Que Marruecos pretende desbancar a España con sus importaciones de frutas y hortalizas a la Unión Europea no es nada nuevo, pero que lo pretende hacer a costa de España, es algo que ha quedado patente con la inauguración de las obras, la pasada semana, de la desaladora más grande de África.
Situada en el municipio de Lamharza Essahel, en la provincia de El Jadida, sobre un terreno de 50 hectáreas y como parte del Programa Nacional de Abastecimiento de Agua Potable y de Riego 2020-2027, lanzado por el Rey de Marruecos en 2020, la planta contará con una capacidad de producción anual de 300 millones de metros cúbicos, cubriendo la demanda de agua de la Gran Casablanca, las localidades de Settat, Berrechid y Bir Jdid y regiones vecinas como Had Soualem, zonas con una amplia participación en la agricultura marroquí, lo cual será posible, según la agencia oficial de información marroquí MAP, gracias a la movilización de 6.500 millones de dirhams (unos 605,9 millones de euros), “a través de una asociación público-privada”. Lo que no se dice es de dónde es dicho dinero público, o al menos, 250 millones de euros de dicha inversión y de dónde es la empresa que se va a hacer cargo de dicha construcción. Y es que el 27 de diciembre, en plenas fiestas navideñas y en el último Consejo de Ministros del año, el Gobierno español aprobó, en el marco de la estrategia 'Horizonte África' del Ministerio de Economía, Comercio y Empresa como “proyecto de gran interés para la internacionalización de la economía española”, y con cargo al Fondo para la Internacionalización de la Empresa (FIEM), “la concesión de un crédito reembolsable para la construcción, mantenimiento y transferencia de la mayor planta desaladora de agua con última tecnología en el norte de África. La financiación del FIEM será de un máximo de 250 millones euros para desarrollar una de las infraestructuras de desalación más relevantes en todo África a través de los servicios y suministros de empresas españolas”.
Pero, ¿qué fue antes: el huevo o la gallina? Según indican los medios marroquíes, la firma del contrato de financiación, diseño, construcción, gestión y mantenimiento con una concesión de 30 años, con la ONEE (Oficina Nacional de Electricidad y Agua Potable) marroquí, adjudicada a la oferta presentada por el consorcio formado por la empresa española Acciona junto con las empresas controladas por el Gobierno marroquí Afriquia Gaz y Green Africa (que comparten al primer ministro marroquí como director general, elegido como regidor del Gobierno marroquí el pasado mes de octubre, y cuya familia posee el 67% de ellas), se llevó a cabo el 17 de noviembre de 2023, por lo que aunque en el anuncio del Gobierno español no se nombraba a Acciona, y habla de “empresas españolas” en general, dicho crédito ya tenía beneficiario desde antes de publicarse. Además, ahora, a los 250 millones de euros del FIEM, que, recordemos, depende del Ministerio de Economía, Comercio y Empresa, Acciona ha conseguido sumar dos préstamos con otros 31 millones por parte de la entidad financiera española Caixabank y otros 31 millones por parte de la Sociedad Española de Financiación del Desarrollo (COFIDES), también dependiente del mismo ministerio, y es que según Miguel Ángel Ladero, director del Departamento de Inversiones de COFIDES, “Marruecos es un país de gran importancia estratégica que ofrece múltiples oportunidades para realizar inversiones”. Unas inversiones con capital español que ya suman más del 51% de lo que indican las autoridades marroquíes que cuesta llevar a cabo la planta. Y es que según indican medios marroquíes, el consorcio se habría constituido en una empresa llamada Al Baidaa Desalination Company (ADEC), de la que Acciona tendría el 50%, Green Africa el 45% y Afriquia Gaz el 5%, dentro de la cual, el papel de Acciona sería la construcción, mientras que Green Africa llevaría la electricidad gracias a la creación de un parque eólico en Bir Anzerane, situado a 70 km al norte de la ciudad de Dajla (antigua Villa Cisneros, en el Sáhara Occidental), con una capacidad instalada de 360 Mw (cuyo 45% de la producción de electricidad estaría dedicado al suministro de la planta desaladora), quedando el papel de Afriquia Gaz como meramente financiero; entes accionistas que se harán cargo de la financiación de la planta. Por otro lado, la gestión y mantenimiento de la desaladora se llevará a cabo en un 60% por Acciona, que cuenta con la experiencia en este tipo de operaciones, y en un 40% por Green Africa con el fin de adquirir experiencia en este sentido.
Planteada su construcción en dos fases; una primera, cuya puesta en funcionamiento se prevé para finales de 2026, alcanzará, según la agencia oficial de información marroquí, una capacidad de 548.000 m3 de agua tratada al día (559.000 m³ diarios según Acciona), ampliables, en una segunda fase cuya finalización se plantea para mediados de 2028, a 822.000 m3 por día, según la agencia oficial marroquí (838.000 metros cúbicos diarios, según Acciona), logrando un total de 300 millones de metros cúbicos, de los cuales 50 millones de metros cúbicos al año estarán destinados al riego de 5.000 (algunas fuentes hablan de 8.000) hectáreas de tierras agrícolas entre Gran Casablanca, Berchid-Settat, El Jadida y Azemmour, con un coste estimado de 4,48 dirhams/m3 (unos cuarenta céntimos de euro el metro cúbico, un precio que, según se indica en medios marroquíes, ha supuesto una polémica en el proceso de oferta por parte de varios consorcios de empresas, que decidieron retirarse de la puja por el proyecto por no poder equiparar el precio del metro cúbico al ofertado por el consorcio liderado por Acciona y controlado por el Gobierno marroquí, así como por no poder asegurar los plazos de ejecución que el Gobierno marroquí plantea).
El macroproyecto engloba la construcción de la planta desaladora con sistemas de osmosis inversa con filtros a presión y microfiltros de última generación y dos tuberías de alimentación de agua de mar de 1.850 ml de longitud, una boca de descarga de 2.500 ml de longitud, una unidad de control y tratamiento de lodos, centro de gestión y estaciones de bombeo, además de un tanque de almacenamiento del agua potable producida; y por otro lado, el establecimiento de un sistema de transporte del agua tratada con tres estaciones de bombeo, tres tanques de almacenamiento y una red de tuberías de 130 kilómetros. Además, el suministro eléctrico de la planta se hará mediante energía eólica, 100% renovable, a través de la firma de un contrato de compraventa de energía (PPA) renovable con Green Africa, que garantizará el suministro del 100% del consumo de la planta, convirtiéndose en la primera planta desaladora del mundo totalmente alimentada con energía renovable.
Marruecos planea repetir el modelo en todo su territorio
Y es que como la propia Acciona indica, “este proyecto es la primera planta de un programa nacional que tiene como objetivo la construcción de plantas desaladoras en localizaciones diversas en el país norteafricano”.
Entre las nueve desaladoras de agua de mar con que cuenta Marruecos en funcionamiento en la actualidad, se encuentran la de Agadir, puesta en marcha en enero de 2022 y otra en la capital saharaui, El Aaiún, que actualmente se encuentra en obras para su ampliación. Y también en el Sáhara Occidental, en Dajla (donde se encuentra la “megalópolis del tomate”, como la llamaba COAG en su denuncia de los hechos en 2021, uno de los mayores centros de producción de tomate a nivel mundial, donde también se plantan melones; propiedad del Rey marroquí Mohamed VI, construida bajo "múltiples irregularidades como exoneraciones fiscales a grupos empresariales instalados, discriminación laboral hacia la población saharaui, usurpación de recursos naturales locales como la tierra y el agua y fraude a los consumidores europeos en materia de etiquetado”, según indicaba el estudio de investigación presentado por Mundubat y COAG) está previsto que se termine otra en 2025, con una capacidad de tratamiento de 100.000 metros cúbicos de agua al día. Además, el grupo marroquí OCP, líder mundial en la explotación de fosfatos y fabricación de fertilizantes, se encargará de la construcción de dos grandes desaladoras más, que darán lugar a 560 millones de metros cúbicos de agua desalada al año, de los cuales 500 millones, se destinarán a riego: una en la localidad de Safi, y otra en el puerto de Jorf Lasfar, que abastecerán a las provincias eminentemente agrícolas de Safi y El Jadida.
En total, según una comparecencia del ministro de Equipamiento y Agua marroquí, Nizar Baraka, ante el Parlamento marroquí, el planteamiento es que el país tenga al menos 20 desaladoras en funcionamiento de aquí a 2030, pasando de los 179 millones de metros cúbicos al año de agua desalada actuales, a 1.300 millones de metros cúbicos al año, más unos 37 millones de metros cúbicos procedentes de la desalinización de agua salobre. Una ingente cantidad de agua, de la cual, según Baraka, el 23% de destinaría a riego de cultivos.
En definitiva, un plan perfecto con el que Marruecos pretende desbancar a España como principal fuente de suministros de frutas y hortalizas de la Unión Europea, y más aún, si lo hace con dinero de su principal rival y objetivo a batir: con el dinero de los españoles, a base de las presiones que Marruecos ejerce sobre Pedro Sánchez desde que interviniera su teléfono móvil con Pegasus, y que se han traducido en innumerables concesiones a Marruecos, muchas de ellas en perjuicio de la economía y los productos agrícolas españoles, entre ellas el reconocimiento del Sáhara occidental, para después presentárnoslo como que “Marruecos es un país de gran importancia estratégica que ofrece múltiples oportunidades para realizar inversiones”.
Redacción Infoagro: Lydia Medero