ESPAÑA 04/03/2005
En la cuenca Alta del Guadiana hay problemas la sobreexplotación de los acuíferos, puede llevar a enfrentamientos entre agricultores, ecologistas, alcaldes, e industriales... Pero es posible respetar los legítimos intereses de cada sector y encontrar soluciones.
Durante muchos años hemos hablado de los problemas de la cuenca alta del Guadiana; de la amenaza permanente que sobre las tablas de Daimiel supone la falta de agua; del famoso y sobreexplotado acuífero 23; de la posibilidad o no de mantener en nuestra región determinados cultivos, como la remolacha o el maíz, muy exigentes en agua.
Es cierto que hay un serio problema y que se puede agravar no sólo en lo medioambiental, sino también en lo económico, en lo social y también en la salud, ya que cientos de miles de personas beben de ese acuífero sin mas alternativas que los proyectos de traer agua del Tajo incumplidos hasta ahora.
En el momento actual existe un enfrentamiento entre los regantes y la Confederación Hidrográfica del Guadiana, porque se ha aprobado un régimen de explotación para el año 2005 sin el consenso de los regantes, que de llegar a cumplirse supondría un serio revés para los intereses de los agricultores que cumplen con las leyes. Este régimen no incidiría en mejorar en absoluto el nivel de extracciones, ni supondría ninguna garantía para el futuro del acuífero y lo único que conseguiría sería una grave merma en las posibilidades profesionales de los agricultores.
Pero el problema globalmente requiere poner muchos datos encima de la mesa. En primer lugar, es necesario contar con todos los interlocutores, y sobre todo poner buena voluntad por parte de todos. En lo referente al Ministerio de Medio Ambiente, además de esa voluntad va a ser necesario que ponga más agua y más dinero y que todo esto se materialice en el Plan del Alto Guadiana, que es una promesa del Plan Hidro-ilogico (no es un error mecanográfico) Nacional; y que está incumplida por el momento.
Conjugar todos los intereses va a ser difícil, pero imprescindible. En ello esta región y sus habitantes nos jugamos mucho. No sólo nos jugamos los agricultores cuánto se riega, sino una parte importante de nuestro desarrollo industrial, nuestro paisaje, y en definitiva nuestra posible permanencia o no como habitantes de Castilla la Mancha.
Es posible conjugar estos intereses y es obligación de cualquier ciudadano con alguna responsabilidad en este asunto, intentarlo.
Entiendo que las pretensiones de los agricultores con respecto al régimen de explotación de este año están más que justificadas, y las hemos trasladado a la Confederación tras aceptar por nuestra parte renuncias (en cantidades de agua) de los legítimos derechos concedidos por ley y por el Plan de Extracciones; y proponiendo además fórmulas que benefician más a los agricultores familiares. En cambio, como compensación a estas renuncias no hemos recibido nada.
No aceptar estas propuestas por parte de la Confederación Hidrográfica seria un grave error, primero por son razonables y segundo por que seria un buen punto de partida para crear el clima de dialogo necesario para fijar la estrategia global y la puesta en marcha del Plan Especial del Alto Guadiana.
Hay otras cuencas muy deficitarias, con regadíos hechos a base de Boletín Oficial del Estado y Presupuestos Generales, donde es público que se han montado grandes negocios con la especulación de agua, con la proliferación de regadíos ilegales hechos sobre la base de contar con agua de otras regiones y con trasvases, pagados también por todos. Para garantizar que todas esas inversiones públicas (tanto las pasadas, como las futuras, que se prevén costosísimas) no sirvan finalmente a intereses espurios, fraudulentos o antisociales, un hombre de la valía y la cualificación de nuestro Comisario de Aguas le sería seguramente allí mucho más útil a la Ministra de Medioambiente y a los intereses generales. Nosotros por nuestra parte le recomendamos y se lo cederíamos muy gustosamente.
En la del Guadiana la mayoría los regadíos no se han pagado con dinero publico sino con los ahorros o las trampas de los agricultores. Y el agua que usamos no procede de pantanos, ni de obras de la mano del hombre, sino de aguas que puso la naturaleza donde están hace miles de años. Debemos ser capaces de usar esas aguas de forma responsable y la mayoría de los agricultores, estoy seguro, así lo quiere.
Confiamos (inicialmente) en la buena fe del actual Presidente y esperamos que, como ''arquitecto'' del futuro Plan Especial del Alto Guadiana, sepa ver que, si en un edificio se puede caer la viga maestra, los desconchones de cal de los zócalos no son el principal, ni el más urgente, de los problemas.