ESPAÑA 09/03/2012
La aprobación del Real Decreto 1620/2007 ha permitido que aguas, que antes se vertían a cauce tras un tratamiento en Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR), puedan aprovecharse para el riego de campos. No obstante, para que ello sea viable es necesario que el agua cumpla con unos estándares de calidad claramente establecidos en dicho Real Decreto.
El uso de aguas regeneradas para el riego de cultivos permite satisfacer las necesidades de la agricultura siempre que cumplan los requerimientos para tal fin.
Es necesario que el aprovechamiento de aguas residuales se realice de modo controlado a fin de garantizar tanto la conservación de la fertilidad del suelo (características orgánicas, minerales e hidrogeológicas) como la obtención de productos que respondan a las características higiénicas y sanitarias exigibles.
Sin embargo, dicha agua regenerada puede no estar exenta de contaminación, entre otras razones debido a un ineficiente tratamiento en las plantas depuradoras. ¿Puede entonces un agricultor seguir regando sus campos y, a la vez, estar seguro de la ausencia de elementos patógenos? La respuesta es sí.
Elementos presentes en las aguas residuales, pueden limitar su uso en riego. La materia orgánica biodegradable, la presencia de virus, bacterias, protozoos o helmintos de origen humano y su posible transmisión a través de los productos cultivados pueden ser origen de diversas enfermedades. La presencia de elevados niveles de sólidos en suspensión, y su más que probable acumulación, da lugar a depósitos de lodos que generan condiciones anaeróbicas en los medios, provocando, además, la obturación en sistemas de riego localizados. La materia orgánica no biodegradable, entre otros parámetros, son condiciones limitantes para el uso en riego del agua residual tratada.
La reutilización del agua regenerada comporta un riesgo sanitario. Por ello, se requiere que ésta sea tratada mediante sistemas de desinfección (cloración, el dióxido de cloro, ozono y/o fotocatálisis, entre otros) de forma que se consiga y garantice la eliminación de todos estos microorganismos hasta niveles seguros.
Tal vez sea la desinfección combinada con ozono y posterior cloración el proceso más extendido. La cloración – por sí misma - es un sistema barato y fácil de aplicar. No obstante, no está exenta de desventajas: concentraciones de radicales de cloro libre superiores a 0,5 mg/l, limitan la aplicación del agua en cultivos sensibles.
¿Pero qué pasa si a una explotación le llega un agua que incumple los parámetros establecidos por ley?. ¿Qué cabe hacer por parte del agricultor?. ¿Debe esperar a que la estación depuradora del suministrador de agua tratada corrija la deficiencia?. El artículo 5 del RD 1620/2007 de 7 de diciembre establece las responsabilidades de unos y de otros. En lo que afecta al agricultor, el RD establece en su punto 5 que “ El usuario del agua regenerada es responsable de evitar el deterioro de su calidad desde el punto de entrega del agua regenerada hasta los lugares de uso”.
Esa es la responsabilidad del agricultor en materia de aguas reutilizadas. Vigilar, mantener y, si procede, corregir los parámetros que permitan el uso de dichas aguas para su uso en riego dentro de su explotación.
Conocer los parámetros permitidos, identificar los puntos críticos y de control, establecer sus límites, definir las acciones correctoras a su alcance y los sistemas de verificación y control oportunos, junto con una adecuada elección de productos con acción biocida (desinfectantes) autorizados para agricultura, son acciones obligadas para todo agricultor.
La aplicación de protocolos con tecnologías adecuadas a nuestra realidad, es decir, eficientes, que sean económicas y fáciles de mantener y operar, son las que viene prescribiendo la empresa CEBE (Centro de Estudios de Bioseguridad). CEBE dispone de recursos para tratar eficazmente tanto el agua de riego como su sistema de almacenamiento y distribución, asegurando así su total limpieza y desinfección.
Tras un estudio exhaustivo de su instalación (análisis de puntos críticos) CEBE facilita los protocolos de control y actuación que le llevarán a mantener un estatus de bioseguridad del agua y disponer de un sistema libre de patógenos en toda su explotación agrícola.
Años de experiencia en el ámbito de la agricultura han llevado a CEBE a recomendar el uso de productos con alto poder biocida basados en el peróxido de hidrógeno y el ácido peracético estabilizados.