“Hasta ahora, el punto de atención sobre los efectos de este hongo que está arruinando los cultivos de café en Nicaragua, se había centrado fundamentalmente en sus efectos económicos y sobre la agricultura. Con nuestro estudio estamos aportando información sobre los efectos que la roya tiene en la seguridad alimentaria de las familias vulnerables que dependen del empleo que genera el cultivo de café” señala Alejandro Zurita, director de Acción contra el Hambre en Centroamérica.
Una plaga de roya (Hemileia vastatrix) se viene extendiendo desde hace varios meses en Centroamérica. “Los hallazgos del diagnóstico que Acción contra el Hambre ha realizado en Nicaragua son elocuentes. Las familias de jornaleros del café, ya en una situación de pobreza estructural, están sufriendo una reducción de aproximadamente un 30% de sus ingresos familiares. Logramos identificar que en tiempos normales viven con aproximadamente entre 20 y 25 córdobas (0,5-0,7 euros) por persona al día. Hoy lo hacen con apenas unos 14-17 córdobas (unos 0,4 euros). Es decir, han pasado de la pobreza a la extrema pobreza”, añade Alejandro Zurita.
El estudio de Acción contra el Hambre revela que se perderán alrededor de 90.000 puestos de trabajo temporal en Nicaragua, producto de la roya. Eso constituye aproximadamente el 40% del empleo que ofrece la cosecha del café en un año normal.
El Corredor Seco, “Cuando realizamos diagnósticos para conocer el impacto de algún desastre, los resultados siempre son los mismos: los más afectados son los más vulnerables que viven permanente expuestos. Es decir, a su situación de pobreza estructural se suma una recurrencia cada vez mayor de los efectos de las sequías, en especial en el denominado Corredor Seco Centroamericano. Este año ha sido la roya la que tiene un impacto directo sobre sus ya escuálidos ingresos familiares”, afirma Juan Manuel Ceballos Godoy, Responsable de Seguridad Alimentaria y Nutricional de Acción contra el Hambre en Guatemala.
En el corredor seco hay una población de casi 3 millones habitantes y la población rural es del 70% (2 millones de personas aproximadamente). El 85% de esas familias depende de la agricultura para producir sus alimentos, de las que el 70% lleva a cabo una agricultura de subsistencia. Son estas familias a las que las sequías recurrentes afectan directamente. “Sumado a esto, el problema de la roya que se viene desarrollando, no ha permitido que las familias compensen su déficit de semillas, que comparaban con los ingresos que generan como jornaleros en los cultivos de café”, concluye Juan Manuel Ceballos.
