1. Introducción
2. Ciclo de cultivo del tomate
3. Requerimientos nutricionales en tomate
3.1 Macronutrientes
3.1.1 Macronutrientes primarios
3.1.2 Macronutrientes secundarios
3.2 Micronutrientes
4. Curva de absorción de nutrientes en tomate
5. Bibliografía
1. Introducción
El equilibrio nutricional en tomate es fundamental para obtener producciones altas y de calidad. Además, con una buena nutrición de la planta evitamos la aparición de desórdenes, debido a carencias o excesos de algún nutriente. Por eso, para llevar a cabo cualquier plan de abonado es primordial realizar las curvas de absorción de los nutrientes, que nos informan de las necesidades nutricionales del cultivo durante todo su ciclo y nos indican cuando debemos de aportar o no algún nutriente en concreto.
2. Ciclo de cultivo del tomate
El tomate (Solanum lycopersicum L.) es una solanácea de porte arbustivo que se desarrolla bien en un amplio rango de latitudes, suelos y temperatura, aunque prefiere ambientes cálidos con buena iluminación y drenaje. Es moderadamente tolerante a la salinidad y sus frutos son bayas globulares, aplastados u ovoides con un peso variable que puede oscilar entre 5 y 500g. Su ciclo de cultivo es anual y se pueden diferencian las siguientes fases:
3. Requerimientos nutricionales en tomate
Los nutrientes minerales están en un estado dinámico en el suelo. La planta toma los nutrientes minerales que necesita en forma soluble (disolución) o por intercambio iónico.
Se asume que los elementos esenciales para las plantas son dieciséis y cuatro son no esenciales (Rb, Sr, Al y Ba) para algunas plantas (Navarro, S. y Navarro, G., 2003). De los dieciséis elementos esenciales tres son no minerales, carbono, hidrógeno y oxígeno (C, H y O) que se absorben del agua y de la atmósfera, y el resto minerales que provienen del suelo, principalmente (Inpofos, 1997).
3.1. Macronutrientes
Los macronutrientes son aquellos elementos esenciales que las plantas necesitan en mayor cantidad. Dentro de estos se diferencian entre primarios (N, P y K) y secundarios (Ca, Mg y S).
3.1.1 Macronutrientes primarios (N, P y K)
Los macronutrientes primarios son los primeros en ser deficientes en el suelo porque las plantas usan cantidades relativamente altas de estos nutrientes durante todo su ciclo.
El nitrógeno (N) es uno de los elementos más importantes para el desarrollo de las plantas ya que forma parte de numerosas biomoléculas esenciales para la vida, como el ATP (Ascon-Bieto y Talón, 2001). El contenido de N en el suelo es muy variable y depende del contenido en materia orgánica que tenga. Aproximadamente, un suelo puede contener entre 0.01 y 0.4 % de nitrógeno total (Quevedo y Villagarcía, 1986). En general, se considera que el nitrógeno se corresponde con un 2% del peso seco de la planta (Navarro, S. y Navarro, G., 2003). Sus mayores contenidos se encuentran en los tejidos jóvenes (5.5-6.5% del peso seco) que con la edad disminuyen. Aproximadamente de 2,2 a 2,4 kg de N se requiere por cada tonelada de tomate producido.
El fósforo (P) es constituyente de muchos compuestos esenciales, como los aminoácidos, vitaminas, enzimas, fosfolípidos, etc. La cantidad en los suelos es relativamente baja pero variable, de 0.012 a 0.2%, y no está sometida a pérdidas por lixiviación como el nitrógeno, por lo que tiende a acumularse en las capas superficiales del suelo (Aldrich y Leng, 1974). Se encuentra en todos los tejidos de la planta en cantidades variables, pero se considera que el fósforo presente en la planta está entre un 0.5-1% del peso seco (Navarro, S. y Navarro, G., 2003). En tomate, el fósforo se requiere durante todo el cultivo, pero el aporte en fases tempranas del cultivo ayuda a un buen crecimiento radicular y floral. Sus mayores necesidades se dan en la fase de floración y engorde del fruto. Aproximadamente se requieren entre 0,2 a 0,4 kg de P por tonelada de fruto.
El potasio (K), después del nitrógeno, es el macronutriente requerido en mayor cantidad por las plantas. Participa en procesos como la respiración y la fotosíntesis, pero juega un papel muy importante en la regulación del potencial osmótico de las células y tejidos vegetales. Se considera que entre 1-2% de la cantidad total de K en el suelo es asimilable. El potasio se encuentra en las partes vegetativas, frutos carnosos y tubérculos en una proporción de entre un 2-5% del peso seco (Marschner, 1986). En tomate, la demanda más alta de K ocurre durante el crecimiento del fruto, llegando a requerir entre 2,6 a 3,6 Kg de K por tonelada de fruto. El abonado potásico esta muy influenciado por la presencia de cloruros en las aguas de riego y por la cantidad de nitrógeno. En riego localizado, la relación N/K debe mantenerse entre 0,4 y 0,8 a partir del inicio de la recolección para conseguir frutos consistentes y de buena calidad.
3.1.2 Macronutrientes secundarios (Ca, Mg y S)
Los macronutrientes secundarios son elementos también necesarios para el desarrollo de las plantas, pero en menor proporción que los primarios.
El calcio (Ca), después del K, es el elemento mineral más abundante en las plantas. Su presencia es fundamental para mantener la estructura del suelo, además de tener un papel importante en la química del complejo absorbente, que influye en la asimilación de otros elementos esenciales, como es el K, Fe, Cu, etc. Es un elemento poco móvil, de ahí que se acumulen en los órganos viejos y solo se encuentre un 5% en los frutos. Su cantidad en las plantas es variable, de modo que en cereales nos encontramos un 0.09%-0.59% grano/paja, mientras que en la col puede alcanzar hasta un 4.19% en peso seco (Navarro y Navarro, 2003). En tomate, las necesidades mayores de calcio se dan desde la floración hasta la cosecha del fruto. Aproximadamente se requieren alrededor de 1,5 a 1,7 kg de Ca por tonelada de fruto.
El magnesio (Mg) es fundamental para la fotosíntesis al ser un constituyente de la molécula de clorofila, pero además tiene un papel muy importante en la síntesis de proteínas y en la formación de ARN en el núcleo. A diferencia del calcio, el magnesio es muy móvil por el floema por lo que se traslada fácilmente desde las hojas adultas a las jóvenes en caso de deficiencia. Su contenido medio en las plantas es de un 0.5% en peso seco, siendo las semillas las que más contienen este elemento. En tomate, los requerimientos totales de Mg están entre 0,3 a 0,6 kg de Mg por tonelada de fruto o entre el 0,15-0,35% del peso seco de las partes vegetativas. Durante la fase de floración es cuando se dan las mayores necesidades de este elemento.
El azufre (S) forma parte de aminoácidos, proteínas y hormonas que las plantas las toman principalmente del suelo, aunque también lo pueden obtener de la atmósfera, pero en menor proporción. Es un elemento muy móvil por el xilema que se incorpora rápidamente a la estructura de los metabolitos. En tomate, las mayores necesidades de S se dan durante las etapas de crecimiento que están alrededor de 0,6 a 0,9 kg de S por tonelada de fruto.
Autor: Dpto. Agronomía Infoagro
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