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El aumento sin precedente del precio del aceite de oliva afecta a la industria y a los consumidores

En esta campaña, el olivicultor y las almazaras se han visto lastradas por los altos costes de producción, un factor que se ha visto potenciado negativamente por una corta cosecha y una demanda que no cesa, evitando que se estabilice el mercado.

Precios España - 30/12/2022
El incremento del precio del aceite de oliva no compensa la escasez de cosecha de los productores.








A partir del 22 de diciembre, la cotización de la onza de oro experimentaba una explosiva subida que alcanzaría su zénit el pasado miércoles, para descender en picado hasta su actual valor estabilizando el mercado, caso contrario a lo sucedido con el ‘oro líquido’ cuyo precio en España está acariciando cotas de alto coste, transformado un producto de primera necesidad para el consumidor medio en un insumo ‘gourmet’. Según los últimos datos  del sistema poolred, recogidos por ASAJA-Jaén, entre los días 20 y 26 de diciembre, el precio en origen del aceite de oliva virgen extra fue de 5.461euros/tonelada, el virgen de 4.896 y el lampante de 4.802, en el lado del consumidor la cosa no mejora, la inflación ha marcado los precios en las etiquetas de los lineales con cifras que rondan los 6 y 8 euros.

En un momento donde el Gobierno acaba de aprobar la reducción del IVA de algunos alimentos como el aceite de oliva, para mitigar el gasto doméstico de los hogares españoles, la situación en la producción y comercialización del aceite oliva ha alcanzado unos precios sin precedentes. Un aforo bajo en España, otoños secos han constituido una baja cosecha de aceituna para aceite de oliva , cuya demanda, por ahora, no experimenta ningún descenso, teniendo que llegar hasta 300.000 toneladas que se pueda estabilizar el mercado.

La campaña de este año ha sido corta debido a los problemas de estrés hídrico sufrido por el olivar a causa de la sequía, esto ha puesto de manifiesto una escasa producción que se ha repetido en otros países productores de aceite de la cuenca mediterránea a excepción de Grecia y Turquía, y si bien es cierto que las recientes jornadas torrenciales de principios y mediados de diciembre le han dado un ‘punch’ al sector, el resultado sigue sin ser suficiente, manteniéndose la producción por debajo de la media.

La esperanza radica en la estabilización del mercado, pero los factores que lo delimitan no son muy halagüeños. El costo de los carburantes y fertilizantes, la situación energética, la espera -como agua de mayo- de las lluvias o los propios cambios en la economía derivados de la situación entre Rusia y Ucrania mantienen al sector en vilo y al consumidor sufrido; y a esta receta de futuribles, habrá que añadirle el impuesto sobre el plástico no reutilizable, que entrará en vigor el 1 de enero con visos de que no va a pasar desapercibido en el trasiego diario de fabricantes, distribuidores y finalmente consumidores.

En esta campaña, el olivicultor y las almazaras, como otros sectores, se han visto lastradas por los altos costes de producción, un factor que cuyo perjuicio se ha visto potenciado por una corta cosecha y una demanda que no cesa. Esta carencia de aceite oliva de cara a la oferta hace que el precio del producto se haya disparado, y sin embargo, según Cristóbal Gallego, presidente de Jaencoop, en unas declaraciones recogidas por Mercacei “el incremento del precio del aceite de oliva no va a compensar la escasez de la cosecha que tiene el productor, poniendo en una situación económica muy complicada a la actual campaña”.

A este engranaje habría que añadirle un último factor, y este es el sobrante de la campaña anterior, que al juntarse con lo producido durante la 2022-23, repercute en el rendimiento de salidas de aceite de este año, quedando por debajo de la anterior campaña con una caída de las ventas totales de un 23% respecto a la media de los últimos 36 meses, según recoge la Agencia de Información y Control, dejando a los precios ascendentes, como principal elemento de ajuste el mercado.

La falta de producción dictamina los precios y por extensión genera una reacción en el consumidor, es por ello que el sector oleícola mantiene, al menos uno de sus ojos en los hábitos de compra actual, conscientes de que la subida del precio del aceite de oliva pueda hacerles perder cuota de mercado, en un escenario donde otros aceites vegetales y otras grasas también han incrementado su valor, dejando al consumidor ante una disyuntiva de compra, convirtiendo al comprador medio en un elemento de incertidumbre para el sector oleícola, pues no sabría que aceite o grasa comprar, así lo aseguraba el analista oleícola internacional Juan Vilar, en una entrevista para Mercacei. Asimismo, este consultor estratégico, también contempla otro posible factor que pueda repercutir en las ventas de aceites y otras grasas, siendo éste la inclusión de nuevas tecnologías en los hogares de los españoles que no precisan de estos productos para cocinar, refiriéndose claramente a las freidoras por aire.

Sabedores de la compleja e inédita situación actual, tanto al sector olivarero y el oleícola, sólo les queda esperar a que vuelvan las lluvias y las producciones vuelvan a sus números naturales, hasta entonces, el consumidor seguirá detenido frente al lineal meditando los precios que se muestran ante él, esperando a que el mercado se reajuste.

Redacción Infoagro.com. Víctor Navarro.


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