EL NUEVO MODELO DE CONSUMO DE FRUTAS Y HORTALIZAS. ANÁLISIS SOCIOECONÓMICO. (1ª parte) Resumen |
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RESUMEN
El consumo es una variable económica y fundamental como componente de la demanda agregada y, en su dimensión microeconómica, como soporte de la demanda de bienes y servicios. Actualmente, en el consumo de productos alimentarios en general y, particularmente, en el de frutas y hortalizas en fresco, se esta experimentando un proceso de cambio, pasando de un consumo indiferenciado, basado en la cantidad y el precio, a un modelo basado en la diferenciación y segmentación a partir de factores como las tendencias demográficas y sociales, la incorporación a la función de demanda de nuevas características y valores relativos al producto. Esto induce, por una parte, una nueva definición del producto -en términos de características y valores intrínsecos y extrínsecos- y del consumidor, definido como ser social, determinado por factores como nivel de renta, lugar de residencia, hábitat, etc. en el caso especial, a partir de un atraso relativo, se ha producido una rápida evolución de las pautas de consumo que tienden a igualarse a los modelos vigentes en los países desarrollados europeos.
En esta comunicación se analizan estadísticamente los factores configuradores del consumo de productos hortofrutícolas en fresco en España, a partir de las principales variables socioeconómicas, al objeto de definir más tipologías aproximativas del consumo, del consumidor y del producto/mercado alimentario de calidad.
1. INTRODUCCIÓN
El consumo es una variable económica fundamental ya que, en su dimensión macroeconómica, es el componente fundamental de la demanda agregada por su importancia cualitativa y por su incidencia sobre el resto de las variables y, en su dimensión microeconómica, constituye el soporte básico de la demanda de bienes y servicios, por tanto se define como uno de los motores fundamentales de la actividad económica (Gimeno, 2000)
La teoría económica convencional se basa en dos principios esenciales. En primer término, el principio de racionalidad que supone que el consumidor opta por determinados bienes en función de la maximización de la función de utilidad y, en segundo término, el principio de la restricción presupuestaria -presupuesto o renta disponible- que relaciona la decisión de compra de cierto número de bienes a un precio determinado según su disponibilidad económica. Esto se traduce en considerar al consumidor como un agente individual racional que elige los productos en un mercado abierto, de acuerdo a los dos principios enunciados anteriormente, con arreglo a preferencias dadas y estables, y con un alto nivel de información o, alternativamente, un bajo coste de captación de la misma.
Pero se trata de una teoría rígida y reduccionista debido que en términos generales, sólo establece una relación entre consumo y renta disponible siendo las restantes variables escasamente significativas, como una versión lineal y meramente cuantitivista de un fenómeno complejo, define un modelo de consumidor como individuo infrasocializado, y al acto de consumo como una acción individual, cuando realmente ambos aparecen socialmente determinados por la posición del primero en la sociedad. Particularmente contextualizado en el marco de la familia o el hogar como una unidad de consumo más amplia. Las preferencias de los consumidores no pueden considerarse siempre, ni aún frecuentemente, como dadas y estables sino como problemáticas y cambiantes y, el objeto de consumo no puede reducirse a la dimensión de utilidad material sino que es pluridimensional, expresando valores intangibles de carácter simbólico (Alonso, Rebollo, Oubiña, 2000 y Pérez Díaz, 2000)
Un marco de referencia metodológico más amplio, definido a partir de la experiencia del consumo de masas, se fundamenta en principios como:
El individuo no puede ser considerado, reduccionistamente, como consumidor aislado, la función económica del consumo no puede ser disociada de la de producción, ni la actividad económica puede ser aislada del conjunto de relaciones sociales, el consumidor adopta sus decisiones de compra y consumo como resultado de un complejo de variables internas y externas, entre las que destacan su posición social, disponibilidad económica, etc., y el consumo no es dado y estático sino que evoluciona como consecuencia de una serie compleja de factores interrelacionales que determinan su nivel y estructura en cada período.
En términos más amplios, trascendiendo las características de la unidad de consumo o del consumidor y del acto de consumo, los sistemas o modelos de consumo, socialmente determinados, han conocido una evolución reciente -durante el siglo XX- con dos grandes etapas. En primer lugar, la marcada por el fordismo clásico, que supone el paso del modelo de consumo tradicional, definido por elementos como el autoconsumo o la vinculación estricta a los ciclos estacionales de la producción, al de consumo de masas, a través de una revolución del valor de cambio y, correlativamente, de las formas adoptadas por los valores de uso de los objetos en el marco del mismo proceso de producción de mercancías, modificando las relaciones sociales articuladoras de su entorno. De esta forma la normalización y estandarización de la producción implica la del producto e, iterativamente, la de los modos de consumo.
En segundo lugar, el éxito del modelo fordista en los países desarrollados implica que, con la masificación de la producción/consumo, se pasa de “mercados no cubiertos” -tipicamente fordistas-, en permanente expansión, amplios, estables y autorregulados a “mercados cubiertos” en sectores decisivos del consumo de masas, definidos por la saturación de los mercados, la inestabilidad de los volúmenes de producción y la alta variabilidad en las gamas de producto con una fuerte dinámica en la aparición de nuevos productos respondiendo a nuevas demandas segmentadas a través de características y valores como calidad, seguridad, prestaciones específicas del producto/mercado -formatos- a las que el modelo fordista no proporciona respuesta adecuada. El efecto fundamental es la fragmentación, dualización y segmentación del universo mercantil, flexibilizando el uniforme mercado fordista de masas en esferas -gamas y productos principalmente- con diferentes niveles de autonomía, correspondiéndose con la denominada especialización flexible en la esfera de la producción la cual responde a segmentos y nichos de demanda diferenciados, basados en grupos de consumo segmentados a partir de tendencias de consumo diversas -estilos, modos de vida, etc.-, en línea con la fenomenología postfordista de la sociodiversidad.
A partir de ello, la situación actual puede caracterizarse como de transición, definida por la convivencia de dos modelos de consumo, el modelo mayoritario y normalizado, con carácter esencialmente fordista, de consumo masivo de productos con bajo nivel de diferenciación y el modelo emergente, incipientemente en algunos casos, de carácter postfordista, segmentado, flexible y desmasificado, en relación con identidades e intereses tendenciales de grupo social, de valores de producto/mercado -oportunidad, conveniencia, tamaño, formato- y de valores intrínsecos del producto -prestaciones, calidad, seguridad, etc.- que generan nichos comerciales específicos (Alonso Benito, 2000)
En el consumo de alimentos, la tendencia dominante en los países desarrollados, es la transición desde un modelo basado en la cantidad y en el precio, en productos homogéneos, con un bajo nivel de diferenciación, por una demanda con altas tasas de crecimiento anual., y por la disminución paulatina del porcentaje de gasto dedicado a alimentación en el conjunto del presupuesto familiar. Este modelo de carácter fordista, alcanza su madurez por efecto de las transformaciones demográficas, sociales y económicas y tiende al estancamiento siendo sustituido nuevo modelo determinado por los factores siguientes:
A partir de ellos el nuevo modelo emergente de consumo alimentario aparece definido por.
En síntesis, el nuevo modelo de consumo alimentario, especialmente de productos hortofrutícolas, se pueden definir como aquel que responde a las nuevas pautas sociales de un mercado segmentado horizontal y verticalmente, demandando la incorporación al producto de una serie de características y valores añadidos, especialmente los relacionados con la calidad, seguridad, naturalidad, diferenciación, accesibilidad, oportunidad y conveniencia. Por el contrario, el precio deja de ser un factor determinante exclusivo debido tanto al incremento de la productividad y de la renta disponible, lo que se traduce en que este aumento de la capacidad adquisitiva adicional se puede destinar a la adquisición de calidad y valores añadidos, que solo se reflejan parcialmente en el precio final del producto.
En el caso de España, evoluciona hacia la identificación con el modelo propio de los países desarrollados pero con dos elementos peculiares: un cierto grado de diversidad geográfica, determinado por características productivas territoriales tradicionales que condicionan pautas de consumo, aunque con tendencia a converger y homogeneizarse en relación con los procesos de urbanización del nivel de vida y de pautas socioculturales uniformizadoras y, la inserción en el ámbito caracteriológico de la dieta mediterránea, concepto ambiguo, impreciso y diverso, pero que determina pautas comunes en el consumo de alimentos de origen vegetal.
2. EL CONSUMIDOR
2.1. Metodología
La determinación de las características del consumo y del consumidor en relación con los valores que definen la calidad, según normalización, segmentación, etc., del productos hortofrutícola en fresco es problemática debido a la carencia de información específica. En este apartado se realiza una aproximación inicial y elemental, a partir de la información proporcionada por el panel de consumo del M.A.P.A., correspondiente a los años 1993-1997.
A partir de ellos se pretende establecer la demanda directa de frutas y hortalizas en el hogar, analizando los principales factores que los caracterizan. Partiendo de estos datos se ha calculado la elasticidad precio demandada y la elasticidad renta demandada por status socioeconómicos. Sobre la misma base se ha efectuado un análisis para determinar las tipologías de los consumidores a partir de la correlación entre pares de variables, para medir el grado de asociación lineal entre status socioeconómico de los consumidores y las zonas geográficas, el tamaño de hábitat y el tamaño familiar. Para ello hemos obtenido el coeficiente de correlación de Pearson.
2.2. Elasticidad.
En los productos hortofrutícolas no se observan grandes alteraciones al cambiar una de las variables de la función de la demanda, presentando tanto la elasticidad precio-demanda y la renta-demanda, esta última calculada a partir del gasto anual del hogar, muy baja, nunca superior a la unidad.
ELASTICIDAD PRECIO DEMANDA
BAJO |
MEDIO |
MEDIO |
MEDIO |
|
Tomate |
-0,111 |
-0,094 |
-0,087 |
-0,082 |
Pimiento |
-0,022 |
-0,017 |
-0,016 |
-0,017 |
Coles |
-0,021 |
-0,017 |
-0,016 |
-0,017 |
Lechuga |
-0,036 |
-0,032 |
-0,030 |
-0,028 |
Melón |
-0,078 |
-0,072 |
-0,059 |
-0,068 |
Sandia |
-0,099 |
-0,095 |
-0,072 |
-0,070 |
Limón |
-0,020 |
-0,016 |
-0,016 |
-0,016 |
Naranja |
-0,203 |
-0,160 |
-0,159 |
-0,169 |
Mandarina |
-0,041 |
-0,038 |
-0,035 |
-0,034 |
Albaricoque |
-0,004 |
-0,003 |
-0,004 |
-0,004 |
Melocotón |
-0,032 |
-0,028 |
-0,026 |
-0,028 |
Ciruela |
-0,008 |
-0,006 |
-0,007 |
-0,007 |
Uva de Mesa |
-0,010 |
-0,009 |
-0,007 |
-0,008 |
Fuente: Elaboración propia.
ELASTICIDAD RENTA DEMANDA - Según el Gasto Anual del Hogar (GAMH)
BAJO |
MEDIO |
MEDIO |
MEDIO |
|
Tomate |
0,02331 |
0,01399 |
0,00975 |
0,006 |
Pimiento |
0,00717 |
0,00404 |
0,00277 |
0,002 |
Coles |
0,00280 |
0,00183 |
0,00122 |
0,001 |
Lechuga |
0,01153 |
0,00717 |
0,00515 |
0,003 |
Melón |
0,01191 |
0,00760 |
0,00513 |
0,004 |
Sandia |
0,00890 |
0,00573 |
0,00363 |
0,003 |
Limón |
0,00431 |
0,00242 |
0,00184 |
0,001 |
Naranja |
0,03389 |
0,01909 |
0,01462 |
0,011 |
Mandarina |
0,00855 |
0,00554 |
0,00406 |
0,003 |
Albaricoque |
0,00131 |
0,00074 |
0,00066 |
0,000 |
Melocotón |
0,00792 |
0,00497 |
0,00365 |
0,003 |
Ciruela |
0,00238 |
0,00128 |
0,00111 |
0,001 |
Uva de Mesa |
0,00348 |
0,00229 |
0,00144 |
0,001 |
(*) Se han tomado como datos del Gasto los siguientes: Status Bajo: 635.000/1000; Status Medio Bajo: 908.000/1000; Status Medio: 1.193.000/1000; Status Alto: 1.731.000/1000.
Fuente: Elaboración propia.
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