El curso comenzó con una presentación en el salón de actos de las cavas de Codorníu en Sant Sadurní de d’Anoia. Germán Canomanuel, del departamento de Asuntos Corporativos de Syngenta, presentó la compañía y su fuerte apuesta por la I+D+i (2 millones de euros de inversión al día en todo el mundo) y por la sostenibilidad, con una amplia oferta de acciones llevadas a cabo en los últimos años como Operación Polinizador, el sistema Heliosec, el apoyo a la Agricultura de Conservación, etc. En este sentido, desde Syngenta se tiene claro que las Buenas Prácticas Agrarias y la formación continua del agricultor son las claves de futuro.
Entrando en la parte teórica del curso, Germán Canomanuel explicó los puntos más importantes de la nueva Directiva de Uso Sostenible, que en España se ha trasladado a través de dos reales decretos (RD de Usos Sostenible de Productos Fitosanitarios y RD de inspección de Equipos Fitosanitarios) que se llevarán a efecto por medio de un Plan Nacional de Acción. Entre los cambios más importantes que trae este Plan de Acción está que todos los implicados en el uso de fitosanitarios (transportistas, almacenistas, técnicos, agricultores, etc.) deberán tener el Carnet de Aplicador (cualificado o básico, dependiendo de la actividad).
Además, las Buenas Prácticas Agrarias serán obligatorias y reguladas; se deberán registrar en un libro todos los movimientos de fitosanitarios; se crea la figura del Asesor que será clave para la puesta en marcha en 2014 de la Gestión Integrada de Plagas en 2014 (todas las explotaciones que superen las 5 ha de viña tendrán que contar con la firma de un asesor en sus planes de gestión integrada de plagas); y se crea un Registro Oficial de Productores y Operadores (ROPO), en donde deben estar obligatoriamente registrados todos los implicados en el sector.
La importancia de la calibración
Tras la introducción a toda esta nueva legislación, llegó el turno del equipo de Emilio Gil, del Departamento de Ingeniería Agroalimentaria y Biotecnología de la Universidad Politécnica de Catalunya, que son los responsables de impartir la teórica y la práctica de la calibración de los equipos fitosanitarios. El profesor Emilio Gil habló de los elementos clave de la calibración (boquillas, manómetro, velocidad de aplicación, dirección y presión del aire) y puso de relieve las buenas y malas prácticas a la hora de tratar con fitosanitarios.
El hecho de que las inspecciones de los equipos fitosanitarios serán obligatorias en muy poco tiempo, no debe ser un problema para el agricultor: según Emilio Gil, en las inspecciones voluntarias realizadas por su equipo, el 100% de los agricultores se han ido satisfechos, ya que han visto que, con la maquina bien calibrada ahorran entre un 18% y un 35% de producto, mejoran la aplicación y evitan malas prácticas. En este sentido, antes de 2016 se tendrán que revisar cerca de 300.000 equipos y el coste de las inspecciones será de entre 120 y 150 euros por máquina.
De la teoría se pasó a la parte práctica sobre el terreno para aprender a calibrar correctamente los equipos pulverizadores, a usar los discos calibradores, a saber elegir una boquillas u otras dependiendo de los parámetros de aplicación y a elegir estos parámetros como son la velocidad, la presión de aplicación, el aire a la hora de aplicar, etc. En este caso se probaron tres equipos de los propios viticultores participantes: se realizó primero una aplicación tal y como estaban calibrados y una segunda aplicación calibrados de forma correcta (con la participación activa de todos los asistentes), pudiéndose comprobar que, con mucha menos cantidad de producto se puede hacer una mejor aplicación y evitar derivas y pérdidas innecesarias.
Comunicación directa con el viticultor
El interés y el nivel de participación que mostraron el centenar de viticultores asistentes no se entendería si no fuera por el grado de implicación y de comunicación que existe entre Codorníu y sus viticultores. Como nos explicó Antonio Abad, responsable técnico de uvas y viticultores de Codorníu, cuentan con 400 viticultores colaboradores que les proveen de 25 millones de kilos de uva al año para la elaboración del cava (con variedades como Chardonnay, Macabeo, Xarel-lo, Perellada y Moscatel). Codorníu asesora a sus viticultores y revisan las viñas y todo el proceso para conseguir la calidad que exigen para elaborar sus cavas. Es un trabajo siempre al lado del viticultor, desarrollando programas de agrupaciones de feromonas; colaborando con los técnicos de las ADV, que les ayudan también a ellos en la vendimia; realizando ensayos en común de fitosanitarios y fertilizantes; etc.
En este sentido, y para que la comunicación entre bodega y viticultor sea constante, las nuevas tecnologías son básicas tanto por medio de mensajes de telefonía móvil como por medio de la Web especial “Vitivi” en la que están registrados todos los viticultores que colaboran con Codorníu. En ella los viticultores realizan encuestas de seguimiento sobre la sanidad y estado de sus parcelas y eligen la hora para realizar la entrega de la uva en la bodega durante la vendimia (evitando colas, pérdidas de calidad y de tiempo); además, tiene un cuaderno de campo online para llevar todos los tratamientos y actividades en las parcelas; cuentan con todas las normativas e informaciones técnicas que les puedan interesar y disponen de un servicio especial denominado “Market Place” donde encuentran ofertas de todo tipo, desde empresas de terceros para vendimiar la uva o realizar tratamientos, pasando por servicios agronómicos, ETT para buscar trabajadores temporales, proveedores como Syngenta, etc.
Según Antonio Abad, desde que utilizan estas herramientas de comunicación con el viticultor la calidad de la vendimia se ha mejorado muchísimo y se han reducido totalmente los problemas del día a día. Una prueba de su efectividad ha sido el curso realizado con Syngenta, que se ha convocado por Internet cubriéndose las plazas de forma muy rápida y dinámica