Bruselas ha anunciado que eliminará la ayuda acoplada a los cultivos de girasol y de colza en el Plan Estratégico de la nueva PAC la próxima campaña. Tal decisión costará a los agricultores de Castilla y León 27 millones de euros.
Nuestra región ha sembrado este año 453.000 hectáreas de girasol y colza. Con la supresión de la ayuda acoplada que los cultivos oleaginosos venían recibiendo desde hace veinte años y que resultaba imprescindible para potenciar un cultivo clave para paliar el desabastecimiento originado por la guerra, nuestros productores verán retraída esa cantidad del montante total que perciben por las ayudas al cultivo de oleaginosas.
De hecho, Castilla-León, pasó de producir 250.000 hectáreas anuales a 453.000, por los cambios permitidos por Bruselas ante el panorama de desabastecimiento internacional. Por todo ello, COAG conmina al Ministerio de Agricultura a que presione y negocie en la UE para que se pueda mantener la ayuda.
COAG ya ha advertido que la eliminación de esta subvención al girasol y la colza aumentaría la dependencia de la importación de proteína vegetal para alimentación animal. “Hay que tener en cuenta que la independencia de proteína, dadas las condiciones climáticas y agronómicas, se tiene que alcanzar con diversas fuentes. Se debe medir no sólo el contenido proteico, sino cómo potencialmente pueden ayudar a reducir la dependencia exterior desde una perspectiva realista”, ha subrayado José Roales, responsable de cultivos herbáceos de COAG y miembro de la Ejecutiva Regional de COAG Castilla y León.
Desde 2015, la ayuda asociada para oleaginosas (tanto girasol como colza) era de 40 euros por hectárea, con un tope de hectáreas (50) a partir de la cuales ya no se percibía la misma. Para el periodo de la nueva PAC (2023- 2027) se apunta una subida a 60 euros y se elimina el tope de producción. Pero, la UE la ha eliminado de un plumazo.
Ello, a pesar de que España es deficitaria en girasol. A excepción de la presente campaña, en el que se ha aumentado un 7,6% la superficie al permitirse la siembra en barbechos como medida excepcional por la guerra de Ucrania, el cultivo en nuestro país lleva una década en retroceso por su baja rentabilidad. La propia Comisión reconoce que las condiciones agronómicas en Europa no son las óptimas para la producción a gran escala de proteínas vegetales, lastrada a su vez por la falta de investigación y mercado. “Esta situación es peor aún en España, donde tenemos unos rendimientos mucho más bajos que la media europea, y donde nos enfrentamos a un descenso continuo de la superficie tanto en proteaginosas como en oleaginosas (salvo este año por la crisis de Ucrania). Precisamente estas ayudas en su conjunto pretenden compensar las externalidades positivas ambientales y de otro tipo que el mercado no compensa”, ha apostillado José Roales, responsable nacional en COAG del subsector de herbáceos.