Dice el refranero español: “Cría fama y échate a dormir”, esa debe ser la premisa que adoptó el ex árbitro andaluz y economista Félix García, actualmente director general de Kimitec, y es que después de haber construido la empresa desde las ruinas de una compañía almeriense en bancarrota, su gran baza para diferenciarse del resto, ha sido su idea de la disrupción con respecto a su competencia y el seguimiento de las tendencias hacia lo natural que venían de Europa, planteamientos que le han servido de ejes fundamentales para el marketing de la empresa y la creación de su credibilidad en el mercado, con la “biotecnología disruptiva” por bandera. Tanto es así, que en 2020 tenía en su haber 5 Proyectos Horizonte con una gran financiación por parte de la Unión Europea, lo que junto con la construcción de su centro de innovación MaAVi, le llevó a autocalificarse como el mayor centro de biotecnología de Europa, con un centro de trabajo que se planteaba como el “Google” de la agricultura, con la inclusión de restaurante, gimnasios, mascota propia y hasta un tobogán para bajar a sus oficinas desde la entrada de sus instalaciones, de forma que, en su día, recibió varias ofertas de compra por parte de multinacionales, que fueron rotundamente rechazadas. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce.
Y es que, la credibilidad, y la inyección financiera que le aportaba contar con el favor de 5 Proyectos Horizonte de la UE, así como la ambición de su CEO, llevó a la empresa a invertir el dinero en la ampliación de su fábrica situada en Vícar (Almería) y en el fomento de su Fundación para la integración social de niños de más de 100 nacionalidades a través del fútbol. Algo que queda patente en las últimas cuentas presentadas al Registro Mercantil, correspondientes a 2022, donde puede verse cómo de 2021 a 2022, el pasivo no corriente, es decir, las deudas y obligaciones que, entre las dos sociedades que la componen, Kimitec Biogroup y Agroindustrial Kimitec, tenían previstas para un periodo superior a un año, pasó de 29,2 millones de euros a 126,4 millones de euros, lo que supone un aumento del 433,3%; mientras que el pasivo corriente, las deudas y obligaciones previstas para un periodo igual o inferior a un año, pasó de 27,8 millones de euros en 2021 a 47,6 millones en 2022, lo que supone un aumento de la deuda a corto plazo del 171,4%, por lo que en sólo un año, la biotecnológica aumentó su deuda total, sumando las obligaciones a largo y a corto plazo, en 174 millones de euros, un 307,2%. Unas cuentas que hicieron a su CEO, que se había mostrado siempre tan reacio a vender la empresa, abrirse a la compra, por parte del fondo de inversión de activos agrarios del Santander, Agro Smart, del 5% de la compañía con tal de inyectar capital y reducir su deuda. Pero esa, y otras maniobras como la formación de joint ventures con grandes empresas del sector como Bayer, Vall Companys y Nice Fruit con el fin de llevar a cabo “proyectos innovadores”, pero siempre y cuando, compartiendo gastos; y acuerdos de colaboración con empresas como Agroponiente, Bollo, GS España, Pescanova o UPL, no le han servido de mucho a la denominada unicornio de la biotecnología agrícola, ya que, pese a que continúa haciendo gala de su grandeza con grandes stands en ferias como Fruit Attraction, se ha visto abocada a un proceso de reestructuración que le permita hacer viables sus cuentas antes de acabar como empezó; con la contratación de la consultora Deloitte para pedir auxilio a la banca alegando “unas pérdidas de más de 16 millones de euros entre las dos empresas que la componen en los últimos dos ejercicios”, y finalmente, el anuncio del comienzo de un ERE que afectará, según cifras publicadas, a más de 100 empleados de la compañía, con el fin de “optimizar su estructura en España, en el marco de un plan de viabilidad diseñado para preservar la rentabilidad sin comprometer la calidad del servicio ni sus operaciones nacionales internacionales”, pero lo cierto es que muchos de sus proveedores, desde hace más de cinco meses, ya reflejan en las reseñas de la compañía en Google, en su frustración por la imposibilidad de poder contactar con la empresa almeriense, su enfado por el impago de los servicios prestados. Una deuda vencida que ascendería a 11 millones de euros en lo que corresponde a proveedores, y a 140 millones de euros con las administraciones, según fuentes sindicales.
Un mal trato a su entorno específico, que no sólo se ciñe a sus proveedores y a su relación con las administraciones, sino que, la verdad de la empresa cuyo CEO se vanagloriaba de la “importancia de sus técnicos y de la captación de talento disruptivo” finalmente sale a relucir desde el ámbito financiero, con el despido de lo que otrora consideraba un bien preciado para la compañía: sus empleados, a los que ahora considera un coste y a los que achaca una parte importante de sus pérdidas: el “exceso de estructura y el sobredimensionamiento de los costes de personal”. Pero no son pocas las voces que, tanto en el entorno social local de la compañía, como en páginas web de reseñas de compañías como Go Work o Glassdoor, reflejan el ambiente interno de Kimitec, describiendo la empresa como una suerte de despotismo ilustrado en el que el CEO se posiciona como la representación en la tierra de un dios que es la idea de la “biotecnología disruptiva” que muchos califican como “humo”, y donde las “humillaciones públicas y los gritos” forman parte del cotidiano ambiente –“tóxico”- de unos trabajadores “estresados”, fruto de “trabajar mal, deprisa y corriendo”, con jornadas laborales cotidianas de “hasta 12 horas” (pese a que la compañía se vanagloria de tener horarios – oficiales - fabulosos y una cervecita los viernes al terminar), con pocas o ninguna oportunidad de ascenso en la empresa, dado que prima el “amiguismo”, y que han de adaptarse a unas rutinas que algunos califican como “invasivamente sectarias”, si quieren conservar su puesto de trabajo, por lo que la tasa de rotación de los empleados es bastante elevada.
Y es que, tirando de nuevo de refranero español, para algunos, está claro que más vale “burro grande, ande o no ande”.
Redacción Infoagro