Pulgón en el cultivo de sandía
1. Introducción
2. Descripción y ciclo biológico
3. Propagación y daños
4. Métodos de control
1. Introducción
Los áfidos o pulgones constituyen un amplio grupo de insectos, existiendo una gran variedad de especies que atacan, tanto en horticultura como en agricultura tradicional, en silvicultura y en espacios verdes o jardines. Respecto a los cultivos hortícolas, hay especies que afectan a un solo cultivo (monófagas) y otras que lo hacen a varios (polífagas). En el cultivo de la sandía las principales especies de pulgón presentes son Aphis gossypii y Myzus persicae, que pueden ocasionar importantes pérdidas económicas debido fundamentalmente a su gran capacidad reproductora, rápida propagación y resistencia a los tratamientos químicos. Por tanto, es una plaga que puede causar graves daños, siendo necesario prestar mucha atención para controlar su desarrollo.
2. Descripción y ciclo biológico
De forma general, los pulgones son insectos blandos de forma globosa, con 6 patas y antenas. Presentan un aparato bucal picador – chupador, por lo que están provistos de un largo pico articulado que clavan en el vegetal. En la zona final del abdomen disponen de dos sifones por los cuales segregan sustancias céreas. A continuación, vamos a describir las características específicas, tanto morfológicas como biológicas, de ambas especies de pulgón.
Aphis gossypii
- Ninfas: Miden 0.5 – 1 mm y son muy similares a los adultos ápteros. Las que se transformarán en adultos alados presentan primordios alares en los estados más tardíos.
- Adultos: Son más pequeños que el resto de áfidos (aproximadamente 1.2 mm) con un cuerpo blando de color amarillo a verde oscuro y la cabeza y el tórax de color negro.
- Hembras ápteras: Miden 1 – 2 mm con cuerpo piriforme de color variable entre amarillo, verde claro y verde oscuro. Los individuos de color claro son de menor tamaño que los oscuros. Los sifones suelen ser de color negro y las antenas son más cortas que en los adultos alados.
- Hembras aladas: Son ligeramente más pequeñas, de color verde amarillo, con la cabeza y el tórax negros. Las antenas son más largas que las de las hembras ápteras. Las alas reposan sobre el abdomen cuando el individuo se encuentra en reposo.
En lo referente a su ciclo biológico, no tienen fase sexuada, se reproducen por partenogénesis (a partir de hembras, sin aparición de machos) mientras las condiciones climáticas son óptimas. Las hembras partenogenéticas son vivíparas y dan a luz una media de 4 – 5 ninfas hembras diarias durante 15 días. Pueden dar alrededor de 50 generaciones al año en condiciones favorables. La temperatura ideal para su reproducción está entre 21 o y 27 °C, aunque a diferencia de otros áfidos, pueden soportar temperaturas elevadas. El periodo ninfal se completa en 7 – 8 días. En las zonas templadas pasan el invierno en forma de huevo, pero en las zonas tropicales o en los invernaderos (o malla sombra), se alimenta y se reproduce continuamente. Al llegar la primavera, comienzan de nuevo el ciclo reproductivo. La aparición de individuos alados responde a la necesidad de trasladarse de una planta colapsada a otra sana.
Myzus persicae
- Ninfas recién nacidas: Son de color amarillento uniforme, destacando los ojos oscuros.
- Ninfas de áptera: Pasa por cuatro estados en los que efectúa la muda del exoesqueleto, formándose en el último estado la adulta áptera. Son de color variable: verdes, amarillas o rosadas. Su cuerpo puede presentar algunas manchas oscuras.
- Ninfas de alada: También son de coloración variable: verdes, amarillas o rosadas.
- Adulta áptera: Tiene forma ovalada, de mayor longitud que la hembra alada (1.5 – 2.5 mm). Su cuerpo es de color verde pálido o verde amarillento, con manchas longitudinales oscuras, aunque a veces aparecen coloraciones rojizas o rosadas. Tiene antenas largas, claras en su base que oscurecen gradualmente hacia el ápice.
- Adulta alada: Menos ovalada que la áptera, con una coloración variable. La cabeza es oscura y el tórax negro brillante, mientras que el abdomen es de color verde, con una mancha dorsal negra. Las antenas son ligeramente más largas que el cuerpo, de color oscuro, con la base del tercer segmento de color claro y los ojos de color rojo.
Estos pulgones pueden reproducirse tanto de forma sexual como por partenogénesis, aunque es ésta la que predomina. La reproducción sexual parece encaminada a cumplir los objetivos de mantener la riqueza genética de las especies y originar el estado de huevo, capaz de soportar las condiciones ambientales más extremas. En cambio, cuando la reproducción es partenogenética, la principal característica es la viviparidad, lo que significa que la hembra pare directamente a las ninfas que se han desarrollado previamente en su interior. Esta característica permite un rápido crecimiento de las poblaciones, ya que todos los individuos de la colonia originan nuevas ninfas, sin que exista un tiempo previo, como ocurre con las plagas ovíparas. De este modo, las ninfas recién nacidas contienen ya embriones en desarrollo en su interior.
3. Propagación y daños
Esta plaga se encuentra ampliamente distribuida en regiones tropicales y templadas de todo el mundo. Se localiza en los brotes tiernos, flores y frutos de un gran número de cultivos agrícolas, especialmente las cucurbitáceas.
Puede observarse durante todo el año, aunque las densidades poblacionales varían según las condiciones ambientales. Así, por ejemplo, la temperatura óptima para el desarrollo de Myzus persicae es de 26 º C, habiéndose observado una duración de su ciclo de 7 días a 24 º C. Los valores críticos de desarrollo son: superiores a 30 º C e inferiores a 6 º C.
También, factores como el fotoperíodo o la calidad de la luz afectan a la tasa reproductiva, tiempo de desarrollo y capacidad de vuelo de estos insectos.
En cuanto a su propagación en el cultivo, los pulgones se distribuyen normalmente por focos, localizándose en el envés de las hojas. La distribución en plantas de una misma línea es más rápida que en plantas de líneas distintas, dependiendo de la densidad del cultivo y del marco de plantación.
Los daños que ocasionan los pulgones al cultivo se pueden clasificar en directos e indirectos:
- Directos. Se deben a la alimentación sobre la planta, entre los que se destacan:
- Indirectos. Como consecuencia de la alimentación pueden generarse los siguientes daños:
Todos estos daños se traducen en una disminución de la producción final, que en ataques graves puede ser del 100 %.
4. Métodos de control
Para controlar esta plaga de manera eficaz, o al menos mantener unos niveles de población aceptables, es preciso compatibilizar los distintos métodos de control de que disponemos, empezando por llevar a cabo unas medidas culturales preventivas, en las cuales se aconseja:
Control biológico
Los principales enemigos naturales utilizados para combatir a los pulgones son:
- Parasitoides: Aphidius matricariae, Aphidius colemani, Aphidius ervi, Aphelinus abdominalis, Lysiphlebus testaicepes.
- Depredadores: Adalia bipunctata, Aphidoletes aphidimyza, Chrysoperla carnea, Chrysopa formosa, Coccinella septempuntata, Sphaerophorbia ruppellii.
- Hongo patógeno: Verticillium lecanii.
Control Químico
Si al aplicar estos organismos que acabamos de citar se consigue un nivel de parasitismo superior al 60 % no se considera necesaria la realización de tratamientos fitosanitarios. Unos criterios de intervención orientativos para actuar con productos químicos pueden ser:
A la hora de realizar los tratamientos se recomienda:
Hay algunos productos comerciales que contienen materias activas como: imidacloprid, pirimicarb, oxamilo, piretroides sintéticos (cipermetrín, deltametrín, …) y más. El problema que tienen estos productos es que eliminan también a los enemigos naturales, quedando los pulgones supervivientes libres para desarrollarse. En este sentido, es preferible aplicar materias activas que sean respetuosas con estos organismos, aunque haya que tratar alguna vez más. Algunas de estas materias compatibles son: aceite de parafina, azadiractín, pimetrozina, piretrinas naturales, sales potásicas de ácidos grasos vegetales, etc.
En definitiva, es necesario llevar a cabo un uso racional de los productos fitosanitarios y poder combinarlo con los otros métodos de control. Al final se trata de ser eficientes, pero también responsables.
Autor:
Dpto. Agronomía Infoagro.com
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