Sin duda, uno de los cultivos de mayor valor de nuestra agricultura, tanto en calidad de sus frutos como en cuanto a la cotización de los mismos, es el almendro.
Las almendras son ricas en ácidos grasos no saturados, monoinsaturados y poliinsaturados. Estos ácidos grasos ayudan a reducir el colesterol en la sangre. Al igual que otros frutos secos, las almendras tienen muchas proteínas. Además, proporcionan fibra, cobre, magnesio, vitamina E, ácido fólico, esteroles vegetales, etc. En definitiva, proporcionan efectos positivos a la hora de reducir el colesterol y prevenir las enfermedades cardiovasculares.
España es el segundo país productor de almendro con el 15% de la producción mundial. En nuestra geografía destacan principalmente variedades como Marcona, Planeta, Largueta, Desmayo, entre otras, siendo las de cáscara dura las más representativas y/o demandadas.
Desde enero y hasta marzo tiene lugar la floración del almendro. Al margen de la importancia de este fenómeno, sin duda es uno de los árboles más bellos cuando llega esta época. Durante este periodo, en función de las horas de frío y de los grados de calor recibidos durante el invierno, las distintas variedades de este cultivo comienzan a mostrar sus características flores. El número de flores de cada árbol influye directamente en la obtención de una buena cosecha después, ya que cada flor dará como resultado un fruto. De ahí la importancia de minimizar riesgos.
Dos factores principales para que el proceso de floración se complete son las condiciones climáticas posteriores a la floración y a la polinización de las flores. Si los procesos de polinización y fecundación se llevan a cabo con éxito, el cuajado será el previsto.
La mayoría de las variedades tradicionales llevan a cabo una polinización cruzada, por lo que se necesita la ayuda de abejas u otros insectos, o incluso del viento para poder trasladar el polen desde los estambres de una flor hasta los estigmas de otra y que así se lleve a cabo la fecundación. Por el contrario, de forma minoritaria, existen otras variedades denominadas autógamas, las cuales realizan la polinización en la misma flor, es decir, se fecundan sin la necesitad de un agente polinizador externo.
Uno de los inconvenientes de la temprana floración del almendro es que corre un elevado riesgo de que sus flores se vean afectadas por heladas posteriores. Las condiciones climáticas adversas como fuertes lluvias, bajas temperaturas y fuertes vientos en los meses de febrero y marzo, pueden hacer que el frutal pierda las flores, además de dificultar el vuelo a los insectos polinizadores, evitando así la fecundación. Todo esto se ve traducido en una pérdida exponencial de la cosecha final.
Desde BONORA NATURE, para prevenir la pérdida masiva de flores ante condiciones climáticas adversas, además de asegurar una óptima fabricación de polen, recomendamos la aplicación de nuestro producto FLORACIÓN.
FLORACIÓN es un producto ecológico que no deja residuo y con el que no se deben cumplir plazos de seguridad desde su aplicación hasta la recolección del fruto. Formulado con fósforo, boro y molibdeno es un inductor natural de la floración y cuajado del fruto. No contiene hormonas de síntesis, sino que estimula la propia fabricación de fitohormonas de la planta. También es de fácil asimilación por la planta, ayudando así a una rápida absorción de microelementos. Las bonanzas que caracterizan a este producto es que fortalece y limita la caída de flores y frutos pequeños, además de generar mayor cantidad de flores y polen útil, con lo que se obtiene una mejor polinización.
El producto se aplica vía foliar y disuelto en agua, impregnando correctamente todas las partes aéreas (tanto el haz como el envés de las hojas), sin excesiva presión en la cuba de aplicación. Se debe repetir el tratamiento dos veces para asegurar un buen funcionamiento del mismo. La primera aplicación se lleva a cabo en prefloración y la segunda cuando se hayan caído el 80% de los pétalos en floración. De este modo, se consigue prevenir la pérdida masiva de flores ante el viento y otros factores climáticos adversos.