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El fosfato del Sáhara: El entramado diplomático por la gallina de los huevos de oro de los fertilizantes

Frente a las restricciones rusas en la comercialización de materia activa para nutrición vegetal, Marruecos se consolidaría como exportador mundial de piedra fosfórica.

Nutrición vegetal España

23/11/2022 -

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Instalaciones de la antigua compañía minera española, Fosbucraa. Foto: Wikimedia Commons.

¿El aleteo de una mariposa en Brasil puede generar un tornado en Texas?, pues seguramente con la complejidad del planeta puede ser cierto, pero lo que sí debe asegurarse es que si esa mariposa aletea en Rusia los efectos del tsunami se hacen notar a escala mundial. En este caso, la ‘lepidóptera del Kremlin’ decidió batir sus alas sobre el suministro energético y la exportación de fertilizantes, restringiendo su acceso “sólo a países amigos” para sacar músculo ante Occidente, y capear un temporal de sanciones internacionales que le llueven encima tras penetrar belicosamente en territorio ucraniano.

La consecuente subida del gas, y el frenazo de la exportación de fertilizante sitúan al triángulo formado por Argelia, Marruecos y España en una piedra angular de la industria agroalimentaria futura, pues todos tienen interés que ganar y países que contentar y alimentar, pero antes habría que limar un problema enquistado desde 1976.

El reino Alauita, tiene la oportunidad de consolidarse como exportador a gran escala de un recurso esencial para la nutrición vegetal, el fosfato. En su baza está el comodín de controlar el 70% de piedra fosfórica que existe a nivel mundial. Al otro lado de la frontera, Argelia, que a pesar de sus tradicionales buenas relaciones con Rusia, tiene la oportunidad de llevar su gas al corazón de Europa, fidelizando como clientes a todas las naciones que pretenden desprenderse de la dependencia de la nación eslava, y en tercer vértice, en la ribera norte del Mediterráneo, está el junco cuya torsión aguanta diplomáticamente las envites geoestratégicos de uno y otro lado, por una proceso de descolonización interrumpido en el Sahara Occidental.

Mucho ha llovido desde los Tratados de Madrid de 1975, incluso en el desierto, pero las necesidad básica de alimentarse manda, y por ello cabría preguntarse si el potencial de las minas de fosfatos de Khouribga, Youssoufia, Ben Guerir y la provechosa y polémica Bucraa (emplazada en el antiguo Sahara Occidental, y considerada por saharauis, Frente Polisario y Argelia como territorio ocupado) no habrá sido uno de las principales motivaciones del Ejecutivo español para dar un golpe de timón a su política de neutralidad respecto al ‘affair saharaui’ y situarse a favor de las tesis marroquíes de ofrecer a Sahara Occidental un estatus especial de autonomía, algo que ha sido tildado desde Argel como una “segunda traición histórica”.

¿Esta decisión diplomática puede dar al traste con el abastecimiento de gas a los invernaderos europeos? Lo cierto es que es poco probable, ya que las relaciones societarias entre Sonotrach (Argelia) y Naturgy son fuertes, y que el gas argelino ha encontrado una salida hacia al antiguo continente por Italia, sumado a que podría volver a circular por Marruecos hacia España con la reapertura del gaseoducto Magreb-Europa.

El mercado de fosfatos aumenta, y donde se cierra una puerta se abre una ventana, y Marruecos, que supo elegir a quien arrimarse durante el periodo de la Guerra Fría se va a convertir en el sultán en un negocio que ingresa en sus arcas más de 8.000 millones de euros anuales, y subiendo. Por su parte, los principales valedores del país norteafricano, EE.UU. y Francia, se han puesto el mono de trabajo para el acercamiento de posturas entre el Reino Alauita y España, a fin de mantener la estabilidad de empresas que operan en la zona, y frenar la influencia rusa en el Sahel.

La urgencia de suministrar la materia útil para la fabricación de nutrientes vegetales, acabará poniendo de acuerdo a todos los actores que participan de la industria agroalimentaria, en una de las últimas pavesas de la Guerra Fría, llegando a sentar a la mesa a dos enemigos íntimos que mucho tienen que ganar y poco que perder.

Pero alguien tiene que hacerlo, el abastecimiento de piedra fosfórica, así como el del gas en estos momentos de zozobra rusa, dejaría en una situación más que vulnerable al pueblo saharaui que aún reclama un territorio al que pueda llamar Estado propio, pero las reservas de la mina de Bucraa, abundantes y de fácil extracción ofrecen una solución inmediata a la cuestión agrícola que, en palabras del analista Mark Lacey  puede generar una crisis alimentaria, ya que el frenazo de las exportaciones de fertilizantes de Rusia, “se produce cuando los agricultores se encuentran en una fase crucial de la temporada agrícola, y los cálculos más extremos indican que, si no se añade fertilizante al suelo, los cultivos pueden reducirse en un 50% para la próxima cosecha”.

 Redacción Infoagro. Víctor Navarro. 




           
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