Control biológico como una alternativa a los insecticidas convencionales que, en su mayoría, son nocivos para la salud animal y humana, además de provocar resistencia en los insectos, residuos y contaminación en el ambiente. Los científicos emplean hongos que se encuentran en la naturaleza y pueden causar la muerte de los insectos si penetran y se desarrollan dentro de ellos.
Estos organismos pueden ser muy útiles para poner un freno a ciertas plagas, especialmente a aquellas que perjudican los cultivos, con sus consecuentes pérdidas económicas. Es por esto que en el Laboratorio de Hongos Entomopatógenos del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (CEPAVE, Conicet – Universidad Nacional de La Plata) se desarrollan líneas de investigación con el fin de obtener estos hongos que crecen a partir de insectos plaga de la agricultura y de insectos vectores de enfermedades, para ser utilizados como agentes de control biológico. Estos hongos matan a los insectos y luego pueden ser recuperados y volver a infectar a otros insectos sanos.
Los organismos viven naturalmente en el ambiente -suelos o agua- como así también alojados en los cuerpos de los insectos, lo cual causa su muerte en un plazo aproximado de cinco a siete días, con la posibilidad de propagar la enfermedad a otros insectos sanos, bajo condiciones favorables de temperatura y humedad.
“En la actualidad investigamos la producción masiva de hongos para lograr un formulado que pueda ser usado como alternativa a los insecticidas químicos. Nuestro objetivo final es lograr la transferencia tecnológica a la comunidad y a empresas para su producción y registro.”, explicó a Argentina Investiga Claudia López Lastra, investigadora del CEPAVE.
Los hongos son un ejemplo de los distintos organismos patógenos de insectos -es decir, que los enferman y pueden matarlos- que se estudian en el CEPAVE desde hace más de 20 años. Algunos de estos organismos pueden aislarse en cultivos y preservar a largo plazo, y es posible realizar pruebas en el laboratorio para demostrar su capacidad insecticida. Estas pruebas, llamadas bioensayos, se realizan bajo condiciones controladas de luz, temperatura y humedad con insectos sanos que se crían en el Centro.
En el laboratorio se desarrollan varias líneas de investigación en insectos vectores: hongos patógenos de mosquitos y de cucarachas; en insectos plagas de agricultura sobre distintos sistemas agrícolas (hortícolas, cereales, soja, yerba mate, frutales); y en arañas yácaros.
“También, y en colaboración con investigadores de la Universidad Nacional de Buenos Aires, se aborda el estudio del efecto deantimicrobianos y toxinas extraídos a partir de hongos entomopatógenos. Se desarrollaron varios proyectos en la línea de hongos patógenos de insectos en los aspectos de taxonomía, biodiversidad y patogenicidad, así como trabajos de estacionalidad a campo, es decir, un seguimiento de cómo el hongo va infectando a un insecto a lo largo del tiempo en un determinado lugar.”, contó la investigadora.
Asimismo, en el CEPAVE se logró instaurar una colección propia de cultivos de hongos patógenos de insectos y de otros artrópodos con el objetivo de preservar los hongos para estudios actuales y futuros, además de funcionar como consultoría y servicios a terceros, así como depósito e intercambio de cepas, certificación e identificación de especies.
Esta colección es producto de las diferentes investigaciones realizadas y cuenta con cerca de 400 cepas de unas 20 de hongos, lo cual la convierte en una fuente y reservorio genético altamente específico.
“Estas líneas de trabajo se desarrollan con el equipo de trabajo de investigación y algunas también en coparticipación interdisciplinaria a través de extensión de la Universidad Nacional de La Plata y agricultores, así como también con otros laboratorios del país; existen también convenios bilaterales con Brasil, Uruguay, Alemania y Sudáfrica.”, agregó López Lastra.