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INVERSIÓN INTERNACIONAL Y MULTINACIONALES EN SECTORES HORTOFRUTÍCOLAS DE EXPORTACIÓN (1ª parte)
International inversion and multinationals export of fruits and vegetables

1. Resumen
2. Introducción: Marco Teórico
3. El Caso Del Plátano Como Paradigma
4. Introducción Y Especificación Del Modelo
4.1 Especificación Del Modelo

5. Conclusiones
6. Referencias Bibliográficas


 
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1. RESUMEN

En este trabajo se desarrolla un modelo teórico que pretende reflejar los incentivos de las empresas multinacionales en la inversión directa en la agricultura de los países en vías de desarrollo, en lo que se ha llamado «economías de plantación». Se trata de un modelo de inversión y comercio internacional que incluye bienes intermedios, factores específicos y economías externas. Los resultados ponen de manifiesto cómo la existencia de economías de escala externas ligadas a infraestructuras de transporte y comercialización pueden explicar la concesión de tierra de cultivo a empresas con grandes recursos de capital en países con escasa dotación del mismo.

2. INTRODUCCIÓN: MARCO TEÓRICO

La Nueva Teoría del Comercio Internacional considera que el movimiento internacional de capital se hace tanto dentro de una estructura jerarquizada de la empresa a través de la inversión directa vía multinacionales, como a través del mercado. Además, explica los incentivos y las ventajas competitivas que tienen aquellas empresas para invertir en un tercer país.

La investigación en comercio internacional ha señalado que las empresas tienen distintos motivos para preferir la internacionalización a través de la inversión en vez del comercio. Las causas varían según se trate de la inversión horizontal (la misma producción en distintos países) o de integración vertical (Markusen y Venables, 2000; Markusen, 2002), según la estructura de la propiedad elegida (Stopford y Wills, 1972; Hennart, 1988, 1991; Gomes-Casseres, 1989; Padmabanan y Cho, 1996; Erramilli y Rao, 1990, 1993; Caves y Mehra, 1986; Hennart y Park, 1993; Hennart y Reddy, 1997; López-Duarte y García Canal, 1998) o, según se realice entre países del mismo nivel de desarrollo o en huéspedes subdesarrollados (Zhang y Markusen, 1999; Markusen, 2002).

La teoría de la inversión directa en el extranjero ha evolucionado desde la teoría del comercio neoclásica hasta la teoría de la organización industrial (Claros exponentes de esta corriente son KINDELBERGER (1969), JOHNSON (1970) y CAVES (1971, 1974, 1982), entre otros, que consideran que las ventajas de propiedad de la empresa se fundamentan en la posesión de un derecho de monopolio sobre el acceso a la tecnología, conocimientos y marketing. CAVES además considera que esta ventaja tiene carácter de bien público. Por su parte, VERNON (1966, 1974, 1980) resalta el papel de la innovación tecnológica en el proceso de internacionalización de la empresa desarrollado en varias etapas, a través del modelo del «ciclo del producto».), apoyada por la teoría de la internalización de la empresa en la expansión internacional. Esta visión explica la multinacionalización argumentando que la empresa elige su estructura óptima en cada etapa de producción después de evaluar el coste de la transacción económica (COASE (1937) desarrolla la teoría de la internalización basada en los fallos del mercado y que, entre otros, BUCKLEY y CASSON (1976) y posteriormente RUGMAN (1981, 1982) aplican a las multinacionacionales.). Los costes de localización, características distintivas de la empresa, factores de internalización, variables financieras y factores culturales así como la distancia física, la estructura de mercado, los costes de adaptación al entorno local y de llevar a cabo negocios en ámbito foráneo, se identifican en la literatura como factores que juegan un importante papel en determinar la decisión de entrada a un mercado extranjero (La teoría más relevante y conocida por su carácter ecléctico es la de DUNNING (1974, 1983, 1993, 1995), que pretende integrar las teorías precedentes sobre la expansión internacional y ofrecer un marco de análisis general capaz de explicar no sólo las causas sino también su distribución entre los diferentes países en los que la inversión tiene lugar. Así el paradigma OLI considera que la inversión directa en el extranjero tendrá lugar si se satisfacen las siguientes condiciones: 1) ventajas específicas de propiedad; 2) ventajas de internalización y, si se satisfacen las dos anteriores; 3) ventajas de localización).

Por lo que se refiere a las ventajas competitivas que garantizan el éxito de la empresa multinacional, la teoría del comercio internacional no está unificada al respecto y ofrece una amplia casuística. Los desarrollos teóricos recientes en el ámbito de la organización industrial, como el enfoque de la empresa basado en los recursos, han sido incorporados de forma fragmentaria en los modelos de comercio internacional (Peng, 2001, Ver RIALP-CRIADO et al. (2002) para una revisión de este enfoque y el desarrollo de un modelo de los efectos de los recursos de la empresa sobre el comercio). Uno de los casos específicos de la inversión directa internacional considerada en la literatura es el de las concesiones. Es aquel en el que la empresa posee una dotación de recursos que le permite gozar de una ventaja competitiva en la explotación de un recurso específico (normalmente un recurso natural) en el país huésped. En este caso, el gobierno del país huésped, da la concesión de una licencia industrial — casi exclusiva — a la empresa foránea. Los ejemplos más habituales son los de las industrias extractivas como el petróleo o la minería.

Sin embargo, existe otro tipo de inversión internacional relacionada con las concesiones que no responde a los incentivos comúnmente considerados por la literatura y que es determinante en el comercio del plátano y de otros productos agrícolas como son las frutas y hortalizas. Se trata de las inversiones directas realizadas por empresas multinacionales en países subdesarrollados y que dan lugar a lo que se ha denominado históricamente «Economías de plantación» (Beckford, 1972; Dinham y Hines, 1985) y que pervive en nuestros días con sus rasgos esenciales. Esta economía se basa en la concesión a la empresa multinacional en el país huésped de grandes extensiones de tierra de cultivo y del uso en exclusiva de las infraestructuras de transporte y comercialización.




La peculiaridad de esta concesión es que para la empresa multinacional la integración de la producción agrícola no cuenta como incentivo superar el poder monopolista de los proveedores, normalmente disgregados, ni otras motivaciones convencionales. En lo que se refiere a sus ventajas tampoco se puede justificar la inversión directa por su capacidad tecnológica diferencial.
Antes bien, el desarrollo de una horticultura de exportación requiere la construcción de infraestructuras de transporte y comercialización, intensivas en capital, que tienen la naturaleza de economías externas.

En este contexto, el objetivo de este trabajo es determinar cómo atraen estos países en vías de desarrollo la inversión extranjera (cómo se han generado las economías de plantación), cuáles son las causas del comercio (V.C) y por qué son las multinacionales y no las empresas domésticas las que hacen este comercio.

Con este fin, presentamos un modelo que pretende reflejar los incentivos específicos para la inversión directa en sectores hortofrutícolas de agricultura de exportación por parte de empresas multinacionales así como los motivos que llevan al país receptor de la inversión (país huésped) a dar a cambio la concesión de un factor específico, la Tierra.

Para caracterizar esta situación utilizamos una versión particular de un modelo de comercio con bienes intermedios, factores específicos y economías externas.
Es un modelo discontinuo en el que se comparan distintas alternativas institucionales. El trabajo se ha estructurado de la siguiente manera: en un primer apartado analizamos el caso del plátano como paradigma. El segundo apartado recoge la introducción y especificación del modelo de «Economías de plantación». Por último, el tercer apartado recoge las principales conclusiones y posibles proyecciones del modelo propuesto.

3. EL CASO DEL PLÁTANO COMO PARADIGMA

El plátano es la segunda fruta en importancia en el consumo en los países de la OCDE, que se aprovisiona fundamentalmente a través de las importaciones. Los países exportadores son fundamentalmente países en vías de desarrollo, ubicados generalmente en Latinoamérica (exportan a EE UU y Europa) y en Filipinas (exporta a Japón). Para estos países el plátano tiene un gran peso en su balanza comercial, con una participación en las exportaciones que va desde el 10 por 100, en las grandes economías latinoamericanas, hasta el 50 por 100, en algunas economías insulares del Caribe.

El comercio mundial del plátano está dominado por las actividades de tres empresas multinacionales integradas verticalmente, para las que el plátano no es más que una parte de sus intereses dentro del gran conglomerado industrial. Estas tres multinacionales son: United Brands (United Fruit Company), Dole (Castle y Cooke) y Del Monte. Juntas cuentan con cerca del 60 por 100 de las exportaciones mundiales de plátano y más del 70 por 100 del mercado europeo. Estas empresas están vinculadas con las exportaciones de Latinoamérica, especialmente de Centro América, donde controlan directamente alrededor del 60 por 100 de la producción de su oferta de exportación. Además, están entrando con fuerza en Filipinas después de la apertura del mercado japonés en la década de los ochenta y, también actúan, aunque en menor grado, en ciertos países ACP. Concretamente, United Brand dirige la industria platanera de Belize, Surinam y Jamaica, que hasta mediados de los ochenta fue propiedad de Fyffes (multinacional europea que opera en Canarias).

Las multinacionales, desde principios de siglo, han estado muy comprometidas con el comercio de exportación de plátano (Read, 1983). La United Fruit Company (hoy, United Brands), se formó en 1899 y creció rápidamente a partir de la adquisición de pequeñas compañías plataneras. El origen de Standard Fruit se remonta al mismo período. Estas dos compañías multinacionales alcanzan su posición dominante en los años veinte en los que ya estaban integradas verticalmente, con facilidades de producción en países de Centro y Sur América, poseían sus propios barcos de vapor y tenían su propia red de comercialización y distribución en EE UU. Standard Fruit fue adquirida a mediados de los ochenta por Dole. Del Monte tiene una historia más reciente, incorporándose a la industria en los últimos años de la década de los sesenta.

Actualmente, las multinacionales mantienen la misma estructura y organización: producción verticalmente integrada, embalaje, transporte, maduración y empresas mayoristas. En todos los eslabones de la cadena se obtienen economías de escala y existe coordinación vertical. En cada país huésped, la multinacional ha sido el vehículo para el desarrollo del sistema de producción en las plantaciones.

En países con sistemas de plantación, históricamente, las empresas multinacionales han tenido el control directo de gran parte de la producción. En América Latina, el 60 por 100 del total es responsabilidad de las multinacionales. Este sistema ha generado un importante rechazo político recientemente. Por ello y por la misma evolución económica de los países, que ha implicado el desarrollo de infraestructuras propias, han abandonado en algunos países la producción directa y evolucionado hacia sistemas de producción menos integrados como la agricultura contractual (Minot, 1986; Glover, 1984, 1987; Beckford, 1972; Mackintosh, 1977, 1980). Un ejemplo en este sentido es Ecuador, donde desde 1960 la producción está controlada por los productores nacionales ya que, en la década de los cincuenta, el gobierno limitó la producción de las empresas multinacionales e incentivó a los productores privados, creando las condiciones de libre mercado en la compra del banano. Esto permitió que empresas nacionales compitieran con la United Fruit (principal multinacional que operaba en este mercado) aunque en clara desventaja por la alta tecnología desarrollada por ésta en el transporte refrigerado de banano.

La integración o coordinación vertical de la producción agrícola de plátano ha tenido importantes consecuencias en la estructura del mercado internacional. La participación de las multinacionales en el mercado mundial del plátano hace muy difícil la entrada de nuevas empresas ya que se enfrentan a una serie de barreras de entrada. Estas barreras están ligadas fundamentalmente con la escala y la posición ya adquirida de las multinacionales en: 1) el control sobre el acceso a la oferta agrícola a través de la propiedad directa de la tierra o a través de contratos exclusivos con los productores; 2) el control de las actividades portuarias, siendo propietarios de sus barcos o adquiriendo éstos por medio de contratos y alquileres; y 3) el control en la cadena de maduración y distribución así como los contratos exclusivos con los minoristas.

4.INTRODUCCIÓN Y ESPECIFICACIÓN DEL MODELO

Una teoría de la inversión multinacional debería explicar no sólo por qué una empresa decide localizar algunas de sus actividades en el exterior, sino también por qué la empresa es capaz de competir con las empresas ya establecidas en el exterior realizando las mismas actividades, a pesar de las evidentes desventajas que derivan del desconocimiento del patrón de demanda local, prácticas comerciales, etc.

Una explicación la encontramos en que, dado que la empresa tiene una ventaja en un sector productivo específico que le da ventaja comparativa en la producción de un bien diferenciado concreto (esta ventaja puede ser el conocimiento necesario para producir determinado bien, por ejemplo), el poseedor de esta ventaja tiene cierto poder de mercado que le ayuda a superar la desventaja competitiva frente a los productores locales en los mercados extranjeros. Por tanto, la explicación de las actividades multinacionales no son consistentes con la consideración de mercados perfectamente competitivos.

Markusen (1984) y Helpman (1984) fueron los primeros en construir un modelo de equilibrio general con empresas multinacionales, basados en este tipo de razonamientos. La idea de que las diferencias en el precio de los factores puede ser un incentivo para la inversión directa extranjera es de Helpman (1984, 1985), según el cual, cuanto mayor es la diferencia en la dotación relativa de factores entre países, mayor crecimiento de la inversión directa integrada verticalmente.

Spencer y Jones (1992) y Rodrik y Yoon (1989) modelizan el efecto de las políticas cuando una empresa doméstica obtiene inputs más baratos del exterior producidos por una empresa extranjera integrada verticalmente.
Ishikawa y Lee (1997) extiende el trabajo anterior al caso en el que tanto los bienes intermedios como los bienes finales pueden ser importados en mercados integrados verticalmente.

Siguiendo a Helpman (1985) y a Ishikawa y Lee (1997), Konan (2000) explora las relaciones entre las diferencias internacionales de precios de los factores, el patrón de comercio internacional y la inversión extranjera directa, cuando los mercados son de competencia imperfecta y están relacionados verticalmente, obteniendo una relación discontinua entre beneficios, bienestar y aranceles debido a la entrada y salida de inversión directa extranjera. Así, la inversión directa extranjera es complementaria más que sustitutiva para el comercio internacional mientras que es más probable que emerja entre países con dotaciones factoriales muy distintas.

En definitiva, la existencia de las multinacionales se justifica con una amplia y variada casuística (Lipsey, 2000; Cozzi, 1999; Markusen, 2002). Sin embargo, parece una norma común el aceptar que estas empresas poseen una ventaja competitiva (tecnológica, organizativa, acceso privilegiado a capital en mercados imperfectos, ...) que le permite la inversión en el país huésped compitiendo con las empresas locales, en el caso de las empresas multinacionales «exportadoras», o integrando la producción de un bien intermedio en el caso de las «importadoras» (Donnenfeld y Weber, 2000).

En Comercio Internacional generalmente se considera que la empresa multinacional adquiere capital en los mercados internacionales y no se plantea la posibilidad de que el capital sea un factor específico de la empresa y cuando lo es, se considera que las ventajas competitivas que otorga son efímeras (Rialp-Criado, et al., 2002). En efecto, los recursos intangibles y capacidades (I+D, marketing, capital humano...), suelen tener carácter ilimitado o público, se pueden aplicar a cualquier nivel de factor y se considera que conceden una ventaja competitiva más duradera.

En el caso de «las economías de plantación» en sectores hortofrutícolas de agricultura de exportación, no se puede considerar que la ventaja competitiva de las empresas multinacionales frente a la producción nacional haya sido tecnológica o de capital humano; ya que aunque ciertamente tienen alguna ventaja, ésta nunca es comparable a la que tienen en otros sectores como la minería o el petróleo (Beckford, 1972; Dinham y Hines, 1985).

En el caso del plátano, la gran ventaja de las empresas multinacionales es el conocimiento de los mercados de destino obtenido fundamentalmente mediante el control del marketing, dejando la producción en mano de empresas locales (Aun así, esta ventaja no parece ser tan importante como para favorecer la inversión en los países productores. Por otro lado, las empresas de estos países productores en el sector que nos ocupa, el plátano, no tenían, históricamente, poder oligopolista que justificase una integración vertical directa, eran precio-aceptantes (SOTO, 1985)).

Por tanto, para determinar por qué estas empresas prefieren la integración vertical de la producción antes que aprovisionarse a través del comercio, hay que referirse fundamentalmente a las deficiencias de capital en infraestructuras en los sectores hortofrutícolas de exportación y a las ventajas que las multinacionales tienen para acceder a los mercados de capital.

En contra del tratamiento convencional que recibe la inversión directa, vamos a considerar que la empresa multinacional tiene en sí misma una dotación de capital específico, o un acceso diferenciado a los mercados de capital internacionales, que le ayuda a invertir en los países productores. Asimismo, vamos a tratar la insuficiencia de infraestructuras en los sectores de economía de plantación en países en vías de desarrollo como una distorsión o un problema de generación de economías externas que, a través de la inversión internacional, se convierten en economías internas a la empresa, lo que explicaría la concentración del mercado.

En el modelo propuesto, vamos a tratar la relación entre un país A, país en vías de desarrollo, que produce un bien intermedio en un sector de competencia perfecta que presenta economías de escala externas, y una empresa oligopolista, que adquiere este bien intermedio y tras un proceso de comercialización, lo vende como producto final en un país B. En este proceso de compraventa, la empresa multinacional está tomando una decisión: integrar verticalmente o no la producción del bien intermedio.

4.1 Especificación del modelo

Consideramos un país A, país en vías de desarrollo, bien dotado en recursos naturales y mano de obra y con escaso capital. Este país tiene dos sectores, un sector que produce un bien intermedio para la exportación, Y1, y un sector que produce un bien de consumo, Y2.

El sector 1 produce un bien intermedio agrícola con un factor específico, la tierra (T), y dos factores no específicos, trabajo (L) y capital (K). La producción en este sector es intensiva en mano de obra, y presenta economías de escala crecientes externas ligadas a la inversión de capital, para niveles de inversión sectoriales inferiores a K0, y constantes, para niveles de inversión sectoriales iguales o superiores a K0. Así, la función de producción, para una empresa i-ésima, representativa del sector, es:

Y1i = F1i (L1i, K1i, T1i, K1) [1]

Siendo:

Para un nivel de K1 constante, F1i(.) es homogénea de grado uno y cóncava en L1i, K1i, T1i. [2]

Por tanto, el sector presenta economías de escala externas a niveles de capital inferiores a K0.

El otro sector es un sector orientado hacia el mercado interior que produce un bien, Y2, sustitutivo de importaciones, cuya función de producción viene dada por:

Y2 = F2 (L2, K2) [3]

siendo F2 (.) homogénea de grado uno y concava en todos sus argumentos. El sector 2 es intensivo en capital y no se presenta reversibilidad de los factores de producción.

Además, existe plena utilización de recursos: [4]

K1 + K2 = KA
L1 + L2 = LA
T1 = TA

Podríamos presentar distintas versiones del modelo6. Sin embargo, nos centraremos en el modelo más simple, en el que la externalidad es multiplicativa e Y1i puede expresarse como:

Y1i = F1i [L1i, K1i h(K1), T1i] [5]

En este caso, el país A se enfrenta a una distorsión doméstica o fallo de mercado, en el que sin intervención pública el nivel de inversión en capital en el sector 1 es subóptima.

Consideremos varios escenarios:

- Escenario 1: Decisiones no estratégicas

Las empresas del sector 1 no tienen en cuenta el efecto de sus decisiones de inversión sobre h(K1). En este caso, si todas las empresas utilizan la misma tecnología, podemos agregar las funciones de producción de las distintas empresas ya que son funciones de producción homogéneas de grado uno para un nivel de capital K1 (Helpman y Krugman, 1986; Wong, 1995). Así,

Y1 = F1 (L1, K1 h(K1), T1) [6]

En este caso, el efecto externo ocasionado por cada empresa es tan pequeño que el resto lo ignoran y toman K1 como un dato sobre el que no pueden influir con sus decisiones de inversión. Por lo tanto,

- Escenario 2: Decisiones estratégicas

Las empresas tienen en cuenta los efectos de sus decisiones estratégicas de inversión y, por tanto, son conscientes de las economías externas que generan y de que un aumento de la inversión en su empresa puede tener como conscuencia una desinversión en otras rivales. En definitiva, consideran el efecto de las respuestas estratégicas de otras empresas sobre su propia producción exclusivamente. En este caso, las funciones de producción de las distintas empresas del sector 1 no se pueden agregar. Por tanto, para cada una de ellas, su condición de primer orden para la maximización del beneficio sería demandar capital de acuerdo con la siguiente ecuación:

 

donde

puede ser negativo.

Por tanto, la empresa i-ésima tiene en cuenta el efecto de sus decisiones de inversión sobre el resto de empresas. Lógicamente, si la empresa i-ésima invierte más supondrá que las demás empresas invierten menos. El equilibrio de Nash para este caso implicaría también una inversión sectorial de capital subóptima (Bergstrom, Blume y Varian, 1986; Auld y Lorraine Eden, 1990; Cornes y Sandler, 1984,1994).


 

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