Los invernaderos solares se han convertido en un modelo de cultivo fundamental para mantener la autonomía alimentaria en Europa. Grandes países consumidores como Alemania, Países Bajos o Reino Unido buscan proveedores seguros capaces de seguir suministrando a los supermercados y cadenas de distribución frutas y hortalizas de calidad durante la mayor parte del año. “Si la zona del Sur de Europa fuera un solo país, sería el primer exportador mundial de berenjena y el segundo en el caso de productos como el pepino o el pimiento”, señala Juan Carlos Pérez Mesa, catedrático en la Universidad de Almería vinculado al Área de Economía y Empresa y codirector de la Cátedra COEXPHAL-UAL en una entrevista para el programa “Es de invernadero. Frutas y Hortalizas Sostenibles de Europa”. Esta iniciativa, puesta en marcha por HortiEspaña y cofinanciada por la UE, dentro del marco de promoción de productos agroalimentarios ‘Enjoy, It’s from Europe’, pretende concienciar a la población sobre este modelo de producción sostenible.
A nivel global, el área total de invernaderos en los que se cultivan vegetales se estima en 500.000 hectáreas de las que España es una de las zonas con mayor producción hortofrutícola con un total de 70.000 hectáreas. De esta forma, mediante su modelo familiar y a través del reparto equitativo de la riqueza, la economía en provincias del Sur de Europa como Almería o Granada dependen, en parte, de modelo de cultivo sostenible, pilar fundamental para el crecimiento económico local de ambas zonas desde que en los años 60 comenzara a implementarse este modelo de producción. En este sentido, los datos relativos a desarrollo económico y social hablan por sí mismos; la revolución hortofrutícola se convirtió en una forma de vida para los habitantes de esta zona.
La eficiencia en el uso de los recursos naturales finitos de forma inteligente y sostenible es otro de los elementos que definen la producción de frutas y hortalizas que sustentan a Europa. “El sector es capaz de producir mucho con pocos recursos”, señala Pérez Mesa, que destaca, además, que es posible que los materiales se mantengan durante el mayor tiempo y que los residuos y el uso de recursos se reduzcan al mínimo, haciendo que cuando un producto llegue al final de su vida útil se pueda volver a reutilizar para seguir creando valor.
Esta concepción, conocida como economía circular se ha unido, en los últimos años, con la ‘bioeconomía’, un concepto nacido en Europa en el año 2005 con el objetivo de promover la utilización de residuos de agricultura y restos vegetales para la producción de energía, un ejemplo más de la eficiencia e integridad de esta forma de cultivo.
En lo referente la generación de residuos y la huella medioambiental, los invernaderos solares han derribado tabúes, ya que este cultivo genera el 7% de los residuos plásticos, siendo uno de los sectores que más contribuye al reciclaje en España. En términos absolutos, se puede concluir que de las 32.000 toneladas de plástico generadas anualmente por los invernaderos solares de las provincias de Almería y de Granada, se recicla el 90%. La dotación de esta segunda vida puede realizarse mediante varias vías, siendo la más empleada la del reciclaje mecánico, por el cuál el plástico se reutiliza en forma de granza o aglomerado para obtener uno nuevo.
Asimismo, existe un gran potencial en la zona para ampliar la utilización de energía solar fotovoltaica en las cubiertas de los invernaderos y usarla para aumentar la tecnificación
de la agricultura intensiva. Así, si estas formas de producción del sureste español tuvieran placas solares se podría generar el 31% de las necesidades energéticas de España.
Vocación exportadora e innovación
“Más de un 65% de la producción de los invernaderos solares del Sur de Europa tiene como destino final países como Alemania, Países Bajos o Reino Unido, prácticamente toda Europa”, señala el catedrático Juan Carlos Pérez Mesa. En este sentido, España se ha convertido en un lugar seguro de cara a las exportaciones de alimentos a Europa al disminuir los costos de energía y por cercanía al lugar de consumo. En conjunto, la reducción del impacto ambiental respecto a la importación y la eficiencia en el uso del agua, convierten a los invernaderos solares del Sur de Europa en una opción mucho más atractiva y menos arriesgada.
Otro de los pilares que definen esta forma de producción es su innovación y el empleo de las nuevas tecnologías de forma sostenible, tanto en el campo como en las empresas de comercialización. En los últimos años la mayoría de las fincas han incorporado métodos para controlar, por ejemplo, el uso del agua o el estado de las plantas.
La campaña
‘Esdeinvernadero.es. Frutas y Hortalizas Sostenibles de Europa’ tiene una duración estimada de tres años (hasta febrero de 2026) y cuenta con una inversión de 2 millones de euros cofinanciada por HortiEspaña y la Unión Europea, dentro del marco de promoción de productos agroalimentarios ‘Enjoy, It’s from Europe’.
Esta iniciativa pretende dar a conocer y ofrecer información sobre el concepto de sostenibilidad y su aplicación en el sector agroalimentario a empresas, productoras, comercializadoras, restaurantes, agricultores y a aquellos consumidores que buscan productos de calidad, concienciados con el respeto ambiental y preocupados por la seguridad alimentaria.