ESPAÑA 19/05/2010
COAG Almería lleva varios años alertando de que las concesiones a países terceros por parte de la Unión Europea derivarán paulatinamente en la deslocalización de la producción hortícola hacia países terceros. Como en el cuento de Pedro y el Lobo, mucho nos tememos que al final las predicciones se convertirán en realidad y ya será demasiado tarde. De hecho, hay muchas empresas del sector que se han ido ya a producir al norte de África, fundamentalmente a Marruecos, para beneficiarse de unos costes sociolaborales inferiores. Sin ir más lejos, hace unos días saltaba a los medios de comunicación la noticia de que una empresa del sector hortofrutícola murciano afincada en la localidad de Águilas, Agrícola Durán, ha presentado un ERE que afectará a unos 300 trabajadores de la compañía.
Éste es sólo un ejemplo de una tendencia cada vez más marcada. Según comentan desde el comité de empresa, esta decisión atiende a los planes de deslocalización de la producción de tomate que mantiene este grupo desde hace tiempo. Para poner al lector en situación, cabe recordar que Durán Granados, una de las empresas de la familia Durán, cuyos negocios están agrupados en el holding Drugalia, participa en la compañía marroquí Duroc, la cual cuenta con una central de tomate en Agadir, integrada esta última en el grupo local Delassus. Tras este baile de empresas se esconde una situación denunciada por COAG en reiteradas ocasiones: el traslado de la producción a países terceros en detrimento del empleo local.
Santiago Navarro, secretario general de la Federación Agroalimentaria de CC.OO., se ha opuesto a este ERE y ha manifestado que “la única intención de la entidad es cerrar las instalaciones de manipulado de Murcia y desplazarse a producir al campo marroquí”. Mientras leo estas palabras no puedo evitar recordar unas declaraciones realizadas en 2007 por José María Fidalgo, por entonces secretario general de CC.OO., en las que, entre otras “lindezas”, manifestaba “estar en contra de las ayudas públicas a la agricultura”, que “preferiría que El Ejido estuviese en Mauritania” o que lo ideal sería “que nos trajesen los tomates más baratos sin necesidad de que los inmigrantes vengan a trabajar a España para estar explotados”. Inmediatamente, desde COAG criticamos esta postura, indigna de un sindicato de clase, y ahora con el tiempo comprobamos como desafortunadamente el peso de la realidad se ha vuelto hacia ellos como un peligroso boomerang.
La verdad de la agricultura almeriense es que no percibe ningún tipo de ayudas directas y que lleva años generando miles de puestos de trabajo, concretamente, emplea en la actualidad al 28% de los ocupados en Almería, lo que supone que una de cada tres familias de Almería vive directamente de la actividad agraria. Este hecho parece que sigue escapándosele al Gobierno español, más preocupado por mantener el empleo en otros sectores productivos.
Mientras, las condiciones de producción que imperan en países terceros se resumen en que los invernaderos están en manos de multinacionales europeas, los trabajadores perciben sueldos míseros y las prestaciones sociales brillan por su ausencia; todo ello consecuencia directa del posicionamiento neoliberal propugnado por los grandes consorcios alimentarios y respaldado por la Unión Europea, una política que está poniendo en jaque el futuro de miles de familias que viven del sector agrícola en toda España.