ESPAÑA 21/05/2010
Entre abril y mayo, aprovechando los escasos ratos en los que las lluvias han escampado, los agricultores hemos echado todas las horas posibles para recoger la remolacha y el maíz que todavía quedaban en los campos y para preparar las siembras de primavera. Esta campaña ha ido todo contrarreloj, porque las precipitaciones han impedido realizar las tareas al ritmo normal, y hemos tenido que ver amanecer y anochecer sentados en el tractor. En esas horas de soledad, una de las formas de “matar” el tiempo es hablando a través de nuestras emisoras con otros agricultores de la zona, charlando sobre si uno hace las tareas de una forma o de otra, sobre los precios de la leche o del trigo o a cuánto ha comprado uno el fertilizante o el herbicida. O, en un año tan complicado como éste, pides ayuda a algún compañero porque se te ha atestado el tractor en una friera, y necesitas que te ayuden a sacarle, y siempre hay quien te echa una mano, porque esa solidaridad no se ha perdido en el campo, por fortuna.
Otra forma de pasar el rato, entre cigarro y cigarro, es poner la radio. Y cuando uno está doce horas en el tractor da tiempo a escuchar muchas horas de radio. Amaneces con los primeros informativos, siempre afinando el oído cuando le llega el turno al boletín regional y provincial, que te informa de lo más cercano Cuando ya has escuchado las mismas noticias varias veces, conectas con un canal musical, que también interrumpen para contarte otra vez las mismas historias. Vas a otra emisora, a escuchar otro punto de vista, pero los protagonistas de las noticias son siempre los mismos, aunque cambie quién es ensalzado y quién es criticado según el grupo informativo.
Cuando uno va, después de comerse el bocadillo, al teleclub a compartir un café con otros agricultores, el comentario general es uno: “Estoy hasta los mismísimos de los políticos, de que se pongan a parir unos a otros y de que nunca hablen de nada que de verdad interese a la gente de la calle”. Les oyes hablar, horas y horas, negando lo evidente, obsesionados por machacar al contrario y, sobre todo, convencidos de que lo que dicen es muy importante. Pero para nosotros, los ciudadanos, y en concreto los agricultores y ganaderos, lo importante son otras cosas. Lo importante es hallar soluciones para nuestros problemas, sobre conseguir un precio digno para los productos agrarios y ganaderos, que permita a los profesionales afrontar el futuro con optimismo. Lo importante es que se mejoren las infraestructuras y condiciones sociales de nuestros pueblos, que haya médicos, que haya maestros, que se impulsen empresas.
Pues bien, de esas cosas, por muchas horas que hagamos en el tractor, no dicen nada. Como mucho oiremos las críticas que el Sr. López hace al Sr. Herrera, o las que hace el Sr. Herrera al Sr. Zapatero, y así una y otra vez, como una noria. No se ponen de acuerdo ni en lo necesario ni en lo evidente, y hasta los datos más claros acaban siendo interpretados según les viene bien. Y al final, la casa sigue sin barrer.
Hace pocos días los ganaderos de leche de la región denunciaron públicamente la ruina que soportan por los bajos precios impuestos por la industria y la distribución, para lo que derramaron 300.000 litros de producto. Entendiendo que la mayoría de los ciudadanos de este país cada mañana, después de levantarse y lavarse la cara, desayunan un tazón de leche, y que de seguir así la situación nuestras granjas desaparecerán y tendremos que hacer el acopio en países de fuera –de una leche que no tendrá ni la calidad ni las garantías sanitarias de la que aquí se produce–, se entendería que la repercusión hubiera sido grande en los medios de comunicación. Cierto es que esta protesta quedó reflejada, pero en una extensión mucho menor que la chorrada diaria que cada día dedican nuestros políticos a descalificar a los del partido de enfrente.
Bien es cierto que los grandes grupos de información de este país, y más en los momentos de crisis actuales, necesitan para su supervivencia la publicidad o las ayudas económicas que provienen de las distintas administraciones. Pero ese dinero de las administraciones es de todos, no de los cuatro líderes que lo administran y, si es de todos, debe servir para procurar que los medios ofrezcan buena información, la información que demandamos todos, la que interesa a la gente de la calle, y no trifulcas estériles. En un país con cuatro millones y medios de parados, en una región con tantos problemas de población, lo que interesa a la gente es si se abren empresas o no, si hay posibilidades de encontrar empleo o crear un negocio, si las entidades financieras van a facilitar créditos o hipotecas, si la oferta educativa va a dar respuestas a los jóvenes de hoy, si los mayores van a tener garantizadas sus pensiones, si la seguridad social atenderá a todos. A los agricultores y ganaderos, autónomos y empresarios, nos interesa las posibilidades de venta de nuestras producciones y nuevos mercados, las garantías de cobro, las nuevas tecnologías, las infraestructuras. De eso tienen que hablar los medios de comunicación, de lo que interesa a los ciudadanos, y no a los dirigentes políticos que, por cierto, no elegimos cada cuatro años para que salgan bien en la foto, sino para que trabajen para todos los ciudadanos y mejoren nuestra región y nuestro país.