TRANSGÉNICOS Y EL EQUILIBRIO DE LOS ECOSISTEMAS 1. Introducción.
1. INTRODUCCIÓN. |
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La Constitución Política del Estado Plurinacional obliga a la administración del Estado a garantizar a la población la inocuidad de los alimentos en oferta. El Artículo 75 del Capítulo Quinto, Derechos Sociales y Económicos, Sección X de los Derechos de las Usuarias y Usuarios, Consumidoras y Consumidores, establece como derecho: el acceso a alimentos, fármacos y productos en general, en condiciones de inocuidad, calidad y cantidad adecuada y suficiente y a estar informado correctamente sobre las características y contenidos de los productos ofertados. A estos derechos se yuxtaponen la obligación que tiene el Estado de: garantizar la sanidad agropecuaria y la inocuidad alimentarias (Art. 407, Inciso 12); regular la producción, importación y comercialización de transgénicos (Art. 409); y, en la suscripción de tratados internacionales relacionados a la soberanía y seguridad alimentaria esta constitucionalizado como principio la “prohibición de importación, producción y comercialización de Organismos Genéticamente Modificados y elementos tóxicos que dañen la salud y el medio ambiente” (Artículo 255 Inciso II, Numeral 8, del Título VIII Relaciones Internacionales, Fronteras, Integración y Reivindicación Marítima).
2. ORGANISMOS GENÉTICAMENTE MODIFICADOS (OGM).
Los OGM son el resultado de la supresión o incorporación de uno o más genes procedente de otra especie (vegetal, animal o microorganismo) en el DNA de la especie a modificar. Si se asume que la vida deriva de un ancestro común, la transferencia de genes entre especies, ha acompañado a la biología a lo largo de 4,000 millones de años hasta alcanzar la actual Especiación. La diferencia es que, en la actualidad, el hombre ha dirigido las transferencias de genes entre especies, acelerando los posibles procesos naturales. Hoy, se debate en el planeta en términos sociales, culturales, económicos y de efectos sobre la salud de los ecosistemas, la aplicación de la ingeniería genética a la modificación genética; y la razón de este acalorado debate es que la producción y consumo de transgénicos es posible que afecte el equilibrio de los ecosistemas, ojala que no, porque los transgénicos están en el planeta.
En los últimos decenios, la ingeniería genética han logrando grandes avances como la producción de Insulina Recombinante por modificación genética, entre otras, de la bacteria Escherichia coli o la vacuna recombinante contra la Hepatitis B. Estos primordiales desarrollos se lograron en condiciones de laboratorio; mismos que impulsaron el montaje de vegetales transgénicos.
La producción de quimosina bovina recombinante incorporando una enzima presente en el cuajo de ternero en el hongo Aspergillus niger fue el primer desarrollo de la ingeniería genética aplicada a la producción agropecuaria y aquella es utilizada desde 1988 en la elaboración de quesos en reemplazo del cuajo de ternero. Hoy, no sólo se produce quimosina transgénica, sino vacas transgénicas con capacidad para producir: mayor cantidad de caseína en la leche, hormonas de crecimiento como la rBST (Somatotropina Bovina) utilizada para incrementar la producción de leche y el crecimiento o proteínas de importancia médica3. Trinidad Sánchez Martín4, en junio del 2008, en Plantas Transgénicas, señalaba que la ingeniería genética, llamada también metodología del DNA Recombinante, fue posible merced a las Enzimas de Restricción y los Plásmidos.
Las enzimas de restricción permiten reconocer y cortar determinadas secuencias de DNA e insertar ésta en otra molécula de DNA, sellarla mediante el DNA Ligasa y generar así una molécula nueva
llamada Recombinante. El DNA, Ácido desoxirribonucleico, contiene la información genética y es responsable de la transmisión hereditaria.
Los plásmidos son moléculas de DNA extra cromosómico circulares sin membrana celular. Están presentes en bacterias, pueden extraerse de ellas e incorporarse a otras células diferentes a ella, tienen además los genes que codifican las proteínas que las hacen resistentes a los antibióticos, se utilizan por su fácil manipulación para introducir genes extraños a él, y transportar estos al organismo genéticamente modificado (OGM).
La producción de plantas transgénicas.
Existen tres procedimientos el uso de cada técnica viene condicionado por el tipo de planta:
a) Transformación por Agrobacterium. Se aplica a las dicotiledóneas, pero también con arroz y maíz. La transgénesis consiste en: a) seleccionar y aislar el gen de interés a introducir en la planta a modificar;
b) abrir, mediante un enzima de restricción, un plásmido de Agrobacterium que además tiene resistencia a un antibiótico;
c) incorporar en el plásmido mediante un virus o una bacteria como Escherichia coli el gen a transferir y sellar la abertura con el Enzima Ligasa;
d) infectar la planta con Agrobacterium que lleva el transgen y de la agalla resultante, aislar por cultivo en antibiótico las células que ligaron el transgen; e) multiplicar las células modificadas y lograr una planta con capacidad para transmitir el gen introducido; y, luego f) realizar el trabajo de mejoramiento tradicional.
b) Transformación de Protoplastos. Los protoplastos son células vegetales a las que se quitó la pared celular. Los protoplastos a modificar genéticamente se mantienen en medios de cultivos al que se adiciona el gen a transferir. Para conseguir la penetración del trasgen es necesario la permeabilización de la membrana del protoplasma, condición que se logra con Polietilenglicol, electroporación o liposomas, obteniendo híbridos nucleares y luego células transgénicas por recombinación.
c) Biobalística. Consiste en bombardear las células del futuro OMG con partículas metálicas (oro o tungsteno) recubiertas con el DNA que se desea introducir en la célula.
La Guerra de los transgénicos: Guerra contra la Monsanto.
La guerra contra la Monsanto y la soya transgénica que fuera introducida para pruebas de campo en 1998 por la Monsanto está marcada por tres momentos: a) 2000, Felipe Quispe luego de un cerco de más de un mes a la ciudad de La Paz, logró paralizar el ingreso de soya transgénica; b) la marcha cruceña del 2002 evitó la liberación de la soya transgénica;
c) el mismo año el embajador norteamericano en Bolivia, Manuel Rocha, obligó al Ministro Carvajal a dictar la Resolución Administrativa VRNMA 042/2004 autorizando el cultivo semi-comercial de soya modificada genéticamente, todo porque su jefe, Jaime Paz, acababa de recibir la devolución de su visa de ingreso a los Estados Unidos, acción que el 14 de marzo del 2005 sería perfeccionada por el Ministro Aguilera en el gobierno de Carlos Mesa mediante R.A. VRNMA 016/2005 que autorizó el cultivo comercial de soya transgénica.
Hoy, gracias a estos grandes visionarios de la agropecuaria nacional, la población está obligada a consumir transgénicos, sea porque no tiene otra alternativa o porque ignora que consume transgénicos. En el 2010 el cultivo de transgénicos en el planeta fue 148 millones de hectáreas, con Estados Unidos, sede de la Monsanto con 68.1 millones, Brasil con 25.4 millones, Argentina
con 22.9 millones, India con 9.4 millones, Bolivia en el 11° lugar con 0.9 millones y México con 0.1 millones de hectáreas5.
3. POSIBLES VENTAJAS AGRONÓMICAS DE LOS CULTIVOS TRANSGÉNICOS.
3.1. Transgénicos de primera generación.
1. Resistencia a herbicidas. Los herbicidas, como el glifosato, son elementos clave para la agricultura sin roturación del suelo o siembra directa; de este modo, el glifosato está ligado al control de la erosión, a una menor compactación del suelo, a la acumulación de materia orgánica y a la economía de maquinarias y diesel6.
Desde 1996 se cultiva soya transgénica resistente al glifosato, donde el gen CP4 EPSPS del Agrobacterium fue transferida a la soya, denominado “Evento 40-3-2”. Posteriormente, irrumpieron otros cultivos RoundUp Ready con resistencia al glifosato como maíz, canola, sorgo, alfalfa y algodón. Estos transgénicos permitieron controlar las malezas con glifosato ya que este producto no los afecta. La Monsanto propietaria de la semilla transgénica y del glifosato protege su paquete tecnológico mediante patentes y obliga a los usuarios del paquete a pagar regalías por la parte de la cosecha que se usa para la siembra.
Monsanto desistió en 2004, ante la presión de los compradores de trigo estadounidense, de continuar con la entrega al mercado de trigo resistente a herbicidas, pero en el 2011 anunció la puesta en el mercado en el 20137 un trigo GM resistente a la sequía y de mayor rendimiento. Syngenta y BASF también anunciaron la producción de trigo transgénico.
2. Resistencia a insectos-plagas. La producción de plantas con capacidad para elaborar sus propios insecticidas reduce la necesidad de aplicar insecticidas, por esta vía se controla por ejemplo: el gusano cogollero del maíz y la lagarta rosada en el algodón, sin hacer uso de insecticidas preservando el medio ambiente.
El control plagas e insectos en la agricultura y vectores de enfermedades humanas como malaria (los mosquitos transgénicos8 será probablemente el arma del mañana para el control del paludismo que mata una persona cada treinta segundos), dengue9 y chagas, se ha realizado con la aplicación de insecticidas, trayendo contaminación del ambiente, resistencia de las plagas a los insecticidas haciendo necesario aumentar la potencia de éstos e intoxicando a los insectos no blanco y lo más importante a los obreros que las aplican y a las poblaciones rurales próximas a las aplicaciones. Al respecto Soberón y Bravo10 plantean lo siguiente: ¿Existe un insecticida ideal, que sea tóxico sólo para su insecto blanco, que no sea recalcitrante, que no contamine el ambiente y que no genere la aparición de insectos resistentes?
El Bacillus thuringiensis (Bt) relacionado con los letales B. cereus y B. anthracis, descubierto en 1902 por Ishiwatari, es el insecticida biológico más utilizado en el control de plagas agrícolas y vectores de enfermedades como el dengue y el paludismo porque su Gen Cry no es tóxico para vertebrados11. Sobre este conocimiento se desarrolló plantas transgénicas que expresan el transgen Cry1ab que le confieren resistencia al ataque de larvas de lepidópteros. Las toxinas Bt se han usado como bioinsecticida en los últimos 40 años principalmente en cultivos de hortalizas y cereales, su aplicación directa ha tenido desventajas relacionadas al reducido tiempo de viabilidad de las proteínas Cry en el ambiente, la baja efectividad en el control de insectos barrenadores y chupadores. Estos problemas se han resuelto con el cultivo de plantas que producen la toxina Cry accesible a los insectos barrenadores y chupadores.
El maíz transgénico expresa la toxina Cry1ab, procedente de la subespecie Kurstaki de B. thuringiensis, el cual supone una manera eficaz y rentable de controlar barrenadores y chupadores del maíz que suelen producir cuantiosos daños a la agricultura. Además, ambiental y económicamente supone una serie de ventajas con relación al método tradicional de control, que es el uso de insecticidas de síntesis química.
Los aumentos actuales en la producción, si acaso existen, asociados a transgénicos bioinsecticidas y resistentes al glifosato están relacionados al control plagas y malezas, para cuyo propósito la agricultura convencional dispone de procesos mecánicos, agroquímicos y bioinsecticidas. En resumen, las plantas resistentes a herbicidas o productoras de bioinsecticidas no ofrecen ninguna ventaja al consumidor y representan un potente riesgo a la salud de los ecosistemas; y, a nivel de productor se argumenta menores costes de producción.
3.2. Transgénicos de segunda generación.
1. Tolerancia al estrés ambiental. Están en la carpeta de la ingeniería genética encontrar plantas con resistencia a la sequía y temperaturas extremas; fijación simbiótica de nitrógeno atmosférico en especies distintas a las leguminosas sustituyendo el uso de fertilizantes químicos nitrogenados; resistencia a suelos ácidos y alcalinos utilizando genes de arqueobacterias; reducciones en el ciclo del cultivo, básico en los procesos de adaptación a las condiciones que plantea la crisis climática. Científicos de la Universidad de Xianjiang de China han desarrollado plantas de tabaco transgénico tolerantes al frío que expresan proteínas anticongelantes del escarabajo, codificada por el gen MpaAFP149; los científicos buscan introducir este gen a la papa y tomate susceptibles al frío (www. springerlink.com/ content/w30567gr). La célula utiliza varios mecanismos para manejar los efectos como altas temperaturas, salinidad, toxicidad por metales pesados, uno de ellos, es la producción de enzimas con propiedades antioxidantes como el nucleósido difosfato quinasa 2 (NDFK2), insertando la codificación de este gen, científicos coreanos12 han logrado obtener líneas de papa con tolerancia a: salinidad elevada, altas temperaturas y toxicidad por metales pesados; se conoce que el enzima PI-PLC (ciclo del ácido láctico) juega un rol clave en este proceso, gracias a la introducción del gen que codifica estaenzima investigadores de la Universidad de Shandong, México (CINVESTAV), Brasil (EMBRAPA) obtuvieron líneas de maíz con mayor tolerancia a la sequía.
2. Mejora de la calidad nutritiva. El incremento de los contenidos de proteínas, minerales o vitaminas es una interesante ruta para mejorar la calidad nutricional; por ejemplo, el arroz transgénico Golden Rice rico en beta carotenos, es de alto interés en países del sudoeste asiático cuyos niños sufren deficiencias de vitamina A que conlleva a la ceguera; otros transgénicos de interés son aquellos que ofrecen mayor concentración de aminoácidos esenciales o mayor contenido de sólidos totales en la granos. En esta línea, la Universidad de Lleida (Catalunya)13 ha dado a conocer un Maíz transgénico vitamínico que podría ser destinado a mejorar la calidad de la alimentación en países en vías de desarrollo cuya dieta se basa en cereales; este maíz contiene genes de bacterias productoras de vitaminas A, C y ácido fólico, con granos del color rojizo, fruto del elevado contenido de beta caroteno, superior en 169 veces al del maíz convencional; los científicos esperan poner a disposición de los agricultores este maíz gratuitamente después de un periodo de pruebas para garantizar su inocuidad.
Plantas transgénicas capaces de vacunar contra enfermedades; aumentar los rendimientos agronómicos y la superficie cultivada utilizando suelos marginales sea por patrones climáticos, edáficos o por contaminación con metales pesados; corregir las deficiencias dietéticas de aminoácidos, vitaminas o minerales como la deficiencia de hierro que afecta a más de 400 millones de mujeres en países en vías de desarrollo y que conduce al nacimiento de niños prematuros con alto riesgo de mortalidad perinatal; son los desarrollos biotecnológicos futuros que pueden tener una contribución significativa a la reducción del hambre y la mejora de la calidad de vida. Estos desarrollos biotecnológicos superaron con éxito la investigación primaria, pero muchos de ellos tienen pruebas de bioseguridad aún en ciernes.
4. RIESGOS DE LA LIBERACIÓN DE TRANSGÉNICOS.
Revisemos los principales cuestionamientos a la utilización de plantas modificadas genéticamente:
1. Los insecticidas Bt. El amplio uso de Bacillus thuringiensis (Bt) en la agricultura ecológica permite asegurar que su uso no guarda relación alguna con la posibilidad de causar alergias. Sin embargo, existen dudas sobre su absoluta especificidad en el control de insectos de los ordenes coleóptera, lepidóptera y díptera que actúan como plagas agrícolas y para cuyo control se incorporó el gen Cry de Bt. Greenpeace demostró que los cristales de Bt presentes en el polen y asentados en el estigma de las flores del maíz es dispersado por el viento y en su recurrido puede ser consumido por larvas de la Mariposa Monarca, originando un daño importante en la población de este lepidóptero migratorio en peligro de extinción. Por otra parte, se puede esperar que el monocultivo de maíz transgénico Bt en el largo plazo, aunque se viene cultivando desde 1996, induzca brotes de resistencia en plagas del maíz14. La estrategia de manejo del maíz Bt para evitar la resistencia se basa en la utilización de refugios para plagas; es decir, zonas cultivadas con maíz convencional dentro de la misma plantación transgénica.
2. Producción de súper plagas. Las plantas resistentes a herbicidas funcionan muy bien en el corto plazo, la aplicación de glifosato o del glufosinato de amonio destruye todo material vegetal verde, excepto aquellas plantas que tienen genes de resistencia al herbicida. FOBOMADE, en Santa Cruz, luego de cinco años de cultivo de soya transgénica reportó el desarrollo de malezas con resistencia al glifosato y la tolerancia15 en sus tres categorías, está ampliamente documentada para diferentes especies de gramíneas, malváceas, compuestas, solanáceas y otras. Por su analogía enunciamos el desarrollo de una variedad de coca denominada la Súper Coca16, producida accidentalmente en Colombia en respuesta a la masiva y frecuente aplicación de glifosato en los cultivos de coca, herbicida utilizado por el gobierno de Estados Unidos en la erradicación de los cultivos de coca en aquel país; las aplicaciones de glifosato se realizan desde 1999, año en que los gobiernos de Colombia y Estado Unidos suscribieron el acuerdo bilateral Plan Colombia para la Paz; la coca resistente al glifosato tiene además un mayor número de hojas lo cual mejora su rendimiento, con esta variedad miles de agricultores colombianos establecieron nuevas plantaciones a las que paradójicamente el Gobierno de los Estados Unidos apoya gratuitamente con el deshierbe vía glifosato; es natural que este gobierno no desee dar a conocer este su nuevo desarrollo tecnológico mismo que dadas sus cualidades podría replicarse en Perú y Bolivia; este es un ejemplo contundente de lo que el uso masivo e indiscriminado de un herbicida puede originar en términos de crear resistencia en malezas asociadas al cultivo de la soya. Otra planta resistente al glifosato es el Amaranto que en Norteamérica decidió oponerse a la Monsanto en su supuesto designio divino de controlar la seguridad alimentaria y traficar con él ¿Es éste un caso de Transferencia genética horizontal o lateral entre la soya genéticamente modificada y el amaranto?
El glifosato, análogo al aminoácido glicina, descubierto en 1970 por la Monsanto, ejerce su acción herbicida a través de la inhibición del enzima: enolpiruvil-Shikimato-fosfato-sintetasa (EPSFS), impidiendo que las plantas afectadas sinteticen aminoácidos aromáticos esenciales (fenilalanina, tiroxina, triptófano)17. Debido a que la ruta metabólica del ácido shikímico no existe en animales, la toxicidad aguda del glifosato en animales posiblemente no exista. Sin embargo, el paquete tecnológico del herbicida incluye un surfactante el polioxietileno amida (POEA), ácidos orgánicos de glifosato e isopropilamina y agua. Compuestos de los cuales sí se conoce efectos graves en la salud humana, al respecto, en la Argentina el tercer mayor productor mundial de soya transgénica del mundo, Jorge Kaczewer18 encontró que la combinación del glifosato con la POEA es tóxica y, reporta, asociado a su uso, un incremento de las mutaciones cancerígenas, efectos espermaticidas en animales de laboratorio; en abril del 2009, Andrés Carrasco19, Subsecretario de Investigación Científica y Tecnológica del Ministerio de Defensa, indicaba que el glifosato puede producir malformaciones neurales, intestinales y cardíacas en embriones humanos; a inicios del 2009, a partir de ello, la Presidenta de la República Argentina dictó el Decreto 21/2009 que crea la Comisión de Investigación con el objeto, entre otros, investigar las denuncias sobre el glifosato y proponer pautas para el manejo racional de químicos y
agroquímicos. Al otro lado del Atlántico, Gilles-Eric Serallini20, especialista francés de biología molecular, el 2005 descubrió que algunas células de la placenta humana son muy sensibles al herbicida RoundUp y podría provocar abortos, problemas hormonales, genitales o de reproducción, a demás de distintos tipos de cánceres.
En 1996 Monsanto fue acusada de falsa y publicidad engañosa relacionada con el glifosato, motivando una demanda judicial iniciada por el Fiscal General del Estado de Nueva York; el 20 de enero de 2007, Monsanto fue declarada culpable por presentar el glifosato como biodegradable y alegar que el suelo permanencia limpio después de su uso.
3. Resistencia a antibióticos. Los genes con resistencia a antibióticos se usan como marcadores para seleccionar las células que ligaron el transgen. Estos genes resistentes a antibióticos permanecen en las plantas transgénicas sin ofrecer ninguna utilidad y desde esta posición puede ocurrir una transferencia horizontal a los microorganismos del suelo o a la flora intestinal de animales y el hombre con un riesgo grande para la salud humana amenazando seriamente los esfuerzos médicos de controlar enfermedades infecciosas en humanos y animales. La FDA21 estadounidense, autoridad competente en salud pública y alimentación, declaró que existe la posibilidad potencial de que esta transferencia tenga lugar en las células del epitelio gastrointestinal. Por tanto, hoy se exige la sustitución de estos marcadores y el empleo de genes transposones22 o herbicidas es una solución.
4. Inestabilidad genética. Al respecto, Trinidad Sánchez Martín, en Plantas Transgénicas sostiene que la inserción de material genético extraño a un genoma consolidado a través de miles de años de evolución puede provocar numerosos problemas de estabilidad genética y la planta para recuperar la estabilidad perdida deberá realizar una serie larga de mutaciones. Mae-Wan Ho23, informa que el Servicio de Bioseguridad y Biotecnología de Bruselas caracterizando 6 líneas transgénicas encontró evidencias de inestabilidad genética lo que aumenta la probabilidad de transferencias horizontales de genes y de recombinación originados por los genes insertos móviles.
5. Pérdida de biodiversidad. En principio, la introducción de transgénicos estuvo asociados a aumentar la biodiversidad, pero la realidad mostró hibridación de estos transgenes con sus parientes silvestres, originando contaminación genética; en México, se comprobó la contaminación de variedades nativas con maíz transgénico Bt. Como solución se desarrolló el gen terminador (TRUG) que evita la pérdida de la biodiversidad al no ser viable la semilla. Esta tecnología está en moratoria en Naciones Unidas porque su liberación significaría el encadenamiento de los agricultores a las empresas de semillas transgénicas.
6. Alergias en consumidores. La presencia de alergias asociados a OGM está ampliamente documentada: entre los más conocidos se cita la soya con transgenes de almendra (Bertholletia excelsa) y el maíz transgénico StarLink originalmente aprobado para consumo animal por su cualidad alérgica. Este maíz formó parte de la ayuda alimentaria de EEUU a distintos países, se encontró en Nicaragua y también en Bolivia condición que fue denunciada por FOBOMADE.
La información sobre transgénicos clandestinos es extensa, tanto en países en desarrollo como en los desarrollados. En Suecia se informó el cultivo sin autorización de papa transgénica Amadea, la responsable la BASF, respondió que fue un error humano, meses antes en Alemania ocurría algo similar con el Maíz Mon 810, también se alega que el NK 603 desarrollado por Pioneer se cultiva clandestinamente en Irlanda. En Estados Unidos se documentó la siembra clandestina del arroz transgénico LL62 en proceso de investigación, caso semejante y con otro transgénico fue reportado en la China. En fin, quizás no sea un plan para forzar la introducción de alimentos transgénicos en Europa y en otras latitudes, pero lo que queda claro es la falta de seguridad de la que presumen las empresas biotecnológicas con la Monsanto como su máximo representante.
5. CONCLUSIONES.
En la actualidad, tal como está aplicada, la ingeniería genética está al servicio de intereses económicos de empresas transnacionales, en el 2006, según el Grupo ETC24 seis empresas controlaban el negocio de las semillas transgénicas: Monsanto, Dupont, Syngenta, Bayer, Dow, BASF, estas seis fueron también las mayores en el mercado mundial de agrotóxicos. No sorprende que luego de 16 años de cultivos transgénicos (soya, maíz, canola y algodón) solamente haya dos tipos de cultivos, los que resisten a la aplicación de herbicidas y los cultivos insecticidas resistentes a glifosato. Es indudable que el gran ganador es la empresa multinacional que controla la semilla transgénica y el herbicida y que para potenciar su botín permite un limitado beneficio económico al agricultor que aplica el paquete; en cambio, son inexistentes los beneficios para consumidores y potencialmente, el paquete, es de alto riesgo para la salud del ecosistema.
No se ha demostrado que el consumo de transgenes afecte negativamente la salud humana, pero, tampoco se ha demostrado lo contrario. Quizás en el futuro se descubra que los OMG no causan daño, esperamos que llegue ese día; porque, lo contrario sería desastroso para el ecosistema planetario. En el presente, está en debate sus posibles efectos negativos sobre la salud, el medio ambiente y la biodiversidad. Estos efectos secundarios emergen del desprecio por la bioseguridad planetaria que tienen los patrones de las transnacionales que buscan el lucro sobre la ética. Está es una de las consecuencias del sistema mundo capitalista que privatizó los servicios que el Estado ofrecía a la agricultura, entre ellas, la investigación agropecuaria.
En Bolivia, los transgénicos fueron introducidos por rutas clandestinas apadrinadas por la incapacidad del Estado para hacer cumplir la norma. Hoy, cuando el 42% de la superficie cosechada es transgénica, el gobierno se ha comprometido mediante el Art 15 de la Ley de Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria de “no introducir en el país paquetes tecnológicos agrícolas que involucren semillas genéticamente modificadas de especies de las que Bolivia es centro de origen o diversidad, ni aquellos que atenten contra el patrimonio genético, la biodiversidad, la salud de los sistemas de vida y la salud humana”, y que “Todo producto destinado al consumo humano de manera directa o indirecta, que sea, contenga o derive de organismos genéticamente modificados, obligatoriamente deberá estar debidamente identificado e indicar esta condición”, esta norma sería ampliamente satisfactoria si el Estado tendría la capacidad efectiva para controlar la entrada clandestina de transgénicos y para determinar los efectos negativos de estos sobre el ecosistema.
El futuro de los transgénicos puede ser promisorio, particularmente ligado a aquellos desarrollos no imperialistas que buscan mejorar la calidad de los alimentos, ofrecer plantas con resistencia a efectos ambientales desfavorables como sequías, heladas y acidez y alcalinidad extremos; plantas bioinsecticidas o gramíneas y vegetales en general con capacidad para fijar nitrógeno atmosférico; especies vegetales con capacidad para prosperar en medios contaminados con metales pesados descontaminándolos; estas condiciones permitirían utilizar eficazmente la superficie agrícola preservando los bosques y en el 2050 alimentar a los 2,000 millones de nuevos habitantes del planeta. También son promisorios aquellos desarrollos asociados a la producción de fármacos en las Granjas farmacéuticas y el control de vectores de enfermedades como el paludismo y el dengue mediante OGM. Sin embargo, estos desarrollos deberían mantenerse en confinamiento hasta encontrar y aplicar evaluaciones de riesgo ecológico creíbles.