Desde el año 2013 la Organización de Naciones Unidas dedica el 5 de diciembre de cada año a celebrar el Día Mundial del Suelo. El objetivo es concienciar a la opinión pública mundial de la importancia que tiene mantener la calidad de los suelos del planeta para la seguridad alimentaria, el buen estado de los ecosistemas y el bienestar de la humanidad. Y es que el suelo fértil del planeta es la base de la vida vegetal y de él sale el 95% de los alimentos que comemos. Sin embargo, su degradación es contante y las pérdidas de suelo no son recuperables a escala humana, por lo que es un recurso no renovable.
En España, el 74% del territorio se encuentra en riesgo de desertificación y un 20% corre un peligro muy alto de convertirse irreversiblemente en un desierto, por lo que estamos hablando del principal problema medioambiental al que se enfrenta nuestro país.
En este marco, el sector agrario tiene ante sí el reto de cuidar y proteger al suelo a través de prácticas agrarias beneficiosas para el medioambiente que, además, cumplan con la función social de proveer de alimentos a la población, y todo ello sin comprometer la rentabilidad de las explotaciones. Además, las Administraciones Públicas han de contribuir fomentando este tipo de prácticas porque el suelo es un recurso natural patrimonio de todos, sobre el cual se desarrolla una actividad tan esencial como la agricultura, que ha respondido de una manera eficaz en los tiempos de pandemia que nos está tocando vivir.
La Agricultura de Conservación es la respuesta ante esta situación. Los tres principios sobre los que este sistema de manejo sientas sus bases, como la supresión del laboreo, la presencia de una cubierta vegetal y la rotación de cultivos, ofrecen una respuesta integral ante los problemas del medioambiente en los ecosistemas agrícolas y de una manera muy particular a la erosión y degradación del suelo. Está demostrado que las prácticas de Agricultura de Conservación reducen la erosión en un 90% y que incrementan los contenidos de materia orgánica en el suelo, llegando a tener en algunos casos, tras varios años, hasta un 40% más de este elemento que los suelos manejados mediante prácticas convencionales, según las experiencias realizadas en el marco del proyecto europeo LIFE Agromitiga, en el que participa la AEACSV, la Universidad de Córdoba, ASAJA Sevilla, el IFAPA, la Federación Europea de Agricultura de Conservación y la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de la Junta de Andalucía.
La nueva PAC y los eco-esquemas representan una oportunidad para incluir este tipo de prácticas y abordar de una manera definitiva los problemas medioambientales que afectan al suelo. La Agricultura de Conservación, cuenta con la experiencia de miles de agricultores, el soporte y el aval técnico suficiente para hacer de estas medidas un éxito, contribuyendo sin ninguna duda, al cumplimiento de los objeticos medioambientales que se fijen en las normativas europeas, españolas y autonómicas.