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Evaluación de fungicidas y productos vegetales en el combate de la sarna polvorienta de la papa

Resumen.
1. Introducción.
2. Material y métodos.
3. Resultados y discusión.
     3.1. Producción de tubérculos totales.
     3.2. Proporción de tubérculos comerciales.
4. Agradecimientos.
5. Referencias.


 
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Resumen.

Spongospora subterranaea es el agente causal de la sarna polvorienta de la papa (Solanum tuberosum), enfermedad que afecta directamente el valor comercial y productividad del cultivo. En el estado Mérida, Venezuela, se ha observado recientemente un incremento en la incidencia de la enfermedad, causando pérdidas hasta del 100% del producto comercial. No existe un método de control efectivo, por lo que se requiere un control integral. Para evaluar el efecto de fungicidas comerciales y productos naturales sobre la incidencia y severidad de la enfermedad, se realizó un ensayo de campo bajo un diseño de bloques al azar. Se evaluaron cinco fungicidas (mancozeb, azoxystrobin, propamocarb, difenoconazol y PCNB) y dos especies vegetales (Lippia origanoides Kunth y Calotropis procera (Ait.) Ait. f.) en dos formas, extractos etanólicos y polvos. Las aplicaciones se realizaron 4 y 8 semanas luego de la siembra. La progenie fue clasificada como A, B o C según su tamaño y peso. Se logró la reducción de la severidad de la enfermedad (P= 0,0365) en tubérculos clase B. Los tratamientos mancozeb, extracto etanólico de L. origanoides, azoxystrobin y polvo de C. procera atenuaron la enfermedad en 2,47; 3,20; 3,82 y 4,08%, respectivamente. No se encontraron diferencias para incidencia (P>0,05). La disminución de la severidad permitió un aumento de los parámetros de producción del cultivo de tubérculos clase B. Se señala la potencialidad de los productos utilizados en el control de la enfermedad bajo las condiciones evaluadas.

1. INTRODUCCIÓN.

La sarna polvorienta de la papa es causada por el protozoario Spongospora subterranea (Wallr.) Lagerh (Qu y Christ, 2007). Esta enfermedad afecta directamente la calidad de los tubérculos, el funcionamiento de la raíz y el crecimiento de su hospedante (Falloon et al., 1998, Lister et al., 2004). S. subterranea, además, es el vector del virus mop-top de la papa (MPTV; Jones y Har r ison, 1969) y se encuentra ampliamente distribuido a nivel mundial, llegando a ser de gran importancia (Christ, 1987), especialmente en Europa (Merz, 2000b; Wale, 2000), Nueva Zelanda (Genet et al., 1996) y los EEUU (Christ, 2002). Recientemente, en Venezuela se ha observado un incremento de la incidencia y la distribución de la enfermedad en diversas localidades hortícolas del estado Mérida, ocasionando pérdidas de hasta un 100% del producto (Ortega y Rodríguez, 2004) por lo que regionalmente comienza a representar un factor de consideración en la producción de este cultivo.

El agente patógeno sobrevive en el suelo en forma de zoosporangios agregados en soros, de donde se liberan zoosporas que infectan las células de las raíces y los estolones. De estas infecciones primarias se desarrollan zoosporangios que eventualmente liberan zoosporas secundarias, las cuales inician numerosos ciclos de infección en las células de la raíz y de los tubérculos del hospedante (Falloon et al., 2003) . En estos últimos, S. subterranea causa pústulas superficiales con abundantes soros que afectan el valor comercial de los tubérculos (Qu et al., 2006).

Las primeras etapas del cultivo parecen ser el momento crítico para la infección por parte de S. subterranea (Diriwächter y Parbery, 1991), lo cual ha sido demostrado, también, al no observarse aumento de la incidencia de la enfermedad cuando los tubérculos alcanzan la madurez (Van der Graaf et al., 2005). En variedades de papa de la sub-especie tuberosum se pudo definir el momento crítico de infección como aquel comprendido entre los 7 días previos y los 21-28 días posteriores a la iniciación de los tubérculos (De Boer, 2000). En cuanto a las aplicaciones de fungicidas para el control de la enfermedad, se ha sugerido que cuando se utiliza“semilla” infectada, el tratamiento debe ser aplicado a ésta, y cuando el inóculo está presente en el suelo, el tratamiento se debe aplicar en el surco al momento de la siembra (Falloon et al., 1996).

El patógeno no solo afecta la apariencia de los tubérculos, sino que también es capaz de restringir la capacidad de absorción de nutrientes y agua por parte de la raíz de la planta, comprometiendo su crecimiento y producción, por lo cual un ataque severo de sarna polvorienta puede reducir los rendimientos del cultivo (Falloon et al., 2004; Lister et al., 2004). En este sentido, se ha observado que al controlar al patógeno, los rendimientos han incrementado un 28% (Falloon et al., 1996). Por otra parte, Shah et al. (2004) no encontraron una relación significativa entre el nivel del inóculo y la producción, indicando que bajo condiciones ambientales favorables, bajos niveles del patógeno en el suelo pueden ser suficientes para generar una disminución del rendimiento, donde la efectividad del producto empleado en el control del parásito jugaría un papel secundario sobre el rendimiento del cultivo. En Venezuela, el nivel de tolerancia permitido para la sarna polvorienta en tubérculos“semillas” con el fin de certificación es de 0% de su superficie afectada (FONAIAP, 1988). En el país, la enfermedad se encuentra en todos los lugares donde se produce el cultivo (Alcalá de Marcano, 1987), indicando que son limitadas las zonas donde pueda lograrse una producción que cumpla con los límites de tolerancia señalados para el patógeno. Por otra parte, la entrada, propagación y popularización de va r iedades como DIACOL-Capiro (Colombia) y Revolución (Perú), sin el debido reconocimiento de su calidad fitosanitaria (Ortega y Rodríguez, 2004), en conjunción al uso popularizado de semilla no certificada, genera un ámbito en el cual se torna difícil cumplir con los parámetros establecidos para la certificación de tubérculo“semilla”.

El control de S. subterranea es particularmente difícil debido a su capacidad de producir esporas de resistencia, las cuales facilitan su persistencia tanto en el suelo como en la semilla asexual. No obstante, existen resultados promisorios con el uso de productos químicos tales como fluazinam, flusulfamida, mancozeb, cyprodanil y dichlorophen- Na, los cuales han sido capaces de incrementar tanto el porcentaje de tubérculos sanos como la productividad del cultivo (Braithwaite et al., 1994; Falloon et al., 1996; Genet et al ., 1996). Sin embargo, a excepción del mancozeb, los fungicidas que han mostrado el mejor desempeño en el control de la enfermedad no se encuentran disponibles en el mercado nacional, lo cual dificulta la elección de alternativas de manejo.




 

Diversas experiencias han se ñalado la efectividad de extractos de plantas y aceites esenciales en el control de hongos causantes de afecciones foliares, del suelo y de granos almacenados (Bower y Locke, 2000). En este sentido, Rodríguez y Mont i l la (2002) repor taron la disminución del crecimiento micelial y de la marchitez causada por Fusarium oxysporum f. sp. lycopersici en plantas de tomate (Lycopersicon esculentum Mill.) al utilizar extractos de semillas de toronjas (Citrus paradisi M.), por lo que aunque no existen reportes de experiencias similares en el control de S. subterranea, el empleo de esta estrategia podría representar una alternativa de control de la enfermedad.

Se ha señalado que no existe un único método de control que por si solo sea efectivo contra este patógeno y permita la reducción del inóculo o su capacidad de infección (Harrison et al ., 1997; Merz, 2000a; Wale, 2002) y se concuerda en que la solución al problema debe ser abordado de manera integral (Falloon et al., 1998). El objetivo del presente trabajo fue la evaluación del efecto de diversos productos químicos y vegetales sobre la expresión de la enfermedad y el rendimiento.

2. MATERIALES Y MÉTODOS.

El estudio se condujo en una finca de la Parroquia Mucurubá del Municipio Rangel, Estado Mérida, Venezuela (8°41’24’’N, 70°58’12’’O) a una elevación de 3150msnm. El lote de terreno utilizado ha sido sembrado con papa durante los últimos 10 años y la enfermedad se ha presentado con un alto nivel de incidencia. El experimento fue establecido en el periodo mayo-diciembre 2004; para la siembra se utilizó la var iedad DIACOL-Capiro (R-12; Solanum tuberosum L. subsp. andigena Hawkes) la cual tiene un ciclo vegetativo de ~8 meses. Se emplearon tubérculos “semilla” certificados y enteros, sin síntomas aparentes de la enfermedad y se siguieron las labores de cultivo rutinarias de la zona, con aplicaciones foliares de metalaxil contra Phytophtohora infestans.

El ensayo se dispuso bajo un diseño de bloques al azar con 3 repeticiones y 10 tratamientos, cada parcela constó de 4 surcos con 0,9m de separación entre ellos y 0,4m entre plantas. Los tratamientos fueron: control (sin aplicación de producto); mancozeb (9,375kg i.a./ha; Falloon et al., 1996), azoxystrobin (0,4kg i.a./ha), propamocarb (1,5kg i.a./ha), difenoconazol (0,4l i.a. /ha), PCNB (20kg i.a.ha) y productos vegetales obtenidos a partir de hojas de Lippia origanoides Kunth y Calotropis procera (Ait.) Ait. F., en forma de extractos etanólicos (1,5% v/v) y polvos (30g/m lineal).

La obtención de los extractos etanólicos y polvos vegetales, así como el procesamiento de los crudos para su aplicación en el experimento, se realizó siguiendo la metodología reportada por Sanabria et al. (1998) y Marcano y Hasegawa (2002). Las aplicaciones de los tratamientos se realizaron dos veces: 4 y 8 semanas posteriores a la siembra. Los tratamientos líquidos se realizaron directamente al cuello de la planta, aplicando a razón de 600 l·ha-1, utilizando una asper jadora de espalda, y los polvos vegetales se incorporaron bajo la superficie del suelo circundante a esta misma zona.

La cosecha se realizó al momento de madurez del follaje, 8 meses después de la siembra. Se cosecharon los dos surcos centrales de cada parcela experimental, analizándose de éstos una muestra aleatoria de 100 tubérculos. Los tubérculos fueron clasificados en tres clases: A (≥80g), B (<80, >25g) y C (≤25g). La clase A corresponde al tamaño de consumo, la B al tubérculo “semilla” y la C a descarte. Solo se analizaron las primeras dos clases, en forma separada (A y B) y conjunta (A+B). Las variables estudiadas fueron la incidencia de la enfermedad, determinada por el porcentaje de tubérculos con lesiones de sarna, independientemente del número y tamaño de éstas, y la severidad del daño, para lo cual se empleó la escala gráfica propuesta por Falloon et al. (1995); la misma consta de 10 categorías, donde la primera (0) es para tubérculos totalmente sanos y la máxima (10) para 100% de infección. Los porcentajes resultantes de la evaluación se utilizaron para los análisis estadísticos.

Adicionalmente, se registró la producción (kg) por parcela experimental, el número de tubérculos y el peso promedio de los mismos para cada una de las clases evaluadas. Los tubérculos obtenidos en ambas clases propuestas (A y B) fueron clasificados en dos grupos: tubérculos totales (severidad ≥0%) y tubérculos comerciales (TC), siendo estos últimos los que tenían una severidad ≤5% de su superficie (Braithwaite et al., 1994). En los de la clase B (tubérculos “semilla”), además, se discriminaron tubérculos con una severidad ≤2% de la superficie, con el objeto de analizar infecciones menores. Seguidamente, la proporción de los primeros, en cada una de las clases evaluadas, fue determinada tomando en cuenta el valor de dicho porcentaje y el peso promedio de los TC. Se calculó además la producción comerciable por parcela.

La información obtenida fue sometida al análisis de varianza utilizando el programa PC-SAS (SAS Versión 8 para Windows, SAS Institute Inc., Cary, NC, EEUU). Previo al análisis estadístico, se realizó un estudio exploratorio de los datos a fin de realizar la comprobación de los supuestos estadísticos; para ello se realizaron las pruebas de normalidad de los residuos (Wilk-Shapiro), homogeneidad de las varianzas y aditividad del modelo. Los datos obtenidos fueron transformados por el logaritmo natural (ln) cuando la normalización de estos fue requerida. Las medias de los tratamientos fueron comparadas mediante la prueba de mínima diferencia significativa de la relación K de Waller-Duncan (Steel y Torrie, 1980), referida mas adelante como Waller- Duncan.

3. RESULTADOS Y DISCUSIÓN.

3.1. Incidencia y severidad de la enfermedad.

Las pústulas de sarna polvorienta, en sus diferentes estados de desarrollo, se presentaron en un alto porcentaje de tubérculos, no encontrándose diferencias significativas (P>0,05) en cuanto a incidencia de la enfermedad para los tratamientos, en ninguna de las clases evaluadas (A, B y A+B), al igual que entre las clases (P>0,05). Sin embargo, se observó que los productos mancozeb, L. origanoides en forma de extracto etanólico y azoxystrobin tendieron a mostrar los menores valores de incidencia en la clase B. Por otra parte, los niveles de severidad fueron bajos en general, posiblemente debido a condiciones climáticas desfavorables para el desarrollo oportuno de la enfermedad, ya que la cantidad de inóculo en el suelo parece ser de poca significancia (Shah et al., 2004). El análisis de varianzas, sin embargo, mostró diferencias entre los tratamientos para la clase B (P=0,037; Tabla I). Los tratamientos mancozeb, L. origanoides en forma de extracto etanólico, azoxystrobin y C. procera en forma de polvos mostraron los niveles más bajos de severidad (2,48; 3,20; 3,82 y 4,08%, respectivamente). Para el conjunto de clases (A+B), se observó un resultado similar con los tratamientos mancozeb (2,20%) y L. origanoides en forma de extracto etanólico (3,09%).

Se desconoce la fenología de la variedad DIACOLCapiro bajo las condiciones agroecológicas del área de estudio y, en consecuencia, la duración del momento crítico de infección. Sin embargo, algunas características de la sub-especie andigena incluyen la mayor longevidad en el campo (Luján, 1987) y un mayor período de desarrollo de estolones y tubérculos (Hawkes, 1978), con lo cual el momento crítico de infección podría ser mas extenso que el señalado para la subespecie tuberosum (De Boer, 2000).

Tabla I. Incidencia y severidad de la sarna polvorienta de la papa (S. tuberosum L.) causada por S. subterranea en tubérculos producidos de un cultivo tratado con fungicidas o productos vegetales, discriminados en clases A, B y el conjunto (A+B).

 

 

En el presente trabajo, el primer tratamiento se hizo 4 semanas (28 días) después de la siembra y el segundo a las 8 semanas (56 días), lo que parece indicar que las aplicaciones fueron oportunas, para las condiciones climáticas presentadas, ya que la severidad en los tubérculos clase A fue baja. Por otra parte, el que los tubérculos clase B presentaran una severidad mayor (7,20 en el control) sugiere un desar rollo de la enfermedad ligeramente más tarde que lo esperado con la subespecie tuberosum y el efecto de los t ratamientos en el ret raso fue significativo. En otras palabras, un período de tuberización prolongado en la subespecie andigena, combinado con un desarrollo del patógeno, condicionado a una humedad y temperatura apropiadas en el suelo, podrían afectar el número y tamaño de las lesiones presentes al momento de la cosecha.

La aplicación del fungicida en el surco al momento de la siembra, tal como fue sugerida (Falloon et al., 1996), resultó ser efectiva. En el ensayo, además, se realizó una segunda aplicación al momento del aporque, aprovechando la práctica rutinaria del cultivo, lo cual fue acertado y se demuestra en los resultados observados en los tubérculos clase B. Dado que el momento del aporque coincide con el período de tuberización, constituye una segunda oportunidad de control de la enfermedad, por lo que, en suelos infestados, debe considerarse repartir las dosis de fungicidas para aplicar en dos momentos del cultivo de la planta: siembra y aporque.

Tabla II. Producción de tubérculos de papa (Solanum tuberosum L.), porcentaje de tubérculos comerciales (<5%), y producción de tubérculos comerciales por parcela obtenidos en el cultivo tratado con fungicidas o productos vegetales.

3.2. Producción de tubérculos totales.

Se encontraron diferencias significativas en la producción total de tubérculos al analizar las dos clases en conjunto (A+B; P=0,0126), pero no para las clases por separado (P>0,05; Tabla II). Para la producción en conjunto, los mayores rendimientos fueron obtenidos con los tratamientos mancozeb (95,18kg/parcela), C. procera en forma de extracto etanólico (90,66kg/parcela), difenoconazol (87,99kg/parcela) y azoxystrobin (85,84kg/parcela), representando incrementos con respecto al tratamiento testigo del 33,77; 27,41; 23,65 y 20,63%, respectivamente. Se observa una relación directa entre el control de la enfermedad y el incremento en el rendimiento de la planta en los casos de mancozeb y azoxystrobin, tal como ha sido reportado para el primero de estos fungicidas en otros estudios (Falloon et al., 1996). A pesar de que C. procera en polvo y difenoconazole no controlaron significativamente la sarna polvorienta, sí se asociaron a un incremento en la producción, lo que podría considerarse como un estímulo por parte de estos compuestos en la planta.

3.3. Proporción de tubérculos comerciales.

Para la evaluación de esta variable solamente fueron consideradas las clases A y B por separado, debido a los propósitos de cada una de ellas. No se encontraron diferencias significativas (P>0,05) para los tubérculos de la clase A; sin embargo, para la clase B los resultados obtenidos indicaron diferencias tanto para el porcentaje de tubérculos con una severidad ≤5% (P=0,0148), como para aquellos con severidad<2% (P=0,0117). De los tratamientos aplicados, cuatro lograron superar la proporción de tubérculos comerciales (TC) obtenidos con el control (Tabla II). Para el nivel de 5%, los tratamientos L. origanoides en forma de extracto etanólico (70,83% de TC), mancozeb (69,83% de TC), C. procera en forma de polvos (66,33% de TC) y azoxystrobin (65,70% de TC), representaron un incremento de producción del 53,16; 50,98; 43,42 y 42,05%, respectivamente, en comparación con el tratamiento testigo (46,25% de TC). Esto demuestra que mediante la utilización de los tratamientos fue posible incrementar no solo la producción total, sino también, la de tubérculos comerciales. Más aún, con relación a tubérculos clase B con severidades ≤2%, los aumentos con respecto al control (19,13%), fueron del 79,46 al 93,05% para los mismos tratamientos (Tabla II). Esto último indica que en ausencia de semilla totalmente sana, es posible disponer de material de siembra con niveles de infección significativamente bajos, si se aplican los tratamientos evaluados.

Por su parte, la producción comerciable por parcela no mostró diferencias significativas en los tubérculos clase A (P>0,05). No obstante, para la clase B se encontró una clara superioridad (P=0,025) por parte de los tratamientos mancozeb (35,55kg/parcela) y L. origanoides en forma de extracto etanólico (28,81kg/ parcela), logrando aumentos del 130,56 y 81,69%, respectivamente, al comparar con el control (15,42kg/parcela; Tabla II). Es por ello que a pesar de no haberse obtenido reducción de la severidad en los tubérculos clase A, los resultados del análisis en la clase B indican que la reducción de la enfermedad tiene la potencialidad de aumentar el número de tubérculos comerciales y por ende la producción comerciable de una parcela.

4. AGRADECIMIENTOS.

Los autores agradecen a los productores de Mucurubá, estado Mérida, por la cooperación prestada para la realización del trabajo, y al Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado por el apoyo financiero a través del Proyecto 020-AG-2007.

5. REFERENCIAS.

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Autores:

Francisco Bittara, Dorian Rodríguez, María Sanabria, Jesús Monroy, José l. Rodríguez.

 

       
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