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La procesionaria puede afectar a la totalidad de los bosques de pinos españoles

Los expertos de Anticimex, empresa especializada en el control de plagas, afirman que la prevención es clave para combatir el problema y evitar la aparición de la oruga, propensa a expandirse.

Plagas España

04/11/2019 -

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Bolsón de la procesionaria.

En pleno ecuador otoñal, caen las primeras hojas doradas y las temperaturas empiezan a descender para dar paso al frío. Durante esta época del año tiene lugar el desarrollo larvario de un insecto conocido como el principal enemigo de los pinos españoles. La procesionaria del pino es una plaga que se alimenta principalmente de este árbol provocando así su defoliación. No obstante, no sólo afecta a estos árboles, sino que también conlleva riesgos para la salud humana y de los animales de compañía. Dado que nos encontramos en la época de desarrollo de esta especie, es el momento clave para tratar y prevenir su aparición.
Según explica Eduard Durany, gerente técnico de Anticimex, empresa especializada en control de plagas, “las orugas de procesionaria se alimentan de las acículas (hojas de forma de aguja) de los pinos y las larvas nacen a finales de verano. Por esta razón, otoño el mejor momento para tajar el problema y controlar la plaga ya que es cuando las larvas son pequeñas”. 

Un peligro para el ecosistema forestal y la salud humana

La procesionaria, o por su nombre científico Thaumetopoea pityocampa, es una oruga que pertenece al grupo de los lepidópteros y que puede encontrarse en parques, zonas rurales y bosques de pinares templados, especialmente en el sur de Europa. Este insecto se instala en los árboles formando unos bolsones muy visibles gracias a su color blanco y unas dimensiones de hasta 20 centímetros. A pesar del tamaño de la larva, la procesionaria es la causante de una plaga silenciosa que puede llegar a afectar a gran parte de los bosques españoles, ya que casi la mitad de ellos están constituidos por coníferos, según el informe ‘Los bosques y la biodiversidad frente al cambio climático’ del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Sólo en Catalunya, está presente en una de cada seis hectáreas de pino y otras coníferas como el cedro o el abeto.

Sin embargo, el gran peligro de la procesionaria va más allá de las dañinas consecuencias sobre especies vegetales. Además de defoliar y debilitar los árboles, se trata de una plaga que es potencialmente peligrosa para el ser humano. Cada oruga cuenta con unos 500.000 pelos urticantes que se desprenden con gran facilidad y que pueden provocar irritaciones en las vías respiratorias y en los ojos. Unas reacciones que se potencian si se produce un contacto directo con la oruga, provocando urticaria e intoxicaciones en forma de sarpullidos que pueden derivar en conjuntivitis y problemas respiratorios más graves. El riesgo se incrementa en el caso de las mascotas, especialmente de los perros, ya que el contacto de los filamentos tóxicos con la lengua del animal puede provocar una necrosis en los tejidos bucales y, en muchos casos, muerte por asfixia.

El método más efectivo consiste en prevenir su aparición

Actualmente existen varias tipologías de tratamientos que varían según la fase larvaria del insecto y el lugar. Es por eso por lo que desde Anticimex, empresa especialista en control de plagas, apuestan por abordar el problema antes de que las orugas aparezcan. Aprovechando los meses más fríos, mientras la procesionaria se encuentra incubando en los árboles y todavía no es visible y, por tanto, peligrosa, el Tratamiento Fitosanitario Procesionaria del Pino de Anticimex se aplica una vez al año desde mediados de octubre hasta finales de diciembre.

“Este tipo de tratamientos de control deben aplicarse durante el otoño, puesto que las orugas no han crecido suficiente y son más vulnerables. Por lo contrario, en febrero y marzo, las orugas ya se han desarrollado y son más resistentes, y este tratamiento no es efectivo en esta fase”, explica Eduard Durany. 

La técnica consiste en introducir una pequeña cantidad de producto insecticida mediante una inyección a baja presión en el tronco del árbol y así, a través de los vasos vasculares, se difundirá al resto de tejidos vivos del árbol. Con un solo tratamiento es suficiente para tener controlada la población de procesionaria y, además, prevenir posteriores plagas sobre el árbol. Este procedimiento supone un avance respecto a los tratamientos correctivos convencionales en términos de seguridad, impacto medioambiental, durabilidad y eficacia.



           
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