Deforestación México
21/11/2022 -
¿Menonitas? ¿En Guatemala? ¿En México? No tenía ni idea, pero se me viene a la cabeza aquella película, 'Único testigo', protagonizada por Harrison Ford.
Un amigo guatemalteco, agrónomo y director técnico de una empresa agrícola en Centroamérica me pone al corriente. "Sí, parecido a esos Amish de la película, sí, el asunto es que llegan a un lugar, se asientan y comienzan a cultivar de una manera muy agresiva. A los pocos años, la tierra está quemada y marchan a otro sitio".
Los menonitas son una secta cristiana con estrictos códigos de comportamiento.
La llegada a Guatemala es reciente, en 1968 los misioneros menonitas se establecen cerca de la capital. Algo más de 70 años antes, se habían establecido en México.
El bosque tropical de Campeche, en la península de Yucatán, el más grande de América del Norte produce maíz y soya. Mujeres de cabello claro con ojos azules y sombreros de ala ancha, van subidas a un carro en dirección a sus sencillas viviendas y a la escuela de su comunidad. Esta es una congregación menonita del sur de México. Viven según los valores pacifistas tradicionales y siguiendo la voluntad de Dios, que es cultivar la tierra y dar a sus familias una vida austera.
Han sido los ecologistas los primeros en dar la alarma: calculan que el bosque desaparece a un ritmo cuatro veces mayor que con la agricultura tradicional, y ahora el gobierno mexicano, que en su momento les dio la bienvenida por su destreza agrícola, ha cambiado de opinión y considera las prácticas menonitas como un desastre ambiental que arrasa rápidamente la selva, uno de los mayores sumideros de C02 del continente, hogar de fauna en peligro de extinción.
En Campeche, a donde llegaron los menonitas en la década de 1980, se han perdido alrededor de 8.000 kilómetros cuadrados de bosque, casi una quinta parte de la cubierta arbórea del estado, en los últimos 20 años, siendo 2020 el peor registrado, según Global Forest Watch.
El Gobierno mexicano ahora está presionando a estas comunidades religiosas para que cambien a prácticas más sostenibles pero, a pesar de un acuerdo entre algunos asentamientos menonitas y el Ejecutivo, la deforestación de la tierra es absoluta en los lugares que han dedicado a sus tierras de cultivo.
Los agricultores menonitas se defienden
En palabras de un representante de esta comunidad, "nuestra gente solo quiere trabajar y que la dejen en paz".
El trabajo agrícola es un principio fundamental de su fe cristiana. A pesar de rechazar la electricidad y otras comodidades modernas, su labor en la agricultura sí acepta el uso de excavadoras, tractores y cosechadoras.
La creciente presión internacional para seguir una agenda más verde, consiguió que el pasado agosto el Gobierno mexicano persuadiera a algunos asentamientos menonitas de Campeche para que firmaran un acuerdo con objeto de detener la deforestación. No todas las comunidades se apuntaron.
Respetar la tierra debería ser una 'religión común'
La práctica menonita es un claro ejemplo de una mala práctica agrícola, repetido en multitud de zonas de África y Asia, por otras comunidades de agricultores.
La producción de alimentos para el ser humano, objetivo final de la actividad agrícola puede y debe ser llevado a cabo, mediante buenas prácticas agrícolas y tecnológicas que permitan aumentar la producción, administrando los recursos naturales disponibles, así como su conservación para que las próximas generaciones puedan seguir aprovechando estos mismos recursos.
La educación en materia de producción agrícola y el desarrollo de agricultura intensiva, de alta producción, pero respetuosa, debe ser nuestra “religión común”.
Redacción Infoagro
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