Aunque es una situación que ya va remitiendo poco a poco con la llegada de producto, los mercados europeos han estado sufriendo escasez de algunos productos hortofrutícolas tradicionalmente cultivados en España, como es el caso del tomate y el pepino. Un hecho que cada vez se produce con más frecuencia debido a las vicisitudes que afectan a la producción como consecuencia de la dificultad para prever problemas debido a la incertidumbre que plantea el cambio climático.
En este caso, los agricultores de la zona de Almería y costa de Granada, han sufrido este verano olas de calor sofocantes que han imposibilitado llevar a cabo la siembra en las fechas habituales, a lo que se suma el incremento de amenaza de enfermedades y plagas, precisamente por la presencia de las altas temperaturas.
Si tenemos en cuenta que normalmente, para mediados de octubre, grandes volúmenes de cultivos como el tomate están ya disponibles en los mercados europeos, y este año, con una superficie de cultivo similar a la de la campaña pasada, los volúmenes han estado siendo escasos o inexistentes hasta ahora, mes y medio después de lo habitual, que empiezan a llegar las primeras remesas a los mercados europeos, podemos hacernos una idea de la falta de producto que se ha dado en los lineales de países como Reino Unido, mercado clave de los productos hortofrutícolas españoles, tomando también en consideración la finalización de la campaña holandesa y los grandes problemas de virosis, además de por las olas de calor, que ha tenido el tomate marroquí, por lo que en esta ocasión no ha supuesto una competencia considerable para el tomate español. Un tomate que en las primeras semanas de la campaña, se ha recolectado en pequeñas cantidades, no sólo debido al retraso en la siembra, sino por un pico de virus rugoso del tomate, y con un precio alto en origen, que ha llevado a que se comercialice sobre todo en el ámbito nacional y en Italia, no pudiendo dar amplio abasto a los grandes mercados europeos. Tanto es así, que algunos supermercados europeos han rebajado sus requisitos de calidad para poder incluir producto en sus lineales, e incluso algunos consumidores europeos han optado por las conservas.
Asimismo, el tradicional equilibrio existente entre las diferentes producciones en Europa también se ve alterado debido al retraso de la campaña española, experimentándose probablemente una fuerte competencia en los meses de primavera, debido al inicio de la campaña holandesa, con lo que podrían reducirse los precios.
Otros dos cultivos que están viéndose amenazados por el aumento de la presencia y virulencia de virus y plagas derivados de las altas temperaturas en momentos inusuales del año son el calabacín y el pimiento, que si bien solían considerarse como cultivos menos arriesgados que, por ejemplo, el tomate, están sufriendo grandes mermas debido a la imprevisible acción del cambio climático, lo que afectará probablemente, no sólo a los precios, sino a las cantidades que los europeos puedan ver en los próximos meses en los lineales de sus supermercados.
A esto, habrá que sumar posibles nuevas amenazas que puedan plantear el invierno y la primavera, como cambios bruscos de temperatura, frío excesivo, lluvias u otro tipo de inclemencias meteorológicas difícilmente previsibles a medio-largo plazo que pongan en jaque las producciones y por las que los mercados tengan que modular sobre la marcha sus procesos de compraventa de productos hortofrutícolas.
Redacción Infoagro: Lydia Medero