyo control puede ser bastante eficaz si las condiciones ambientales le son favorables y si su población es suficiente en relación con la plaga. Suele encontrarse en las partes altas de la planta de berenjena, donde se encuentra más activo.

Las especies parasitoides Encarsia formosa, Eretmocerus eremicus y Eretmocerus mundus, normalmente empleados en el control de la mosquita blanca, también pueden actuar sobre las poblaciones de araña blanca.

- Mosca blanca. Representa una de las plagas más importantes a nivel mundial, ya que causa graves daños en los cultivos, tanto directos (succión de la savia, segregación de melaza, debilitamiento de la planta, clorosis, etc.) como indirectos (merma de la capacidad fotosintética de la planta, reducción de la cosecha y su calidad, transmisión de virosis, etc.).

La lucha biológica contra estos hemípteros se basa fundamentalmente en la suelta de los siguientes individuos:

  • Parasitoides: Encarsia formosa, Eretmocerus eremicus y Eretmocerus mundus. Las dos primeras parasitan tanto a Bemisia tabaci como a Trialeurodes vaporariorum, mientras que E. mundus es más específica de B. tabaci.
  • Depredadores: Macrolophus caliginosus, Nesidiocoris tenuis, Amblyseius swirskii y Chrysoperla carnea. Los dos primeros son chinches muy voraces que entre sus presas se encuentra esta plaga, igual que el ácaro polífago A. swirskii, mientras que C. carnea es más devoradora de pulgones, aunque en ausencia de éstos se alimenta de huevos y ninfas de mosquita blanca.

- Pulgón. Existen numerosas especies diferentes de estos áfidos, los cuales producen numerosos daños en el cultivo. Los daños directos se deben a la extracción de los nutrientes de la planta, que alteran el balance de sus hormonas de crecimiento, reducen el proceso fotosintético, debilitan la planta, mermando su producción, provocando incluso la muerte de la misma. También hay que tener en cuenta la negrilla generada por las excreciones de los pulgones, que deprecia el valor comercial del fruto, entre otros problemas. El principal daño indirecto, muy importante, es la transmisión de virosis. Hay que prestar especial atención a la presencia de hormigas, ya que existe una relación directa entre éstas y los pulgones.

Su control se ejerce mediante estos insectos beneficiosos:

  • Parasitoides: Aphidius colemani, Aphidius ervi. Avispas que parasitan varias especies de pulgones, aunque A. ervi actúa en especies de mayor tamaño.
  • Depredadores: Aphidoletes aphidimyza, Chrysoperla carnea. Ambas especies son muy voraces en lo que respecta a áfidos. El primero es un mosquito cecidómido, cuya larva ataca a más de 70 especies de pulgón, mientras que C. carnea es igualmente, su estado de larva, el que resulta un gran depredador de numerosas especies de pulgones. En ausencia de éstos, también controla otras plagas como mosca blanca y trips.

Hemos visto cómo existe una gama suficiente de enemigos naturales para combatir de manera natural las plagas presentes en el cultivo de berenjena. De este modo, estas técnicas de control pueden resultar, con el tiempo, una herramienta muy útil. Para ello, es necesario que se siga trabajando y mejorando su aplicación, ya que, de momento, aún no son aceptadas de manera general, debido en gran parte al desconocimiento de su correcto manejo, confundiéndose en ocasiones su supuesta “baja efectividad” con una mala gestión realizada.

Foto icono: D. Richers

Autor: Dpto. de Agronomía Infoagro.


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