1. Introducción
2. Características generales
3. Síntomas y daños
4. Principales tipos en hortícolas
5. Métodos de control
1. Introducción
Los nematodos presentan una gran diversidad, con más de 20,000 especies clasificadas. Se distribuyen por todo el mundo, habitando todo tipo de medios y climas. Numerosas especies parasitan a los animales, en los que producen diversas enfermedades. Sin embargo, los nematodos que centran nuestro interés son los que se alimentan de plantas vivas, conocidos como fitopatógenos. Éstos atacan a especies vegetales de todo tipo, entre las que se encuentran las hortalizas, donde provocan severos daños a los cultivos. Si las condiciones son favorables, pueden reducir considerablemente la producción de los mismos, causando grandes pérdidas económicas. Por tanto, el control de estos organismos resulta fundamental para conservar la viabilidad de las explotaciones hortícolas.
2. Características generales
Antes de abordar los daños que estos patógenos ocasionan a los cultivos y sus métodos de control, vamos a describir brevemente su morfología, así como su movilidad en el suelo y dispersión.
Los nematodos presentan, en general, aspecto de anguila, con forma redonda al realizar un corte transversal, cuerpos lisos no segmentados, sin patas u otros apéndices. En cambio, las hembras de algunas especies se hinchan en la madurez, adquiriendo forma de pera o esferoide. Tienen un tamaño de 300 – 1000 mm. Su diámetro pequeño hace que no sean observables a simple vista, pero se pueden ver con facilidad en el microscopio.
El cuerpo de un nematodo es más o menos transparente al estar cubierto por una cutícula incolora que suele mostrar estrías u otros detalles. Esta cutícula presenta la muda en las sucesivas etapas larvarias.
La mayoría de los nematodos fitopatógenos viven parte de su vida en el suelo, alimentándose superficialmente de las raíces y tallos subterráneos de las plantas. La temperatura, humedad y aireación del suelo afectan a su movimiento e influyen en su supervivencia. Tienen mayor presencia en los primeros 15 cm de profundidad, aunque su distribución en los suelos cultivados es irregular, siendo mayor en torno a las raíces de las plantas susceptibles, a las que en ocasiones siguen hasta profundidades considerables (30 – 150 cm, o incluso más). La mayor concentración de nematodos en la zona radicular se debe principalmente a una rápida reproducción cuando el alimento es abundante, así como a la atracción que tienen por las sustancias liberadas en la rizosfera.
Los nematodos se distribuyen en el suelo muy lentamente por sí mismos. De hecho, la distancia total que puede recorrer un individuo, probablemente, no exceda de un metro por estación. Sin embargo, se mueven con mayor rapidez en el suelo cuando los poros de éste están llenos de agua, especialmente cuando se encuentra inundado. Hay que añadir que, además de su movimiento propio, los nematodos se dispersan con gran facilidad a través de todo lo que pueda desplazarse y lleve adherido partículas de suelo. De este modo, factores como el equipo agrícola, la irrigación, el agua inundada o de drenaje distribuyen a estos organismos en áreas locales, mientras que a grandes distancias su dispersión se produce principalmente por los productos agrícolas y las plantas de los viveros. Las pocas especies que atacan a los órganos aéreos de las plantas, no sólo se mueven en el suelo de la forma anteriormente descrita, sino también son salpicados hasta las mismas por las lluvias o el riego excesivo, o también pueden ascender por sí mismos a las superficies húmedas de las hojas o tallos, propagándose además cuando los órganos de las plantas infectadas entran en contacto con los de las plantas sanas adyacentes.
3. Síntomas y daños
Los síntomas que son visibles en el sistema radicular del cultivo cuando éste es atacado por nematodos aparecen en forma de:
Estos síntomas descritos van acompañados, normalmente, por otros en los órganos aéreos de las plantas, apareciendo principalmente como:
Algunas especies de nematodos prefieren invadir los órganos aéreos de las plantas más que las raíces, produciendo en ellos:
Estos organismos provocan daños mecánicos directos en las plantas en el momento de alimentarse mediante la inyección de saliva en los tejidos. Algunas especies lo hacen con gran rapidez, perforando la pared celular, inyectando saliva en la célula y succionando parte de sus contenidos. Sin embargo, otras especies se alimentan más lentamente, inyectando su saliva de manera intermitente. De este modo, el proceso de alimentación hace que las células vegetales afectadas provoquen una reacción que causa la muerte o el debilitamiento de las yemas y puntas de la raíz, así como la degradación de los tejidos, agallas de varias clases y, por último, los órganos aéreos retorcidos y deformados. No obstante, es importante destacar que los daños provocados a través de la alimentación son, en general, menos importantes, salvo en los casos en que las poblaciones de estos fitopatógenos sean muy grandes. Así, los principales daños que sufren los cultivos se deben a las interacciones bioquímicas que ocurren entre la planta y el nematodo, las cuales afectan negativamente a su fisiología general y, también a la función de éstos de proporcionar puntos de entrada a otros patógenos.
Las enfermedades producidas por los nematodos a las plantas son complejas. Como hemos dicho, pueden actuar solos o en compañía de otros agentes dañinos. Se conocen varias enfermedades procedentes de la interacción hongos – nematodos. Así pues, la marchitez causada por Fusarium aumenta en severidad e incidencia cuando las plantas están infectadas también por nematodos. Se han observado también efectos similares en interacciones con Verticillium, Pythium, Rhizoctonia y Phytophthora, aunque en ninguno de estos casos el nematodo transmite al hongo.
Por el contrario, se conocen pocos casos de interacciones entre bacterias y nematodos. Algunos ejemplos son los producidos con las bacterias Pseudomonas solanacearum, Clavibacter michiganense y Pseudomonas margínala. En la mayoría de los casos la función del nematodo es proporcionar a las bacterias un medio de infección, facilitando así su trabajo.
Mucho mejor se conocen las relaciones existentes entre los nematodos y los virus. Algunos virus que atacan a los cultivos, tales como los de la mancha anular del tomate, anillo negro del tomate y mancha anular de la frambuesa son transmitidos a través del suelo por medio de nematodos vectores.
4. Principales tipos en hortícolas
En términos de hábitat, los nematodos patógenos pueden clasificarse en dos grupos:
Ambos grupos pueden ser migratorios (viven libremente en el suelo y se alimentan de las plantas sin fijarse a ellas) o bien sedentarios (una vez que han penetrado en las raíces permanecen fijas a éstas).
Los nematodos ectoparásitos engloban a los tipos anillados (sedentarios) y daga, picador y de la raíz escobilla (migratorios). Los endoparásitos incluyen a los nematodos formadores de quistes y del nudo de la raíz (sedentarios) y a los tipos espiral, perforador y del achaparramiento de las plantas (migratorios).
Hay especies de nematodos específicas de determinados cultivos, como es el caso de los cereales, los cítricos, el plátano, etc.
Vamos a nombrar a los principales que afectan a hortalizas. Son los siguientes:
4. Métodos de control
Como hemos visto, la diversidad de especies, así como la complejidad de sus procesos de ataque, interaccionando con otros patógenos hace difícil el control de los nematodos. No obstante, existen varios métodos para combatirlos, aunque ciertos factores como los costes y determinados tipos de cultivo, limitan una aplicación óptima en algunos casos.
En lo que respecta a los métodos de control, siempre resaltamos la importancia de combinar los distintos métodos disponibles para conseguir una mejor eficacia. Este caso no es distinto, siempre que se respeten las indicaciones de uso de los productos fitosanitarios empleados.
La estrategia más recomendada, si es posible, es llevar a cabo una desinfección del suelo previa al cultivo, cuando éste aún no se ha plantado. Generalmente, para este proceso se emplean métodos físicos (solarización, efecto de altas temperaturas), químicos (nematicidas) o combinación de ambos. Es importante destacar que, aunque se haya desinfectado el suelo, nunca queda limpio por completo porque quedan individuos en forma de quistes que son resistentes. Más adelante, con el cultivo establecido, es recomendable la aplicación de nematicidas para controlar el estado de la población.
A este respecto, existen en el mercado diversos productos de origen, tanto biológico (basados en hongos, nematodos depredadores, bacterias, etc.) como químico, siempre que éstos últimos tengan registro de uso en el cultivo hortícola en cuestión. Algunos de éstos pueden emplearse, incluso en rotación con los productos biológicos. Entre las materias activas más utilizadas destacan floupyram, oxamilo, fenamifos, etc., las cuales se aplican durante el cultivo. Los desinfectantes (aplicación previa, sin cultivo) que, en realidad son biocidas, ya que eliminan, además de nematodos, hongos y malas hierbas, destacan metam Na, metam K y dicloropropeno.
Existen otras técnicas de manejo para el control de nematodos como es el uso de variedades hortícolas, así como variedades de porta – injertos, que ofrecen una mayor resistencia a los ataques de estos individuos. Otra alternativa de manejo puede ser, en el caso de que exista una elevada población, el uso de sustratos (en bolsas o recipientes) para el cultivo. De este modo, las raíces estarán aisladas del suelo, evitando con ello el peligro de infección. Además, la rotación de cultivos puede ser de utilidad en algunas ocasionas debido a que determinadas especies de nematodos son específicos de un huésped concreto. Si se cambia de cultivo, estos patógenos no llevarán a cabo su actividad.
En todo caso, el control de estos fitopatógenos siempre resulta complicado. Si un suelo tiene un historial de ataque de nematodos, habrá que seguir combatiéndolos de manera continua año tras año y, a ser posible durante el desarrollo del cultivo.
Autor: Dpto. Agronomía Infoagro
Foto cabecera: Raíz de tomate con agallas y masas de huevos de Meloidogyne. Junta de Andalucía
Hay más artículos técnicos de estos sectores: Hortalizas, Abonos, Fitosanitarios
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