El mercado condiciona la viabilidad de las explotaciones de forraje

A pesar de una caída productiva del 20-25% durante la campaña 2023-2024 a causa de la sequía, España se mantiene como el principal productor mundial de forrajes deshidratados, alcanzando una cifra de 980.000 toneladas producidas, de las que 785.000 toneladas fueron de alfalfa y 195.000 de otros cultivos.

Cataluña, por su parte, contribuye a estas cifras, representando aproximadamente el 17% de la producción española, unas 166.600 toneladas.

El año 2023 estuvo marcado por la sequía, comportando una situación inusual de compra muy elevada de forraje tan deshidratado, como en rama y ensilado en el mercado nacional por la psicosis que producía la falta de alimento en el campo. Este hecho provocó unos precios de forraje muy elevados a nivel nacional y una reducción del porcentaje de exportaciones que, normalmente, se encuentra sobre el 70% de la producción total.

Precisamente, esta falta de recuperación plena del mercado internacional, en la segunda parte del año, cuando aparecieron las lluvias, ha comportado que se empiece la campaña comercial con muchas existencias en los almacenes, provocando una bajada de precios que los productores no pueden soportar, debido al encarecimiento de los costes ya efectos de una sobre-compra ocasionado por la sequía.

Concretamente, el precio medio de las balas de alfalfa deshidratadas ha caído un -40% respecto al año anterior y, la alfalfa granulado un -34%, valor que, desde JARC, se considera que no cubre los altos costes de producción y transformación (gas y electricidad) y dificultará el desempeño de las condicionalidades fijadas por la PAC por la falta de rentabilidad del cultivo.

Más acusada es la caída de precio de la alfalfa y forrajes que cobra el agricultor, que en 2024 ha caído entre el 50 y el 60% respecto a los precios que se cobraba en 2023.

La organización cree que la Administración debe trabajar en mecanismos que amortigüen esta reducción de rentabilidad de las explotaciones productoras de forraje, ya sea estableciendo políticas para recuperar el mercado internacional y sus cotizaciones, o mediante la compensación de los bajos precios que cobra el agricultor.

La alfalfa, aparte de representar el 20% de la proteína vegetal producida en nuestro país, es un cultivo altamente compatible con las líneas políticas de la Agenda 2030 y los retos medioambientales impulsados ​​por Europa para alcanzar los retos de la PAC.

Aporta las siguientes ventajas respecto a otros cultivos:

• Fija el CO₂ (9t/ha/año), contribuyendo a paliar el efecto invernadero.
• No necesita el aporte de abonos nitrogenados, porque es capaz de capturar el nitrógeno atmosférico.
• Reduce la erosión y mejora la estructura del suelo por ser un cultivo plurianual.
• Constituye refugio para gran número de insectos y animales, contribuyendo a la biodiversidad, atrayendo hasta 117 especies de pájaro y la conservación de más de 60 especies apícolas.
• Requiere un bajo uso de fitosanitarios.

Gracias a la presión realizada desde JARC-COAG, se logró que las Administraciones aceptaran incluir el cultivo de la alfalfa en el listado de especies para cumplir con diferentes ecorregímenes, pero, consideran que, dada su contribución medioambiental, habría que estudiar aumentar el soporte, ya sea para compensar el coste de implementar las exigencias de la PAC o, la posibilidad de exención de ciertas condicionalidades.