ESPAÑA 30/03/2012
Agricultores, ganaderos y trabajadores saben que la solución del campo andaluz pasa por la llegada de la lluvia que ponga fin a la grave sequía que padecemos, y ni los sindicatos, ni su convocatoria de huelga general, van a traer el agua que necesita el campo andaluz para poner fin a su ruina
La convocatoria de huelga general pincha en hueso en el campo andaluz, que ha dado la espalda a una convocatoria que no iba con él. Pese a la llamada a la huelga general por parte de UGT y CC.OO., así como de otras organizaciones que dicen representar al sector agrario, lo cierto es que en todo el campo andaluz la jornada se está desarrollando con la normalidad propia del inicio de este nuevo ciclo de sequía.
Los agricultores de regadío siguen regando con normalidad e incrementando los costes de su explotación, los agricultores de secano dan el año por perdido y ya ni siquiera miran al cielo y los ganaderos continúan tirando de “cartera” para llevar, como cada día, el pienso y el forraje que necesitan sus animales a falta de pastos naturales.
Normalidad absoluta en toda Andalucía, incluso en aquellas provincias en las que se desarrollan campañas de recolección, fundamentalmente en Huelva y Almería, y en algunas comarcas de Málaga y Granada, y que dependen de almacenes y transportes para mover sus producciones. La normalidad ha sido la tónica general. El campo no está para huelgas, así lo han entendido los agricultores, los ganaderos y los trabajadores andaluces que ven en esta convocatoria un intento a la desesperada de los sindicatos por reivindicarse y salvarse a sí mismos.
De hecho, esta huelga general ha sido la que menos seguimiento ha registrado de todas las convocadas en nuestra reciente etapa democrática. Tan sólo se ha registrado un incidente puntual en la provincia de Cádiz, donde ante la coacción de los piquetes, los tractoristas de una finca de la campiña de Jerez, que tenían previsto sembrar hoy girasol antes de la llegada de las lluvias, previstas en esa provincia para mañana y pasado, no han podido salir a sembrar, perdiendo así la única oportunidad de obtener algo de renta y trabajo en esta campaña y perjudicando con ello, a los propios trabajadores, que al no haber sembrado antes de la lluvia no tendrán tampoco faena después.
Este escaso seguimiento pone de manifiesto que ni los agricultores ni los trabajadores del campo de andaluz están dispuestos a perder un solo día. En Andalucía han cerrado 25.000 explotaciones en los últimos cinco años, por lo que lo que realmente hace falta en el campo andaluz es agua, precios dignos y trabajo.